TAKING LIVES (2004, D. J. Caruso) Vidas ajenas
Hace unos cuantos meses llegaba a España en formato de DVD una extraña película mezcla de policíaco y drama existencial, en la que para lo mejor y lo peor si algún rasgo destacaba era en su ambición de “llamar la atención” a cualquier precio. Me estoy refiriendo a THE SALTON SEA (2002). Mas allá de las influencias que tomaba de otros referentes cercanos, de la posibilidad de un excelente histrionismo por parte de sus intérpretes y de su evidente manierismo narrativo, había en ella un extraño “gramo de locura” que me resultaba atractivo, al tiempo que la progresión de su ritmo, sus “salidas de tono” permitían revestir de cierta originalidad a la propuesta.
Prosiguiendo en buena medido con los parámetros antes señalados, se nos ofrecen esta TAKING LIVES (2004) –en España VIDAS AJENAS-, que fundamentalmente queda como una adaptación industrial de los postulados cinematográficos de este extraño realizador, D.J. Caruso. Al igual que en el título antes mencionado TAKING LIVES bebe de numerosas referencias consustanciales al thriller reciente –la más ostentosa es la de SEVEN (1995), que se manifiesta ya en unos títulos de crédito que siguen la escuela de los de la, a mi juicio, pretenciosa y sobrevaloradísima cinta de David Fincher-, y se remonta en el tiempo hacia las formas fílmicas de Alfred Hitchcock. La película tiene un prólogo ubicado en 1984 en el que un joven y tímido muchacho acompaña a otro de similar edad caracterizado por su inconformismo. En un lugar apenas transitado provoca la muerte de este –rematándolo con una pedrada en pleno rostro-. A partir de ahí nos trasladamos al Montreal del tiempo presente. En la ciudad canadiense se han cometido una serie de asesinatos caracterizados por su crueldad, el último de los cuales ha tenido un testigo; un joven marchante de arte llamado Costa. Este tiene facilidad para el dibujo y traza un posible retrato robot del asesino, lo cual finalmente solo lleva a sufrir futuras víctimas del mismo.
Para comandar la investigación se destina a una agente del FBI –Illeana (Angelina Jolie)-, caracterizada por sus espectaculares y agudas dotes de percepción, que en un momento dado descubrirá la identidad inicial del asesino y, lo que es más importante, percibirá que el ciriminal desde su primera víctima –la que nos mostraron los primeros compases del film-, ha ido acumulando muertes para adueñarse su personalidad, identidades concretas y medios de los que disponían, introduciendo de algún modo en ellas la suya propia. Illeana sospecha que la próxima víctima de Asher –así se apellida el ya identificado criminal- podría ser precisamente Costa y por ello pone en practica junto con otros agentes un equipo de protección rodeando a este, máxime cuando se va cercando a Hart (Kiefer Sutherland), como probable sospechoso. Sin embargo, una vez más, las cosas no son como parece, y el argumento del film ofrece dos giros notables –uno de ellos más previsible, otro quizá no tanto-, que mantendrán al espectador atento por el desarrollo del film.
Me consta que VIDAS AJENAS es una película que no ha gozado de buena presa desde el momento de su estreno. Es más común al oír hablar sobre ella referirse a supuestos fallos de guión, a gratuidades de realización, y generalmente hacerlo comparando su resultado final con los mencionados SEVEN y EL SILENCIO DE LOS CORDEROS (The Silence of the Lambs, 1990. Jonathan Demme). Aún reconociendo este segundo enunciado, no creo que el hecho de beber de una serie de referentes pueda limitar el aprecio a esta película –de la que aún a despecho de ser vituperado, me parece muy superior a la recurrente SEVEN-. Hay algo en la citada forma de narrar de D. J. Caruso que me permite observar un realizador lo suficientemente alucinado y dotado al mismo tiempo, como para trasladar en sus historias un interés suplementario que las hace diferentes pese a retomar referentes conocidos. Soy por lo general muy crítico a planificaciones y montajes epatantes, pero en este caso la utilización de una hetereogenea narrativa –que combina largas panorámicas, una cámara casi nunca estática, iluminación de estética publicitaria, intensa dirección de actores (especialmente brillante en el caso de Ethan Hawke), atmósfera mórbida que llega a traspasar el fotograma y una relativa dosificación al mostrar elementos desagradables (lo que no elimina la inquietud en el espectador; ya se sabe la máxima tourneriana de “más vale sugerir que mostrar”)- la que en su conjunto marca una personalidad cinematográfica aún poco apreciada en este extraño realizador. Es el ejemplo que prueba que con elementos harto discutibles se puede lograr un producto de considerable nivel dentro del thriller comercial norteamericano. No es fácil en estos tiempos que corren disfrutar de una película que te introduce en un universo lleno de tensión y lograr con elementos, rasgos y temáticas no originales, e incluso con procedimientos narrativos discutibles, lograr un producto interesante y personal. Pese a resultar una opinión poco compartida, en mi opinión TAKING LIVES atesora esos rasgos.
Calificación: 3
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Borja -