TOGETHER AGAIN (1944, Charles Vidor) Otra vez juntos
Según ha ido pasando el tiempo, he podido apreciar la singularidad en torno a un determinado periodo en la filmografía del norteamericano Charles Vidor. Uno más de los numerosos artesanos del Hollywood de mediado de siglo, caracterizado por su vinculación con la Columbia, y al que se recuerda, sobre todo, por ser el firmante de uno de los títulos más sobrevalorados de su tiempo, GILDA (1946). Sin embargo, el visionado de algunos de sus títulos previos me ha permitido comprobar, no sin sorpresa por mi parte, la existencia de propuestas de notable nivel, centradas en géneros como el western –THE DESPERADOES (Los desesperados, 1943)- o incluso el misterio –LADIES OF RETIREMENT (El misterio de Fiske Manor, 1941). Pero es curioso constatar, que el ámbito en que más a gusto pareció sentirse Vidor fue en el de la comedia, donde brindó propuestas tan atractivas –y opuestas entre sí-, como THE LADY IN QUESTION (La dama en cuestión, 1940) y THE TUTTLES IN TAHITI (Se acabó la gasolina, 1942). A ellas habría que añadir TOGETHER AGAIN (Otra vez juntos, 1944), con la que el estudio de la antorcha aprovechó el tirón generado por la pareja formada por Irene Dunne y Charles Boyer en títulos rodados pocos años antes por Leo McCarey y John M. Stahl, integrando en esa atractiva aportación al género brindada por dicha major –que en años precedentes conocería emblemáticos referentes, firmados por McCarey, Cukor, Capra o, en menor medida, el agradable Alexander Hall- , y que bastantes décadas después va llegando hasta nosotros de manera escalonada, pero percibiendo en la misma una integración en los parámetros tardíos de una Screewall Comedy, que aún en esos años, seguía ofreciendo títulos valiosos.
Partiendo de una historia en la que participó el posterior blackisted Herbert J. Biberman, TOGUETHER AGAIN aparece como una curiosa y divertida combinación de comedia romántica insertando en ella parámetros críticos extraídos de los exitosos modos implantados por Preston Sturges. En este caso, la mirada crítica se exterioriza en el entorno de la cerrada y provinciana población de Brookhaven, en Vermot. La película se inicia con el enésimo homenaje a la estatua del cercano prócer que encabezó la población hasta el momento de su muerte, y de la que su viuda, Anne Crandall (Irene Dunne), es entregada y eficiente alcaldesa, aún a costa de perder toda posibilidad de una vida más abierta y moderna. Junto a Anne vive su suegro, Jonathan (Charles Coburn) y también su hijastra Diana (Mona Freeman), mientras que un extraño incidente –un rayo que corta la cabeza del mismo-, motivará la sugerencia de instalar una nueva estatua, lo que pondrá en contacto a nuestra alcaldesa con el escultor newyorkino George Cordway (Charles Boyer). El encuentro con este artista mundano supondrá, desde el primer momento, la apertura hacia una segunda oportunidad vital para Anne. Y en definitiva, el ulterior devenir de TOGETHER AGAIN, se dirimirá en torno a la oposición de modos de vida representados en los personajes de la alcaldesa y el escultor. Pronto se establecerá ese necesario feeling, insertándose el equivoco en la hilarante secuencia de la insólita redada en el café Leonardo’s, donde la recta alcaldesa será detenida, al ser confundida con una bailarina de strep tease. Hasta entonces, y aún después, en su regreso a la provinciana localidad, tendrá un papel desternillante, ese sombrero en forma de gran flor blanca, que Anne portará en la cabeza como símbolo de su aventura. La mera sucesión de planos medios de esta con el ridículo sombrero, provocará una extraña sensación de hilaridad, insertando el relato en una espiral de aguda diversión, a la que contribuirán los constantes y casi patéticos esfuerzos de esta por librarse del mismo, que ha quedado como símbolo de una aventura de frustrante resultado.
Con ser extremadamente divertido todo este episodio, lo cierto es que el devenir de TOGETHER AGAIN proporciona placeres igualmente placenteros. Vidor es capaz de transmitir –con la ayuda de sus guionistas-, la mezquindad que rodea la población, con el acertado uso de la elipsis, y la presencias de algunos roles secundarios sensacionales. Es el caso de ese responsable del periódico de la población, eterno candidato opositor a la alcaldía ¡que tiene la redacción a espaldas de la estatua!, o esa malcarada criada –Jessie (sensacional Elizabeth Paterson)-, exteriorizando en todo momento su personalidad represiva. El inesperado viaje de Cordway a Brookhaven, abrirá una segunda mitad, en la que nuevos y disolventes equívocos se sucederán, en una comedia en la que las variaciones de la meteorología serán tomados como señales del difunto esposo de la alcaldesa, en la que el suegro buscará a toda costa que su nuera vuelva a vivir la vida entregándose al escultor, en la que la puntual aparición de ese ridículo sombrero no harán más que incidir en el grado de hilaridad de su propia existencia, y en el que la constante presencia del tango “Adiós muchachos” –impagable los instantes en los que la Dunne entona el mismo en castellano, en un arranque desinhibido-, aparecerá como señal inequívoca de la huella que en el hogar de los Crandall ha marcado la presencia del elegante escultor. Llegará hasta el límite de provocar el enamoramiento de Diana hacia este, iniciando una absurda y delirante situación, en la que el hasta entonces novio de esta –Gilbert (Jerome Courtland)-, despechado, ponga sus ojos en la propia Anna, en un drástico cambio de roles que tendrán que resolver los propios artífices de esta relación.
Una llamada a la autenticidad, a la oportunidad de vivir una nueva vida, en la que ni siquiera el descubrimiento de la detención de su alcaldesa, permitirá liberar de dicha responsabilidad, a unos habitantes que han decidido de manera colectiva ignorar la noticia. Provista de un admirable sentido del ritmo –apenas se registran baches-, una capacidad en el manejo diestro de los resortes de la comedia, hasta apurar casi hasta el máximo sus posibilidades –tal vez solo quepa reprochar la ausencia de una mayor presencia del periodista local-, justo es reconocer que TOGETHER AGAIN se beneficia de la perfecta alquimia manifestada entre la que fue una de las mejores actrices que el género albergó en sus historia, contrastada con la elegancia y la charme de un Charles Boyer, con quien comparte secuencias en las que más que asistir a duelos interpretativos, uno percibe una extraña sensación de autenticidad de dos seres que se conocen y, en verdad, se aprecian. No era de extrañar, máxime cuando ambos brindaron dos grandes ensayos previos, logrando trasladar a su punto más álgido, una comedia apenas reseñada en los anales del género pero que, por fortuna, se disfruta en su gozosa y remarcable modestia. El aporte de un siempre oportuno fondo sonoro –uno de los secretos para el perfecto engranaje del género-, ayudará al devenir de una propuesta que culminará de manera desopilante, con la eterna y supuesta ingerencia del espíritu fallecido de Anne, mediante unos constantes truenos de tormenta, que le forzarán a su reencuentro con Cordway ¡y mostrándose de manera visual con la humanización de estos truenos en la pantalla!
Calificación: 3