GLI ANNI RUGIENTI (1962, Luigi Zampa) [Los años rugientes]
Posiblemente pocas cinematografías como la italiana han sabido realizar una mirada tan demoledora de los propios vicios de su carácter como la italiana –algo que permitió a la España franquista una base inmejorable para la aparición de esa comedia de finales de los años cincuenta e inicio de los sesenta-. Una galería de personajes arrivistas, aprovechados, caraduras, embaucadores y pese a todo entrañables y llenos de humanidad, encarnados por cómicos del talento de Alberto Sordi, Mastroianni, Tognazzi, Toto y tantos otros. Actores que tuvieron a su servicio las bases de toda una pléyade de talentosos guionistas, técnicos y que se sometieron al dictador de realizadores tan brillantes como Mario Monicelli u otros quizá de menor entidad pero que en aquel marco desarrollaron lo mejor de su profesionalidad. Es ahí donde deberíamos citar nombres como Luigi Comencini, el Dino Risi de su mejor momento y antes de su discutible entronización, Antonio Pietrangeli o el hoy poco conocido Luigi Zampa.
He visto hasta el momento pocas de sus películas pero recuerdo la sorpresa que para mí supuso L’ARTE DI ARRANGIARSI (1955), en la que se destilaba la mirada hacia un clásico italiano medio para establecer un análisis –bajo los ropajes de la comedia- de esa galería de caraduras italianos que no han dudado en un momento de “cambiar de chaqueta” para intentar lograr una estabilidad personal aún a costa de chafar a quien tuvieran alrededor.
Buena parte de aquella habilidad para la comedia –tamizada en este caso por algunos insuperables toques tragicómicos-, se dan cita de nuevo en este GLI ANNI RUGGIENTI (1962) –no estrenada en su momento en España, como sucedió con otras tantas muestras de la commedia all’italiana, quizá por las semejanzas que podía ofrecer su desarrollo con el pasado reciente español y en este caso concreto por las referencias directas que ofrece sobre los voluntarios fascistas en la guerra civil que finalizó con el triunfo del bando franquista en nuestro país-. En este caso y de forma por momentos admirable la película centra su interés en el equívoco que se plantea entre las “fuerzas vivas” de una pequeña localidad de la Italia de 1937, ante las noticias que tienen de la llegada de un inspector proveniente de las jerarquías fascistas para revisar el funcionamiento de la misma. La situación de partida pone nerviosos a todos sus representantes y estos confundirán a este inspector con un atildado empleado de una compañía de seguros –Omero Battifiori (Nino Manfredi)- con el mencionado y misterioso inspector.
Es evidente que el punto de partida es envidiable, pero más sólido es su desarrollo. Por encima de ciertas caídas de ritmo y algunas situaciones un tanto previsibles o formulistas –por ejemplo, la partida final de Battifiori coincide con la llegada final del verdadero inspector-, GLI ANNI RUGGIENTI es una estupenda comedia en la que Zampa se atreve con la autocrítica de un pasado aún bastante cercano –la película está fechada en 1962- y de alguna manera vergonzante para un país que convivió con el fascismo con bastante connivencia. Y comenzando con algunas imágenes documentales que incluso presentan la imagen de Mussolini, muy pronto se nos muestran las miserias de ese grupo de representantes de la población que en realidad esconden unos en su lucha con otros su mediocridad, mezquindad y único y simple afán de enriquecerse a costa de la población. Tanto el alcalde de la población –don Salvatore (Gino Cervi)- como el jefe político, el director del hospital y toda una pléyade de personajes son mostrados sin piedad en su ruindad, pero al mismo tiempo de forma divertidísima y sin olvidar en todo momento el apunte realista y de índole crítico sobre las lacras de una época. Y dentro de ese primer capítulo hay situaciones muy divertidas y que denotan verdadera inventiva cinematográfica, como esa secuencia de montaje en la que se entremezclan las conversaciones de los principales personajes criticándose unos a otros –algo más difícil de realizar de lo que pueda parecer-; el imparable peregrinaje de esos urinarios que recorren toda la población antes de ser ubicados –y que tienen un cliente que los persigue para poder efectuar sus necesidades-; las incesantes obras que se efectúan en una población hasta entonces polvorienta provocadas por el miedo que les provoca el hipotético inspector; el impagable gag. del ganado que se traslada de granja a granja para que el alcalde haga parecer a Batifiori el cuidado de las granjas protegidas –hay un ganado con los cuernos desiguales, detalle que hace sospechar a este de la trampa-; la considerable retórica fascista que es utilizada en todos los lugares y situaciones que visita el agente de seguros –frases del Duce pintadas en plena calle, el entrenamiento de los “balillas” que permite a nuestro protagonista lucir sus habilidades gimnásticas, provocando la admiración de la maestra -la hija del alcalde- o, en su conjunto, todo el desarrollo de la concentración de homenaje al régimen que las autoridades tienen que incentivar prácticamente a golpe de detención, puesto que la población se encuentra al margen de esos fastos.
Toda una revolución en la pequeña población, en la que sus prebostes demuestran su torpeza y absoluta falta de escrúpulos, ya que llegan a zancadillear la labor de sus aparentes compañeros de nave –todos tienen algo que ocultar y presentan diversas variantes de corrupción-. Cierto es que no todo funciona con la misma precisión en GLI ANNI RUGGIENTI. Hay algunas situaciones que quizá oscilen entre lo previsible o quizá no muy adecuada dosificación. Es el caso del momento en el que se forma simbólica se opera en la antigua casa del alcalde, provocando en la febrilidad de la operación el desplome de la misma, o aquel tan descompensado en su plasmación y en el que un borracho Omero y revela su verdadera profesión.
En cualquier caso y más allá de su indudable valía como comedia, Luigi Zampa no desaprovecha la ocasión para mostrarnos los lados oscuros del fascismo en momentos como la visita inicial de Battifiori a un café que en realidad es un club de reunión de antifascistas. En apenas pocos planos se desarrolla una tensa situación con la llegada de los jerifaltes al mismo y el intento de expulsión de un profesor. De este mismo carácter pero mayor emotividad es la visita que el agente de seguros –acompañado por el médico de la población (estupendo Salvo Randone)- gira al barrio más pobre de la misma. Allí podrá comprobar la miseria, incultura y al mismo tiempo la resistencia que se establece entre algunos de sus moradores. Una secuencia que posibilitará el momento más emotivo del film –un anciano le entrega a Omero una carta para que se la haga llegar al Duce-; que no es otro que el plano final, descrito en un largo travelling de retroceso mientras el agente de seguros se encuentra en el vagón del tren de regreso a Roma, y donde lee las líneas que el anciano ha escrito de forma ingenua pero convencida.
Una hermosa conclusión para este muy interesante GLI ANNI RUGGIENTI, que me induce a intentar contemplar otros títulos del hoy olvidado Luigi Zampa. Espero que el paso del tiempo y los azares de las programaciones televisivas posibiliten cumplir este deseo.
Calificación: 3
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Eugenio Murcia -