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CINEMA DE PERRA GORDA

THE PATSY (1928, King Vidor) La que paga el pato

THE PATSY (1928, King Vidor) La que paga el pato

Si comparamos el alcance de THE PATSY (La que paga el pato, 1928) con un título tan asombroso como THE CROWD (…Y el mundo marcha, 1928) o tan brillante como SHOW BOAT (Espejismos, 1928) –los que le anteceden y preceden en la obra del gran King Vidor-, es lógico que su magnitud aparezca como menor. Es probable que sea esta una de las razones de peso que han favorecido el escaso eco o incluso prolongado menosprecio que esta agradable comedia ha merecido incluso por reconocidos seguidores de la obra vidoriana. En cualquier caso, creo que pese a todas las objeciones que le puedan formular –que estimo suelen ser coincidentes en la escasa enjundia de su guión, obra de Agnes Christine Johnston, basado en una obra de Barry Conners, con títulos de Ralph Spence-, el título que nos ocupa quizá se presente como la primera demostración rotunda de las capacidades de Vidor en el terreno de la comedia –algo que ya se demostraba sobradamente en no pocos momentos de la mencionada THE CROWD, y que tendría su prolongación aún más inspirada en la igualmente señalada SHOW BOAT. Serían unas capacidades que Vidor manifestaría en otra comedia rodada bastantes años después, que igualmente jamás ha logrado el reconocimiento que merecería; COMRADE X (Camarada X, 1940)-. A partir de dicho punto de partida, hay que ser sinceros y reconocer el hecho de que su planteamiento argumental no es de excesiva hondura, e incluso se desarrolla partir de líneas convencionales vistas a nuestros ojos, e incluso ya arquetípicas en el propio momento del rodaje del film. Cierto es en este sentido que la descripción de ese matrimonio Harrington nada tiene que envidiar a cualquier descripción de espectáculo de revista, o incluso la atracción romántica que nuestra protagonista –Patricia (Marion Davies)- manifiesta a lo largo del metraje, se revela tan liviana como insustancial. Reconozcámoslo.

 

Sin embargo, partamos de una base ¿Cuántas comedias perdurables han logrado a través de la fuerza de su realización, sortear planteamientos limitados o convencionales? A mi modo de ver, esta sería una de ellas. Partiendo de la base de ser una producción de/al servicio de la estrella cómica Marion Davies, digamos en principio que nos encontramos con uno de tantos exponentes erigidos a partir del servicio de una personalidad ligada al género. Es algo que ha dado la génesis a títulos que oscilaron de lo detestable a la pura genialidad. En este sentido, no cabe señalar que la poca simpatía con la que el paso del tiempo ha definido a la actriz, a la que el paso del tiempo ha otorgado un recuerdo bastante negativo –el hecho de ser la protegida del magnate William Randolph Hearts, por cierto productor del título que comentamos, en una relación escenificada por Orson Welles en su reconocida CITIZEN KANE (Ciudadano Kane, 1941) estimo ha influido bastante en ello-, ha tenido su repercusión a la hora de aceptar que nos encontramos ante una actriz proclive a ciertos excesos histriónicos –justo es reconocerlo-, pero a la que no se le puede negar un timming cómico realmente brillante, muy superior incluso a no pocas estrellas del género de talento más menguado que esta. Lamentablemente, en bastantes ocasiones la comodidad en la valoración conlleva injusticias como la presente.

 

A partir de estas premisas, THE PATSY viene a resultar una pequeña variación de la cenicienta. En una familia formada por el ya veterano matrimonio Harrington, sus dos hijas comparten una vivienda típica. La madre –Marie Dressler- es una mujer dominadora y castrante que tiene a Grade (Jane Winton) como su protegida, mientras que Patricia queda como el auténtico patito feo del colectivo familiar. Solo el padre –Dell Henderson- mantendrá una actitud protectoria hacia esta última, aunque su personalidad débil quede apagada en todo momento por la de su esposa. De manera muy brillante, Vidor encuadrará a los componentes de la familia en un picado que, en escasos segundos, nos describirá la rutina de los Harrington en plena comida. Apenas mostrando la manera que tienen de comer una sopa con la cuchara –en una divertida e improvisada danza-, el realizador nos muestra el marco de actuación, provocando el interés del espectador, que muy pronto entrará en la eficacia de un juguete cómico puesto al servicio de las dotes de la Davies –en la que cuenta con un enorme apoyo con la veterana y magnífica Marie Dressler, y de manera más menguada con la pícara galanura de Lawrence Gray al dar vida a un playboy bromista y seductor-, servido por Vidor con un por momentos admirable sentido del timming. Cierto es que nos encontramos en ese 1928 en el que el cine mudo había llegado a unas cotas de madurez supremas, y esa misma circunstancia había fraguado en algunos de los más grandes títulos del cine cómico. El título que nos ocupa no se puede situar al mismo nivel, pero sí que es cierto que su alegre y liviano desarrollo se disfruta plenamente. Lo hace por el buen ritmo de su montaje, la realmente acertada planificación, el equilibrio con el que se intercala el elemento cómico con el sentimental en la pasión que Patricia demuestra por Tony Anderson (Orville Caldwell), pretendiente absorbido por su interesada hermana –ese primer contacto real de ambos en el inesperado paseo en la pequeña barca-, el apoyo cómico que proporcionan los diálogos y puntualizaciones mostradas en los rótulos, o el oportuno inserto de “gags” y situaciones que servirán como acicate cómico en la función. Sin ánimo de ser exhaustivos en este último aspecto, momentos como las bromas que Billy Caldwell ofrece a la matriarca de la familia en el club náutico –genial el gag del ramo de apio que cae en su escote-, el previo del espejo ante el cual se intentan probar el vestuario las féminas de los Harrington poco antes de acudir a dicha cita social, o las imitaciones de diferentes modelos de femme fatale que nuestra protagonista ofrecerá ante el borracho de Billy para atraer su atención –en un fragmento, por otra parte, no demasiado bien definido en sus intenciones-, son ejemplos pertinentes de una comedia que no cabe duda se planteó como un éxito coyuntural, pero que a mi modo de ver conserva el sabor de las brillantes muestras del slapstick que asumió una periodo especialmente dorado para el género. Una referencia que nos podría vaticinar algo que todavía pocos valoran como se debe: que King Vidor era un notable realizador para la comedia. Podría ser algo de perogrullo para uno de los grandes nombres del conjunto del cine americano, pero convendría señalarlo en más ocasiones de lo habitual y, bajo mi punto de vista, el ejemplo de THE PATSY es revelador de esas capacidades.

 

Una última matización. Resulta especialmente destacable el acompañamiento sonoro brindado por Vivek Maddala creado en 2004 con motivo de la restauración del film, en una partitura de tintes modernos que, sin embargo, sabe potenciar los elementos cómicos y románticos del relato.

 

Calificación: 3

1 comentario

Hildy johnson -

Hace unos años tuve la oportunidad de ver Espejismos y la que paga el pato, aunque no las tengo ahora recientemente en memoria sí que recuerdo que me divertí mucho con ambas y que me sorprendió Marion Davies como actriz con una vis cómica especial. Davies sólo la relacionaba como esa actriz que estuvo junto al millonario y magnate de la prensa Hearts, como la otra, la amante. Y que éste la echaba una mano en el mundo del cine para que fuera grande y que luego tras su muerte, la actriz cayó en el abismo. Sin embargo, estas dos películas me confirmaron que quizá su relación con Hearts la perjudicó más como actriz que beneficiarla. De hecho ha caído en el más absoluto olvido, sólo recordada como amante y no como actriz. Ahora leyendo más sobre la historia entre ambos incluso fue ella la que echó en más de una ocasión una mano a Hearts para que su imperio no se hundiera.
Tanto en Espejismos (donde ya se intuye la actracción de los espectadores a este nuevo arte y donde hay multitud de cameos de las estrellas del momento)como en la que paga el pato había escenas en que la Davies hizo que soltara alguna que otra carcajada.

Besos
Hildy