SOURCE CODE (2011, Duncan Jones) Código fuente
Quizá en el imaginario colectivo quede definida la década de los cincuenta como la más febril para la ciencia-ficción cinematográfica. Sin embargo, sin menospreciar las excelencias de los mejores exponentes de dicho periodo -entre el que se encuentra la que considero la cumbre de toda la historia del cine fantástico; THE INCREDIBLE SHRINKING MAN (El increíble hombre menguante, 1957. Jack Arnold)-, considero que el paso del tiempo ha dejado la estela permanente, que me permiten considerar el largo periodo -casi dos décadas- iniciado desde finales de la década de los noventa, y hasta el año 2015, aproximadamente, como el periodo más brillante del devenir del género. Sería muy notable no solo, el alto número de exponentes relevantes insertos en dicho marco temporal, pero también su prodigalidad y, obviamente, junto a títulos que han pasado en lugar destacado dentro del mismo, aparecen otras producciones en un lugar más secundario dentro de dicho corpus, sin por ello dejar de mostrar suficientes cualidades en las mismas.
SOURCE CODE (Código fuente, 2011) supone el segundo largometraje dirigido por el británico Duncan Jones, hijo del desaparecido cantante David Bowie, con una experiencia previa en el mundo audiovisual. Jones debutó dentro de los contornos de la S/F con una propuesta minimalista, que muy pronto alcanzó un estatus de culto. Se trata de MOON (Moon, 2009), protagonizada por Sam Roockwell, de la que tengo un grato recuerdo, aún sin considerar su conjunto más que un título atractivo, pero que se agotaba en sí mismo. Por ello, y pese a gozar de un prestigio algo inferior, considero que el título que nos ocupa alberga similar caudal de cualidades y limitaciones que el debut antes señalado, aunque con la clara intención de integrar su resultado, dentro de un contexto claramente más mainstream.
El film de Jones se inicia con la narración de una insólita situación en un tren con destino a Chicago. Allí descubrimos al capitán Colter Stevens (un magnífico Jake Gyllenhaal), trasmutado en otra identidad, y asistiendo extrañado a una vivencia en la que se siente incómodo desde el primer momento. Muy pronto, lo que aparece como una rara cotidianeidad para el protagonista, culminará con una terrible explosión. Será el instante en el que el militar -que ha descubierto en el tren que ocupa otra identidad-, en realidad se encuentra encerrado en una capsula, y es utilizado por la oficial Goodwin (Vera Formiga), a las órdenes del visionario científico militar Rutledge (Jeffrey Wright). Stevens recuerda haber luchado en Afganistán, y poco a poco irá percibiendo el destino de la extraña misión que protagoniza, casi a pesar suyo; la de ir retornando de manera reiterada a esos ocho minutos de viaje en tren, al objeto de descubrir quien es el responsable del atentado terrorista, sobre todo de cara a evitar otro que se encuentra destinado a explotar en la propia Chicago, de dantescas consecuencias.
Pese a su renuencia en revivir esa traumática experiencia, poco a poco irá entablando una cierta complicidad con Goodwin, al tiempo que se irá estableciendo un acercamiento sentimental con Christina Warren (Michelle Monaghan), la joven a la que ha conocido en su primera vivencia dentro del tren. Al mismo tiempo, irá descubriendo su auténtico estado, ya que le indicará que en realidad se encuentra muerto, y se proyectan sus últimos hálitos de memoria, que son utilizados en ese nuevo proyecto científico, denominado ‘Código fuente’.
De entrada, una de las virtudes de SOURCE CODE aparece desde un primer momento, al lograr captar la atención del espectador desde el primer momento, sin abandonar ese interés dentro del conjunto de su muy ajustado metraje. Lo hace, además, acertando al describir en pantalla el desconcierto del protagonista, mientras vive una personalidad que va descubriendo no es la suya. La película, además, se inicia con la planificación y el fondo sonoro de unos créditos, que pese a resultar muy diferentes, me recordaron poderosamente los de la hitchcockiana NORTH BY NORWEST (Con la muerte en los talones, 1959). Y es que el film de Duncan, se encuentra sazonado en el discurrir de un guion elaborado por numerosas referencias cinematográficas, literarias, e incluso televisivas. Estas últimas proceden de la sensación que se alberga, de que la película aparezca como una lujosa actualización de cualquier episodio de la mítica serie THE TWLIGHT ZONE. Pero ese recorrido por sus puntos de contacto, nos podría acercar por momentos al universo de Frank Kafka, pero, sobre todo, a exponentes cinematográficos tan dispares, como TOTAL RECALL (Desafío total, 1990. Paul Verhoeven), GROUNDHOG DAY (Atrapado en el tiempo, 1993. Harold Ramis) o, incluso, el estremecedor DALTON TRUMBO’S JOHNNY GOY HIS GUN (Johnny cogió su fusil, 1971. Dalton Trumbo). Referencias todas ellas, integradas con pertinencia, y que, si bien no ejercen como elemento motor del moderado grado de interés de la película, sí que hablan del conocimiento cultural inherente a su realizador.
SOURCE CODE nos ofrece un relato bastante bien modulado en su parcela como propuesta de género, ligada a una vertiente más o menos filosófica y discursiva. No obstante, a mi modo de ver esa búsqueda de una acogida por un amplio sector de público, es la que le impide profundizar en un superior grado de complejidad, y en la que las nociones del espacio, el tiempo y la eternidad, se llegan a dirimir quizá con excesiva superficialidad. En cualquier caso, asistimos a una propuesta que acierta al combinar un cuidado diseño de producción, con una estructura bastante ligada a la serie B, lo que evita en buena medida los excesos habituales en títulos del estilo, proclives a un exhibicionismo más o menos ligado al terreno de lo exclusivamente espectacular.
Por el contrario, se trata de una película que avanza de manera precisa, a través de los diversos giros de guion que se van introduciendo en cada uno de los insólitos viajes de regreso a esos ocho minutos, en donde intentará culminar una investigación, descubrir al terrorista y, finalmente, luchar por un imposible; revertir la catástrofe vivida reiteradamente por el protagonista, y que cada vez le afecta más a nivel mental y, también, emocional, dado su creciente acercamiento hacia Christina, mientras que a cada regreso, se va estableciendo una mayor complicidad y comprensión con Goodwin. Y es llegados a este punto, cuando el film de Jones revela esencialmente sus limitaciones. Algo que tiene especial significación al describir el drama del enviado, e incluso definir su situación y propia condición, que pese a todo queda más difusa de lo que cabría desear. La querencia por descubrir al autor del terrible atentado -resuelta con cierta desgana- obvia el drama central de la película y, sobre todo, la manera de prolongar la agonía física que sobrelleva, sin que él lo perciba -lo que permitirá un impactante plano de su cuerpo mutilado, que nos evocará al citado e impresionante film de Trumbo-. Ese clímax, y la posibilidad que le da la agente de intentar una reversión de la tragedia, nos permitirá los únicos instantes intensos, cuando Stevens pueda llamar a su padre, simulando otra identidad -el plano sostenido sobre Gyllenhaal resulta emocionante-. Sin embargo, SOURCE CODE es una película que, forzosamente, hubiera debido concluir de manera más o menos trágica. No haberlo hecho, limita su alcance final, aunque no nos evite reconocer encontrarnos ante una más que estimable apuesta de S/F, en un periodo donde esta se erigió como uno de los géneros más valiosos ante las pantallas.
Calificación: 2’5
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