INTOLERABLE CRUELTY (2003, Joel Coen) Crueldad Intolerable
Los hermanos Coen -aunque sus obras las firme siempre uno de los dos, Joel-, han logrado con su obra concitar un especial interés. Desde su deber en 1994 con SANGRE FACIL (Blood Simple) han configurado una decena larga de realizaciones de carácter desigual, que oscilan –siempre bajo mi punto de vista y entre los siete films suyos que he logrado ver- entre el espléndido clasicismo y la mirada personal de MUERTE ENTRE LAS FLORES (Miller’s Crossing, 1990) y el casi total fracaso de EL GRAN SALTO (The Hudsucker Proxy, 1994).
Entre todas se brinda una trayectoria variada. Ni tan brillante como sus exegetas quieren hacer valer a toda costa, ni tan decepcionante en su desarrollo diluyéndose en unas películas que oscilan entre el manierismo, miradas personales, elementos grotescos, peculiares repasos a géneros y subgéneros. Como si desearan proporcionar un extraño recorrido a los estereotipos del Hollywood clásico se ofrecen la mayor parte de sus producciones.
Y las comedias sexuales, o como diría el gran guionista George Axelrod, las películas de tetas y culos, son el objeto de este CRUELDAD INTOLERABLE (Intolerable Cruelty, 2003). Curiosamente, en el mismo año se estrenaba otra película que –aunque con otra estética- incidía en la clara revisitación de la comedia sexual sixtie. Me estoy refieriendo a ABAJO EL AMOR (Down With Love, 2003. Peyton Reed) –que considero más apreciable que la que nos ocupa-. Habría que establecer de una vez por todas la valía de buena parte de los modos de aquella segunda edad de oro del género, en líneas generales plasmando en su análisis la valía de bastantes de sus propuestas –sus elementos visuales, intérpretes, look, enfoques narrativos y temáticos-.
Pues bien, muchas de estas disgresiones vienen a la mente al contemplar este uno de los últimas realizaciones de los Coen. En el se nos cuenta el azaroso encuentro entre el poderoso abogado Miles Massey (George Clooney) y la astuta Marylin Rexroth (Catherine Zeta-Jones) en el bufete en el que trabaja el primero en Los Ángeles. A lo largo de la película se produce una nueva muestra de la guerra de los sexos en la relación entre ambos personajes, fraguándose una relación de conocimiento, embustes, rechazo, venganza y finalmente secreto amor. Todo ello se manifestará en una serie de engaños entre ambos que pondrán a prueba tanto la eficacia de Massey como abogado y su desaforado narcisismo, al tiempo que la capacidad de seducción y astucia de Marylin.
Es evidente que sus artífices conocen bien el periodo que, de forma indirecta, tratan en este film de ambientación actual por otra parte. Las triquiñuelas laborales de Massey revelan un divertido sentido de una actividad profesional realmente carroñera y destinada a elementos y parejas de clases altas en las que abunda la codicia y escasea el sentimiento amoroso. Por su parte, la Rexroth no esconde jamás su intención de situarse en la vida con fortuna utilizando las armas de su atractivo seductor. En esas situaciones se encuentra le mejor de INTOLERABLE CRUELTY con especial mención a las argucias de Massey para dar la vuelta a los planteamientos de juicios inicalmente perdidos.
Sin embargo, una vez más los Coen inciden en algunos de los tics que lastran parte de su filmografía. Entre ellos una tendencia a planos y tipos grotescos que desentonan con otros de composición más clásica. Pero fundamentalmente lo que mas echo de menos es una homogeneidad en su timming cómico, algo que era una receta mágica en las comedias en las que se basa. Y es que, por poner un ejemplo y sin recurrir a títulos por todos conocidos, tiene mil veces más eficacia y es mucho más divertida por ejemplo BROMAS CON MI MUJER... NO (Not, With My Wife You Don’t, 1966. Noman Panamá) que una producción que en todo momento conserva una mirada mimética y con aire de superioridad sobre lo que se homenajea.
No es menos cierto que CRUELDAD INTOLERABLE conserva algunos momentos magníficos –los breves instantes del reencuentro tras la cena de la pareja protagonista y que preceden a su boda (son impagables sus planos en el ascensor con ambos compungidos)-, tiene una duración ajustada o algunos personajes secundarios divertidos en la mejor tradición del Tony Randall de los años sesenta –el abogado amigo de Massey-. Sin embargo, en la presencia de la pareja protagonista se produce a mi juicio un cierto desequilibrio, partiendo de la base de su evidente glamour. Y es que si la Zeta-Jones está fantástica con su belleza y capacitación para el género, Clooney por el contrario sobreactúa cuando no le haría ninguna falta hacerlo –uno de los vicios del cine de los Coen-, imitando en reiteradas ocasiones una molesta sonrisa que parece heredada de Keanu Reeves o Vince Vaughn.
Calificación: 2
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