TEXASVILLE (1990, Peter Bogdanovich) Texasville
Parece que sea un común acuerdo olvidarse en nuestros días de la trayectoria de Peter Bogdanovich. Cada vez que veo al lenguaraz de Martin Scorsese en sus documentales sobre cine no dejo de recordar la inapreciable labor que Bogdanovich realizó en este sentido revalorizando de primera mano –a muchos de ellos los conoció y entrevistó personalmente- los grandes realizadores de la cinematografía norteamericana. Fruto de esa labor en nuestro país nos quedan algunos libros ejemplares -entrevistas a John Ford, Fritz Lang y Orson Welles, mientras que nos quedamos con la deuda pendiente de la traducción del volumen titulado Who the Devil Made It (inapreciable serie de entrevistas a algunos de los más grandes nombres del cine clásico) -reconozco que lo tengo en inglés- y cada vez que le hecho un vistazo no dejo de sorprenderme por el hecho de que ningún editor se ha animado a traducirlo hasta la fecha.
Al margen de ello quisiera en este comentario que de forma muy sucinta sirviera para reivindicar una trayectoria cinematográfica como la de este realizador, todo lo irregular que se quiera –y en este sentido cabría reflexionar si es más valiosa una filmografía muy corta y equilibrada u otra más extensa y desajustada, dejemos ahí la digresión-. En cualquier caso quisiera que estas líneas sirvieran para recordar que el norteamericano tuvo uno de los debuts más deslumbrantes del moderno cine USA –EL HÉROE ANDA SUELTO (Targets, 1968)-, y se consagró con el que supone a mi juicio uno de los mejores films de las últimas décadas –se que es mucho decir pero así lo pienso- LA ÚLTIMA PELÍCULA (The Last Picture Show, 1971). Con franqueza, cualquier realizador con esos dos únicas realizaciones a sus espaldas ya merecería un respeto ad eternum, por más que el resto de su filmografía fuera más desigual. Pero es que entre las ocho películas suyas que he visto suyos hasta la fecha y al margen de las antes citadas, mas allá de constatar una serie de cualidades de realización y un buen nivel medio general, no puedo omitir otro título excelente como SAINT JACK, EL REY DE SINGAPUR (Saint Jack,1979). Cierto es que me restan por visionar títulos suyos poco apreciados –quizá alguno de ellos también valioso-, pero creo que esa industria que lo encumbró rápidamente muy pronto “enterró” una figura a la que tengo más aprecio que lo común en nuestros días –mucho más que el astuto Scorsese por mencionarlo de nuevo-, y que creo aún tiene algo que decir en el mundo del cine.
Dentro de una filmografía no muy extensa hasta la fecha, no es menos cierto que TEXASVILLE (1990) puede considerarse uno de los empeños más personales del realizador entre sus últimos títulos. Es evidente que el hecho de retomar la presencia de los inolvidable personajes de la memorable THE LAST PICTURE SHOW tres décadas después no deja de ser una iniciativa interesante y no muy frecuentada en el cine. Al mismo tiempo hay que reconocer que el empeño de Bogdanovich logra traspasar con enorme habilidad los dos riesgos que con mayor facilidad pudieran haberse adueñado del film. Por un lado su dependencia con el modelo original –que logra ser traspasado al adquirir TEXASVILLE personalidad propia; no hace falta haber visto THE LAST... para penetrar en esta producción-. De otra parte es fácil constatar que su metraje no incurre en esa autocomplacencia que cualquier otro realizador menos diestro hubiera introducido sin dudarlo –y con la mentalidad puesta en los Oscars y demás-. En su lugar, se nos ofrece un relato lo suficientemente maduro, denso, bien estructurado y dramatizado, sobrio y tamizado con elementos de comedia. Bajo la labor como guionista del propio Bogdanovich y tomando como referente la novela de Larry McMurtry, recuperamos en 1984, treinta años después, la entrañable humanidad de personajes que nos dejamos en Anarene que hoy día parece mantenida en el pasado, por más que las comodidades del progreso se hayan integrado en las mismas.
Una lenta y extensa panorámica hacia la izquierda y ocupando los títulos de crédito nos describe esa situación hasta llegar al personaje de Duane Jackson (Jeff Bridges), que se encuentra en un “jacuzzi” casero, disparando con su pistola –el realizador se cita a sí mismo (TARGETS)-. A partir de ahí tenemos noticia de que este se ha enriquecido con los negocios petrolíferos pero se encuentra en bancarrota. Se encuentra casado con Karla (excelente Annie Potts), tiene varios hijos y a su entorno se ofrece la galería de personajes que recordamos como el de Sonny Crawford (el maravilloso Timothy Bottoms), que actualmente es alcalde de la pequeña ciudad pero se encuentra trastornado, ausente y lleno de recuerdos –es el único personaje sobre el que Bogdanovich aplica una mirada llena de añoranza sobre el Anarene que vivió en su juventud-. De pronto regresa a la polvorienta ciudad Jacy Farrow (sensacional Cybill Shepherd), la antigua novia de adolescencia de Duane, que volverá a trabar contacto no solo con él sino con los componentes de su familia.
A partir de este contexto global Bogdanovich construye un relato en el que se aprecia con facilidad el empeño personal, en el que el fantasma del fracaso y de los perdedores de la Norteamérica de la época reaganiana –tal y como nos recuerda el corte radiofónico insertado en el plano inicial- y, fundamentalmente esa mirada dura y nihilista hacia el devenir de una vida en la que lo que importa es dotarla de experiencia personal aunque el peso del pasado en ocasiones ahogue el presente. Si algo cabría destacar en esta película es la sabiduría y más que aplicada profesionalidad que el realizador ofrece en su metraje. Desde una uniformemente excelente dirección de actores –en la que quizá tan solo desentone el joven William McNamara-, hasta una narrativa clásica y cuidada en la composición de sus encuadres caracterizada por el experto manejo de la panorámica, el plano / contraplano y –muy especialmente- los planos secuencia que permiten instantes confesionales de gran sinceridad en la evolución de sus personajes. En esta línea cabe destacar determinados momentos “a dos” registrados entre los tres principales; Duane / Karla, Duane / Jacy, que se erigen en esplendidos instantes de buen cine. Al mismo tiempo habría que resaltar la magnífica fotografía en color de Nicholas Von Sternberg (hijo del célebre realizador cinematográfico) caracterizada por sus tonos luminosos y tristes.
Bogdanovich quiso trasladar en buena medida la temática y tonalidad de esta estupenda película a la posterior ESA COSA LLAMADA AMOR (The Thing Called Love, 1993), logrando unos resultados menos homogéneos que en esta ocasión, pero al menos un título caracterizado por su honestidad. En cualquier caso, sirvan las imágenes de TEXASVILLE –que concluye con la misma desesperanza emocional que su ilustre precedente-, como una propuesta arriesgada de un director lleno de talento encaminada a retornar a un camino pisado con autenticidad y a la que cabría objetar únicamente ciertos momentos caracterizados por su morosidad y algunos momentos de comedia –la batalla de huevos en pleno aniversario del centenario- quizá no muy bien integrados en el conjunto.
Calificación: 3’5
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