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CINEMA DE PERRA GORDA

THE LADY PAYS OFF (1951, Douglas Sirk)

THE LADY PAYS OFF (1951, Douglas Sirk)

Tan crítico con buena parte de su obra previa al periodo dorado en Universal, Douglas Sirk se refería en términos poco amables con THE LADY PAYS OFF (1951) uno de sus primeros pasos dentro de dicho estudio, destacando sobre todo los problemas que albergaba con su protagonista masculino -Stephen McNally-, cuyas dificultades y miedos interpretativos le obligaban a constantes repeticiones de tomas. Sea como fuere, y dentro de su asumida condición de modesta comedia romántica destinada a públicos familiares, su resultado alberga suficientes motivos de interés.

Evelyn Warren (Linda Darnell) es una recatada pero reconocida maestra -ha sido portada del magazine Time nombrándola maestra del año- que recibe el homenaje de las fuerzas vivas de una pequeña población. Sin embargo, desde el primer momento exteriorizará el aura opresiva que delimita una personalidad arisca y a la defensiva. Viajará para disfrutar unas vacaciones, tomando contacto con un cargante matemático familiar de una amiga de su entorno, y el destino le llevará a un salón de juego donde, de manera inesperada y con unas copas de más, contraerá una deuda de 7.000 dólares con el establecimiento. El recinto, dirigido por el avieso Matt Braddock (McNally), que reconoce a Evelyn por tener un ejemplar del Time, le propondrá conmutar dicha deuda si se dispone a pasar unas semanas en su lujosa residencia de verano, donde su hija Diana (Gigi Perreau) sobrelleva una extraña tristeza, probablemente por la ausencia de su madre muerta desde tiempo atrás. El encuentro de la maestra -que ha acudido hasta allí forzada por el chantaje de Matt- con la pequeña devendrá desastroso y doloroso para una pequeña deseosa de encontrar cariño y afecto. Será una circunstancia que Evelyn descubrirá, mutando con rapidez su inicial hostilidad por una creciente cercanía hacia la niña. Su padre se unirá a ellos y a sus sirvientes, y a partir de ese momento se iniciará un acercamiento con la profesora, que esta acompañará con inicial desapego, e incluso aprovechando subterfugios para intentar marcharse. Sin embargo, el discurrir del tiempo y las añagazas de la niña -y su nurse- que buscan el definitivo acercamiento entre Evelyn y Matt, casi, casi, lograrán su objetivo, aunque en él se introduzca de manera inesperada un inconveniente; la visita de la frívola Kay Stoddard (Virginia Field), vieja amigad de Matt y empeñada en conquistarlo de manera definitiva.

A partir de un brillante plano general en grúa, que acierta a describir el entorno provinciano que está homenajeando a la protagonista, Sirk muestra esa inclinación crítica en esas sociedades cerradas y biempensantes, que se convertirían en uno los epicentros temáticos de su obra. Desde ese punto de partida, y tal y como sucedería en títulos posteriores como MEET ME AT THE FAIR (1953), el cineasta inserta una serie de fugas cómicas a través de evocaciones físicas de sus agobiantes pretendientes, surgidos desde los propios comensales, que tendrán prolongación más adelante con la propia proyección de la protagonista dialogando con ella misma. Esa inclinación por el ámbito de la comedia, es una muestra más de la habilidad con la que el cineasta se imbricó en ella a lo largo de su carrera. Un género del que se consideró en todo momento especialmente atraído, y que incluso demuestra abiertamente la primera mitad de su última obra americana, la extraordinaria IMITATION OF LIFE (Imitación a la vida, 1959),

Y en esa ondulación entre los elementos de comedia y la querencia por el melodrama -incluso en el servilismo hacia el personaje de la pequeña, encarnado por la actriz infantil Gigi Perreau- es donde se observan las virtudes, y también las limitaciones, de un pequeño relato, en el que, de manera inesperada, y pese a los lamentos esgrimidos por Sirk, se alimenta una inesperada química entre dos intérpretes tan opuestos como la Darnell y McNally. A partir de ese punto de partida dramático, THE LADY PAYS OFF se dirime con tana humildad como efectividad. Con instantes tan eficaces -e incluso inspirados-, como carencias e inconsistencias, que impiden que su alcance cuotas superiores. Pero por encima de esa mirada, es cierto que se vislumbran de manera intermitente destellos de ese estilo tan personal esgrimido por el cineasta en su no muy lejano periodo dorado. Esa inclinación por planos fijos delimitados por su intensidad -el fondo sonoro de Frank Skinner ayudará lo suyo- caracterizarán algunos de los instantes más valiosos de la película, aunque en alguno de ellos se inserte de manera sorprendentemente una mixtura de dicho sesgo con la combinación de elementos de comedia, como sucederá en la secuencia en la que Matt espera de Evelyn una declaración amorosa en la playa, que de inmediato se transmutará en una divertida vertiente. También observaremos la inclinación de Sirk por describir secuencias introduciendo elementos naturales como fondo, a modo de metáfora de libertad. O su consustancial manejo de la movilidad de la cámara, acertando por lo general en el seguimiento de discurrir de sus intérpretes, buscando mantener el foco dramático en todo momento.

Dentro de este contexto, uno no puede dejar dentro de esa vertiente melodramática la secuencia en la que Evelyn descubre de manera inesperada el daño que ha provocado el desapego con el que ha mantenido su primer contacto con la pequeña Diana, lo que confluirá en un emocionante instante de reencuentro. O la que describe la mirada escondida de la niña en torno a la primera cena en solitario en la pareja, dentro de una estratagema urdida por ella y su nurse. O, de manera inesperada, en la conversación que se mantendrá entre Kay y Evelyn, cuando la primera asuma la pérdida del favor de Matt. En su oposición, THE LADY PAYS OFF ofrecerá un sorprendente -por su efectividad- episodio claramente inclinado en los confines del slapstick que define la azarosa andadura de la pareja protagonista en un viejo pesquero que acude en su ayuda, cuando el sabotaje de Evelyn intente detener la pequeña lancha que tripulan. Un muy divertido fragmento, de contagiosa comicidad, que se erige como el más valioso de la película, que bien podría estar firmado por un primitivo Frank Tashlin,

Lamentablemente, no todo alcanza el mismo nivel en esta pese a ello agradable película. Se percibe una excesiva caricaturización a la hora de presentar al personaje de la rival amorosa Kay -aunque ello nos brinde una divertida secuencia en la jornada de senderismo-. Unamos a ello dos aspectos insertos en su tramo final. De una parte, la superficial e inofensiva resolución de la subtrama, que liga a Matt con el lado oscuro de su salón de juegos y la venta del mismo a sujetos poco recomendables. De otra, la escasamente consistente, por lo ligera, propia conclusión del relato, tras haber incorporado en ellas ciertos destellos de intensidad melodramática, en donde la simbiosis entre comedia y melodrama no alcanza, quizá por carencia de metraje, la debida eficacia.

Calificación: 2’5

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