Considerada en su momento entre la crítica norteamericana, y también entre la francesa, un auténtico clásico del género, aunque décadas después su referencia haya decaído, sin faltar voces que apelaban a una sobreestima sobre su resultado-, considero WILL SUCCESS SPOIL ROCK HUNTER? (Una mujer de cuidado, 1957), el primero de los logros alcanzados por Frank Tashlin. Aparecían todos ellos en un género donde se erigiría como un puntal –ni entonces ni ahora, aún no reconocido del todo en USA-, en ese segundo periodo dorado de la comedia, establecido en el decenio iniciado a mitad de la década de los cincuenta. Habiendo ya tenido ocasión de dirigir en dos ocasiones a la figura sobre la que osciló el conjunto de su carrera –Jerry Lewis-, Tashlin abandonó en dos ocasiones su estudio de siempre –la Paramount-, para adscribirse a la 20th Century Fox, en donde dirigió un conocido díptico, protagonizado por Jayne Mansfield. El primero de dichos exponentes fue THE GIRL CAN’T HELP IT (1956), centrada en el mundo del Rock & Roll, mientras que el que ocupa estas líneas auspiciaba también dentro del formato satírico, una mirada disolvente sobre la incidencia de los mass media en la Norteamérica de su tiempo. Nada escapa a la mirada satírica de la propuesta, basada en la obra teatral de una figura de especial referencia dentro de la configuración del género, como fue George Axelrod. Sin embargo, Axelrod confesó que nunca había visto esta película, de la que señalaba que Tashlin había cambiado todo, relegando lo que era una sátira sobre el mundo del cine, para sustituirlo por otra sobre el de la televisión.
Pese a mi admiración sobre Axelrod, estimo que no le transmitieron el alcance de la mirada global que Tashlin brinda en su conjunto, dominada por el fanatismo sobre el mundo de las estrellas, la publicidad, los colores chillones de la época, el arribismo de los ejecutivos y, en conjunto, esa alienación colectiva fruto de un contexto social de aparente bonanza. Es así como bajo una farsa en apariencia inofensiva, lo cierto es que el gran director logra describir una mirada casi aterradora, en donde no se sabe si resulta más mezquina la lucha de los ejecutivos por ascender socialmente, o más reprobable el fanatismo de las mujeres por seguir a una estrella de mente obtusa y presumible nulo talento, o una población idiotizada por el consumo de la publicidad televisiva, la mejora de su aspecto físico, o el respeto casi reverencial hacia las publicaciones cinematográficas, o las noticias generadas por buitres como Louella Parsons. De todos modos, personalmente considero que lo más valioso de WILL SUCCESS SPOIL ROCK HUNTER? no son precisamente aquellos elementos satíricos y metacinematográficos ubicados en un primer término. Es decir, desde el pregenérico y la presencia de Tony Randall tocando con batería la sintonía del estudio, los caricaturescos títulos de crédito, o ese intermedio en el que se ironiza en torno a los formatos televisivos, e incluso las dramatizaciones radiofónicas. Por encima de dichos elementos, por otra parte consustanciales al mundo temático y visual de Tashlin, este logra articular esa visión del mundo que le situaría entre los grandes realizadores de su tiempo. Es algo que supo vislumbrar la crítica francesa ya en aquellos momentos, pero que aún resta por ser reconocido a la hora de situar su trayectoria creativa, no solo como una de las más valiosas dentro del conjunto que logró renovar la comedia cinematográfica de su tiempo.
Es cierto, el mundo de Frank Tashlin en general, y el de WILL SUCCESS SPOIL ROCK HUNTER? en particular, está dominado por ese cromatismo saturado, por una dirección artística dominada por la irrealidad –que tendrá en esta ocasión un especial epicentro, en aquellas secuencias desarrolladas en el interior del edificio que comanda Irving La Salle Jr. (John Williams), en donde la disposición de despachos, elementos ornamentales y cuadros, y el uso del CinemaScope, parece engullir a sus personajes-. Abundarán los gags y las situaciones divertidas. Entre ellas, no puedo dejar de resaltar el antológico de la caída de Hunter, cuando se dispone a dejar sus huellas de cemento a la fama, todo aquello que rodea a Rita Marolowe (Mansfield), leyendo en el baño Peyton Place, dispuesta en todo momento como una parodia del busto destacado de Lana Turner. En el protagonismo que, una vez más, otorgará a los animales, humanizándolos en sus relatos como clara herencia del cartoon –en este caso el caniche de Marlowe-, al que llegaremos a contemplar esquiando-.
Pero más allá de su visión de la comedia, de la capacidad que articula en todo momento para ser cruel en la mirada de la sociedad que retrata, pero al mismo tiempo amable en su plasmación visual, la verdadera maestría de Frank Tashlin reside, bajo mi punto de vista, en dos elementos en apariencia dispersos, pero que en su complementariedad, alcanzan la necesaria alquimia para que, en los mejores pasajes de su cine, podamos hablar de un auténtico creador cinematográfico. Por un lado, es obligado reseñar la extraordinaria facultad que albergaba para introducir certeros apuntes melodramáticos, dentro de sus comedias. Al mismo tiempo, estos se incardinaban con admirable pertinencia con ese constante rodeo que articulaba con una extraña poesía fílmica de alcance surrealista, logrando elevar sus realizaciones. Puede ser que en esta película se vislumbren diferencias, a la hora de disociarla con la querencia del realizador por la Paramount, pero no por ello cabe limitar el alcance de un logro incuestionable en el devenir de la comedia americana. Un resultado que dentro del ámbito de los rasgos antes señalados, aparecen en esa delirante irrealidad que presiden gags tan hilarantes como la caída del anuncio de Rita silueteada, que volverá a su punto de partida por la presumible presión de su busto, o esa salida de la alcantarilla de Hunter, perseguido por fans que igualmente emergen de las mismas. No obstante, no habrá instante más rotundo que el plano exterior que mostrará la salida a la calle de Tony Randall, tras su primera visita al apartamento donde se encuentra Jayne Mansfield, superado por el encuentro, hasta el punto de hacer que los coches paren en silencio cuando cruce el asfalto.
Pero más allá de esa receta mágica que Tashlin manejó con pocos, lo cierto es que en su cine, más allá de contemplar personajes dominados por la distorsión, estos albergan en todo momento la mirada cariñosa de su artífice, hasta volcar en ellos sensaciones que transmiten una singular manera de entender el drama de unos seres insertos en un marco, en donde la sonrisa se transforma, por momentos, en una mirada cómplice. En WILL SUCCESS SPOIL ROCK HUNTER? lo exteriorizará Tashlin en todas sus principales criaturas. En la añoranza de Rita Marlowe por un viejo amor… que permitirá la inesperada aparición final de un Groucho Marx en plena forma. En la confesión de Joan Blondell sobre un amor que contempló en el periodo silente… que le dejó una nostalgia por los productos lácteos, y una venenosa ironía en sus comentarios. En los desesperados intentos de la novia de Hunter por mantenerse en forma, que le llevarán a sufrir una contracción muscular que le mantendrá con los brazos extendidos… incluso estando dormida. En cualquier caso, si hay un episodio inesperadamente conmovedor en una comedia tan divertida, se encuentra a mi juicio en la secuencia confesional desarrollada entre Tony Randall y John Williams en el despacho del segundo, donde este confesará a Hunter su inadecuación al cargo, y las razones familiares que le llevaron al mismo para su desgracia, rompiendo su deseo inicial de ser floricultor. En un solo plano, con una cadencia casi musical, utilizando la escenografía y el movimiento de los actores, Frank Tashlin demostrará, por si alguien lo dudaba, que no solo era un maestro de la comedia sino, sobre todo, alguien que tras las costuras del humor, sabía comprender las debilidades de los seres humanos.
Calificación: 4