MELINDA & MELINDA (2004, Woody Allen) Melinda y Melinda
Como si se tratara de un embarazo anual y desde hace ya bastantes años, Woody Allen viene configurando una filmografía desigual pero por lo general atractiva, que siempre es recibida con alborozo entre sus numerosos admiradores –sobre todo en Europa-, un considerable desapego del público norteamericano –más allá de su oasis newyorkino-, y la consideración de las oscilaciones en su nivel por parte de otros muchos aficionados que siguen con interés su trayectoria, pero no formulan una visión casi acrítica a la misma. Personalmente me encuentro en esa opción, lo que no me impide haber disfrutado con bastantes de sus películas, haberme sorprendido por la inventiva cinematográfica de algunas de ellas, incluso conmoverme en ocasiones por el profundo conocimiento de la grandeza y la miseria de la condición humana que llegó a plantear en algunos de sus ya numerosos títulos.
Y es precisamente ese el rasgo que a mi juicio hace destacar MELINDA & MELINDA (2004) entre los últimos títulos de su filmografía. En este caso francamente no nos encontramos ante un título muy divertido –por más que algunos de sus instantes sí que lo sean-, ni siquiera creo que el artefacto narrativo que da pie a las dos historias contrapuestas tenga demasiado ingenio –más allá de la atractiva conclusión del film, la propuesta que se brinda de sendas historias en las que prime el drama y la comedia al estar relacionadas por la incidencia del mismo personaje, me parece un tanto pueril-. Pero con respecto a los títulos que le preceden, hay que señalar que las imágenes y la sencilla narrativa que define esta película, deja entrever en sus mejores momentos una sinceridad en los sentimientos, en la fugacidad del amor, una melancolía generalizada ante la propia evanescencia de la existencia, que permite que en bastante momentos nos encontremos con una mirada bastante poco utilizada por Allen en los últimos años.
Le película se inicia con una cena entre comediógrafos amigos, planteando en la misma la posibilidad de que un personaje inventado por ellos –Melinda (Radha Mitchell)-, planteándolo en sendas historias caracterizadas por su enfoque dramático o de comedia. Dos historias que están rodeadas de personajes contrapuestos, y que en la primera de ellas rodea un joven matrimonio cuyo esposo es un fracasado actor, y en el segundo ejemplo la esposa es una joven directora de cine que incluso se relaciona con un multimillonario ya que este va a financiar su película independiente. En ambos casos nos encontramos con ambientes urbanos y sofisticados –Nueva York es en los dos ejemplos la eterna ciudad utilizada por el realizador, que en este caso tiene en el cómico Will Ferrell (el esposo de la segunda de las historias) una especie de alter ego de los personajes generalmente interpretados por el propio realizador. Al mismo tiempo, las dos historias de MELINDA & MELINDA –que poco van pareciendo únicamente una de ellas- se asemejan –salvadas las distancias fundamentalmente ambientales- a una prolongación de las comedias de salón tan características de los años treinta. En este caso la película de Allen nos muestra una galería de personajes neuróticos, frustrados, infieles, en la búsqueda permanente del amor y que en su conjunto revelan una sinceridad en la mirada cargada de conocimiento no solo de las neurosis de unos determinados entornos sociales propios de zonas urbanas cosmopolitas como la existente en Nueva York.
La acción de la película busca siempre la complementariedad entre las dos ficciones representadas a partir de la mente de los escritores que se encuentran cenando en los primeros compases del film –y que posteriormente cerrarán la misma con una serie de consideraciones francamente entroncadas con los lugares comunes más recurrente en este tipo de “reflexiones” –algo así como “la vida es una comedia y una tragedia”-. En su oposición, creo que lo más vital de esta película de Allen reside fundamentalmente en la propia levedad de las historias que ofrece, enmarcadas en una narrativa adecuada, que contempla en ocasiones largos planos en los que los actores despliegan sus mejores armas –especialmente la protagonista, Radha Mitchell, que en la encarnación de la primera versión de su personaje, logra unas cotas de sinceridad realmente admirables-. Junto a ella se despliega un excelente reparto, que incluso acoge destacados jóvenes interpretes británicos como Jonny Lee Miller, y del que me gustaría destacar al también británico intérprete de color Chiwetel Ejifor, que logra un retrato lleno de matices al encarnar al pianista que pronto resultará el objeto de deseo tanto de Melinda como de la frustrada esposa del joven actor.
Es así como, sin estridencias, Allen nos ofrece una sólida comedia que abandona en buena medida los instantes de comicidad consustanciales a su cine, pero al mismo tiempo sirve para establecer una galería de personajes con una sensibilidad que se encontraba ausente en los últimos escalones de su filmografía. En definitiva, no estamos ante un título redondo, pero sí bastante revelador de un humanista conocedor de la psicología del ser humano.
Calificación: 3
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Santi -