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CINEMA DE PERRA GORDA

SUPERNATURAL (1933, Sobrenatural) Victor Halperin

SUPERNATURAL (1933, Sobrenatural) Victor Halperin

Hace unas semanas insertaba en este blog un amplio comentario del poco conocido film de Victor Halperin, escrito cuando contemplé una copia en video hace un par de años. A raíz del mismo, el buen amigo y compañero cinéfilo Luís Fernando Rodríguez tuvo la oportunidad de contemplar esta excelente e insólita obra, enviando este amplia reflexión que por su interés se inserta en este blog.

Hay alguna que otra relación entre dos figuras enigmáticas, también “directores malditos”, como fueron Victor Halperin y Albert Lewin. Los dos fueron productores y a la vez directores y también los dos mostraron siempre un cierto interés por el “más allá” (no olvidemos que en Dorian Gray ya simplemente los primeros versículos tomados de los Rubayyait así lo atestiguan o en Pandora enteramente a través de la figura de James Mason), pero en Sobrenatural el nexo es mayor.

Sobrenatural comienza a la manera de Lewin, o sería correcto mejor decir, las dos películas emblemáticas de Lewin comienzan a la manera de esta extraña y sorprendente película-. Si en Lewin, tanto en Pandora como en El retrato, se establece una alusión aclarativa del verdadero y posterior desarrollo de las dos películas (a través de las citas a los Rubayyait), el comienzo de Sobrenatural está plagado de alusiones, siempre relativas al más allá; Tres citas de Confucio, Mahoma y San Mateo, tomada esta última de los evangelios, nos introducen o aventuran acerca de la temática de la película e introducen, a través de planos cortos, rápidos y más nerviosos de lo que pudiésemos pensar de una película hecha en los albores del cine sonoro, a la figura de Ruth Rogen (Vivienne Osborne), a la postre, sádica criminal ajusticiada dotada de una poderosa fuerza en sus manos, capaz de estrangular a un hombre (inserto de las manos de Rogen destrozando literalmente un vaso metálico). También los insertos periodísticos siempre están presentes a lo largo de la película. Luego, automáticamente, un salto en el tiempo y el espacio para detenerse la cámara en la figura del doctor Houston (el siempre excelente H.B. Warner impagable en su papel de Chang en Horizontes perdidos) formulando una extraña hipótesis sobre la posesión y el asesinato (el doctor Houston cree que ciertos criminales cometen sus actos poseídos por el espíritu de otro asesino, siempre ajusticiado). Posteriormente veremos como esta teoría también la lleva o intenta llevarla a la práctica mediante un experimento que desencadenará todo el extraordinario final.

A todo esto los planos, siempre elegantes, se suceden sin interrupciones y cada plano nos muestra algún hecho que luego va a ser determinante en el desarrollo del drama. De esta forma, el farsante y asesino Paul Bavian (Alan Dinehart) penetra (su entrada en escena es de espaldas y amparándose en las sombras) en un mausoleo donde llevará lo que aparentemente parece un extraño rito sobre el ataud de un hombre (un inserto nos dice que se llama John Courtney) y que luego sabremos que es la confección de una máscara mortuoria; su posterior y lógica explicación vendrá más tarde. Su entrada, de espaldas a la cámara ya nos prefigura el carácter negativo del personaje.

Y sin embargo, poco después, Halperin hace lo mismo con la figura de Roma Courtney (Carole Lombard en un extraordinario y versátil registro interpretativo, como siempre, sus miradas y sus gestos lo dicen todo), pero esta vez rodeada de un grupo de personas y entrando en una mansión, esta vez a la luz del día, figuras todas ellos de negro, mostrando esta vez el drama de un personaje que a perdido a su ser mas querido (Carole Lombard sube unas escaleras tapada por un velo, negro, al igual que Madge Bellamy aparece con un traje blanco que se asemeja, tal como dijo Jose María Latorre, a un sudario, en White Zombi).

Automáticamente el plano secuencia posterior de Carole Lombard en la habitación con el plano sobreimpreso de la figura de su hermano sobre un espejo y los insertos en los detalles nos dicen mucho (Halperin no necesita el comentario o subrayado de ningún personaje, ya los planos lo dan todo por hecho) de la gran unión que debió existir entre los dos hermanos. Aquí el pasado siempre hace acto de presencia (y no sólo en la curiosa teoría del doctor Houston). Un disco reproduce la voz del gemelo Courtney ante la melancólica mirada de su hermana
El personaje de Bavian está mostrado como un espiritista fraudulento, sin escrúpulos (nos hace pensar también en cierta manera en el personaje de Tyrone Power en El callejón de las almas perdidas, aunque desde otra perspectiva) pero sus apariciones no provocan inquietud, salvo en un aspecto: Bavian gira nerviosamente su anillo(impregnado en veneno) cuando va a cometer un asesinato; en cierta manera, el es también una víctima. De esta manera, la aparición de la portera en el domicilio de Bavian anticipa su posterior asesinato a manos de este y los primeros planos sobre el anillo y las manos de Bavian ya son el prefijo de un crimen (a la manera de lo que Florey haría después en La bestia de los cinco dedos).

Pero el fantástico hace realmente su aparición con al entrada de Roma y su enamorado Grant (Randolph Scott en una de sus primeras apariciones en el cine) en el domicilio del doctor Houston con una serie de secuencias que se van sucediendo a un gran ritmo y que van provocando una sensación de inquietud a la vez que hace su reentrada, en plano general, la figura de Ruth Rogen, como objeto del experimento.

Pero es en la extraordinaria secuencia de la segunda sesión de espiritismo, en casa de Bavian, seguida de la posesión de Roma (a partir de aquí Ruth Rogen en el cuerpo de Roma), con el primer plano de Lombard enlazando con Scott y con H.B. Warner, buscando, para luego centrarse en la figura del espiritista Bavian, el objeto de su búsqueda e interés, y esos primerísimos planos de los ojos asesinos, amenazantes, aterradores en la secuencia del barco, donde se demuestra esa gran inteligencia de Halperin puesta casi siempre al servicio del género fantástico, o esas dos sombras, casi dos espectros, proyectadas en la puerta de un apartamento, o Carole Lombard (ahora Ruth Rogen) reflejándose en un espejo y contemplando orgullosa su nuevo rostro, o el retrato en el apartamento de la Rogen, objeto estático inquietante, amenazante, o finalmente toda la escena, ejemplar, del barco, con el desenlace en la escena del ahorcamiento de Bavian, convirtiéndose en una mera sombra, casi un pelele colgando de una cuerda.

Quizás sólo sobran algunos insertos de más, como la segunda vez que las manos, esta vez de Lombar, estrujan un vaso, o la aparición de la indigesta casera del espiritista, cuyo personaje sólo es un pretexto para mostrar el lado criminal de Bavian.

La primera etapa de los años treinta en Hollywood fue prolija en grandes películas con el género fantástico como protagonista. Ahora pasan por mi mente las para mi grandes obras maestras de esta época: El hombre y el monstruo, Freaks, El malvado Zaroff, King Kong, El gato negro o La novia de Frankenstein. Figuras como Mamoulian, Browning, Schoedsack y Cooper , Ulmer o Whale ya están por méritos propios en la cima del fantástico. Pero Halperin, al menos a través de esas dos grandes películas como son White Zombi y Supernatural, merece también estarlo por méritos propios.

Öjala alguien se acuerde algún día de proyectar este o alguno de sus otros tres desconocidos títulos (quizás, sobre todo Revolt of the zombis, película que no he visto, pero que parece a todas luces de interés a priori) en algún medio televisivo.

Luís Fernando Rodríguez - Octubre de 2004

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