LES SOEURS BRONTË (1979, André Techiné) Las hermanas Brontë
Sin ser un especial seguidor del cine francés en sus últimas décadas, he de reconocer que si tuviera que citar un realizador que procuro seguir en la medida de mis posibilidades este es André Techiné. Este interés no he podido verlo compensado con un mayor acercamiento a su obra ya que mi “descubrimiento” de su obra es ciertamente tardío y ello ha motivado que hasta la fecha no me haya podido acercarme más que un porcentaje minoritario de sus títulos, que se inició cuando hace pocos años me sorprendió la fuerza que manifestaba RENDEZ-VOUS (1985). Ya en aquella ocasión pude detectar su intensidad, talento cinematográfico, experta dirección de actores y, fundamentalmente, una especial sensibilidad que le hacía huir de las corrientes imperantes, plasmando una trayectoria todo lo discutible que se quiera pero indudablemente personal, que ha dado como fruto más o menos reciente una película excelente como LEJOS (Loin, 2001) –todo un ejemplo como tomar como base la problemática de la inmigración norteafricana en España para trazar un hermoso relato de pasiones, evocaciones y nostalgias-.
LAS HERMANAS BRONTË (Les soeurs Brontë, 1979) es una de las primeras películas de Techiné y ciertamente la menos lograda de las cuatro suyas que he podido ver hasta la fecha. No por ello voy a señalar que se trate de un resultado olvidable, pero de alguna manera en él se detectan bastantes de sus virtudes como realizador, por más que aún coexistan elementos que denotan una ausencia de las sutilezas que posteriormente definirán obras posteriores. La película narra la novelización de la aventura vital de los jóvenes hijos de la familia Brontë, que tienen su único exponente masculino en la admirada figura masculina de Branwell (Pascal Gregory), a la que acompañan sus tres hermanas; Emily (Isabelle Adjani), Charlotte (Marie-France Pisier) y Anne (Isabelle Hüppert). Todos ellos se han criado en un ambiente represivo al ser hijos de un viejo pastor (Patrick McGee), en el contexto de una Inglaterra rural y provinciana del siglo XIX. Ambos igualmente dan señales de una inusual sensibilidad artística que se patentiza en una disposición para la pintura de Branwell y a la literatura por parte sus tres hermanas, con especial mención en la figura de Emily, contraria en todo momento a que se publiquen sus escritos.
A partir de estas premisas y por medio de una excelente recreación formal y cuidadísimo tono fotográfico, vemos discurrir, el devenir de unas vidas marcadas por un aliento trágico. En efecto, su recorrido está marcado por una mirada sensible y llena de tristeza. Una mirada que habla de la rebelión contra las convenciones de la moralidad de la época –Emily se rebela contra ellas en un momento dado vistiéndose de hombre y retozando en el campo; Branwell tiene una apasionada historia de amor con la esposa de un acaudalado terrateniente que lo ha contratado como profesor de francés para sus hijos-, resultando incluso desasosegadora en su contemplación por su tristeza y determinismo.
Sin embargo, si por algo destaca este film es por detectarse en el mismo una ya más que incipiente sensibilidad cinematográfica por parte de Techiné. Aunque logre solo parcialmente desembarazarse del territorio del cine de qualité a la francesa –con el lastre de ubicarnos dentro de una ambientación británica-. Cierto es que a lo largo de su metraje este especial esmero formal es evidente y favorece la intensidad dramática de su conjunto. A ello contribuye la excelente dirección de actores del conjunto del reparto –en el que siento tener que excluir a una Isabelle Adjani que me resultó molestísima con sus mohines y aires de incipiente “monstruo sagrado”-, y contribuye igualmente la dirección de la planificación y montaje del film, que combina secuencias intimistas e intensas con la presencia de paisajísticos planos generales y panorámicas que permiten dotar de respiración el conjunto, pero al mismo tiempo complementa ese aire mortuorio y triste de su conjunto.
LAS HERMANAS BRONTË al mismo tiempo incorpora en su discurrir una nada solapada reflexión sobre la importancia de la mujer, de la individualidad, del derecho a ser libre y traspasando todo ello a la personalidad de la expresión artística como catalizador de todos estos sentimientos. Una simbiosis de todo ello se puede trasladar en el film cuando se publican las primeras obras de Emily que firman con pseudónimo las tres hermanas, y cuya fuerza literaria los expertos elucubran no pueden haber sido elaborada por un hombre.
Entre los elementos que lastran el conjunto de esta realización de Techiné podría citarse una muy palpable morosidad narrativa –algunas secuencias habrían ganado en fuerza con un mayor ajuste de metraje-, hay una excesiva dispersión entre sus principales personajes –las andanzas de las tres hermanas carecen de densidad en conjunto-, y es evidente que el look imita títulos cercanos en el año de producción como es el BARRY LYNDON (1975) de Stanley Kubrick o el más cercano LOS DUELISTAS (The Duellists, 1977) de Ridley Scott, con la que afortunadamente se desmarca de su esteticismo de índole publicitaria.
Ciertamente y pese a que la película se centra en la vertiente femenina del film, creo que el personaje mejor trazado del mismo es el del único hermano varón. La figura de Branwell, su relación con la acaudalada Mrs. Robinson –atención a los primeros planos de la interpretación de Gregory en la secuencia en que se sincera con ella- conforma algunos de los elementos más interesantes de la película. Al mismo tiempo resultan especialmente reseñables los detalles macabros que salpican sus secuencias, en especial la plasmación de las diferentes muertes que jalonan su andadura. Desde la presencia de la anciana cuidadora cuyos sufrimientos antes de fallecer evoca con angustia Branwell, la propia muerte de este –con el detalle de morir con la boca abierta y siendo imposible esta de ser cerrada una vez muerto- o la mejor imagen de la película; esa intensa presencia del cadáver de Emily desnudo y sentado en una silla presto para ser amortajado –antes de fallecer esta se ha puesto la chaqueta de su hermano ya desaparecido, siendo presta de un ataque de angustia-.
Es justo destacar en LAS HERMANAS BRONTË un tercio final excelente –la primera media hora es por el contrario algo morosa-, redondeando en su conjunto una película finalmente interesante, mas en la configuración de la obra de un director realmente brillante que por su carácter deudor de la qualité de la época, siquiera tenga una especial sensibilidad en su desarrollo.
Calificación: 2’5
1 comentario
Ana Mª -
Gracias.