THE TOAST OF NEW YORK (1937, Rowland V. Lee) El ídolo de Nueva York
Hay una corriente que de unos años a esta parte está reivindicando la trayectoria del realizador Rowland V. Lee (1891-1975). No he tenido oportunidad de ver demasiados de sus títulos, pero sí los suficientes como para detectar en buena parte de ellas una facilidad para la creación de atmósferas malsanas, el aprovechamiento de la espesura de las escenografías y una determinada destreza a la hora de abordar los films de época que caracterizaron su producción. A ello quizá cabría añadir una determinada tendencia –quizá involuntaria-, para abordar temáticas más o menos insólitas en varios de sus títulos, algunos de los cuales pueden calificarse entre los más singulares del cine norteamericano en los años 30 / 40. Y al decir esto hay que acordarse de ZOO IN BUDAPEST (1933) , THE SON OF FRANKENSTEIN (La sombra de Frankenstein, 1939) o algunos otros –de entre los que he podido contemplar-.
Y precisamente en estas determinadas singularidades cabe citar THE TOAST OF NEW YORK (1937) –literalmente traducida en España como EL ÍDOLO DE NUEVA YORK-, que resulta bastante indefinible en su mezcla de géneros, puesto que del mismo modo aborda el film de época, la comedia y el melodrama. En cualquier caso, si tuviera que hacer una somera descripción, sin duda recurriría a una extraña fusión entre el nonsense de los Hermanos Marx –especialmente el de DUCK SOUP (Sopa de ganso, 1933)- y la elegancia de los dramas de la segunda mitad de los años 30. En este caso, la película de Lee se centra en el relato de la azarosa andadura de un tan simpático como idealista y desaprensivo charlatán llamado Jim Fisk Jr., al que encarna en uno de sus raros papeles protagonistas el excelente secundario Edward Arnold, bien conocido por sus acostumbrados villanos en diversas de las comedias de Frank Capra. Fisk es un embaucador emprendedor que ejercerá sus oficios en la norteamérica del Siglo XIX y logrará el inicio de su fortuna durante el desarrollo de su guerra civil, realizando contrabando de algodón, con la ayuda inseparable de sus eternos colaboradores Nick Boyd (Cary Grant) y Luke (Jack Oakie). Ambos se compenetrarán muy bien con el imparable Fisk en el negocio de engañar a desaprensivos, y teniendo entre sus principales objetivos a un acaudalado usurero al cual prácticamente durante toda la película estarán tomando el pelo –Daniel Drew (Donald Meek)-. Precisamente en la realización de toda clase de timos, falsas operaciones y reuniones e ingeniosas argucias, se ofrecen varios de los momentos más divertidos de esta película en su vertiente de comedia, y que tienen sus exponentes más surrealistas precisamente en la formación de ese ejército de opereta –con uniformes y todo- que Fisk forma, y cuyos entrenamientos a la hora de poner en práctica su marcialidad resultan absolutamente caóticos, en el patio de la mansión que este adquiere con la inútil pretensión de convertir en un fortín.
Aunque parezca absolutamente increíble dado lo disparatado de la historia, THE TOAST OF NEW YORK se basa en una historia y personajes reales, relatados como novela por medio de Bouck White. Una historia que muy pronto tendrá como marco la Nueva York de las últimas décadas del mencionado Siglo XIX, donde nuestro protagonista consolidará su fortuna al tiempo que casualmente conocerá a la que muy pronto se convertirá en la mujer de su vida. Se trata de la criada de una cantante a la que conocerá casualmente merced a una argucia del conquistador Nick, llamada Josie, e interpretada por una realmente fascinante Frances Farmer en uno de sus más interesantes papeles cinematográficos. Será precisamente en la interacción de Josie con su aparente rechazo de Nick, cuando los lazos melodramáticos de la película adquirirán una mayor fuerza, puesto que Jim llegará a comprar un teatro e insistir en lanzar a su enamorada, quien finalmente aceptará comprometerse con él pese a que no le ama. La lealtad de Nick será la que le haga renunciar al amor que secretamente tiene hacia ella, momentos que resolverá el realizador con una adecuada planificación en la interacción de los actores y la presencia de planos medios y primeros planos será la que determine los sentimientos del fiel colaborador de Jim y la que él desea convertir en su esposa.
Y a partir de esa interacción se plantearán los mayores delirios del potentado del engaño, al pretender capitalizar las reservas de oro e intentar con ello una fortuna descomunal que propiciaría la ruina para numerosos inversores. En esos momentos se producirá el estreno de la obra musical que ha aceptado producir para hacer realidad su negocio más deseado; la andadura como estrella de su prometida. Es en esos breves momentos cuando la imaginación de Rowland V. Lee como realizador se dispara de forma más definitoria al mostrarnos varias de las estampas teatrales del espectáculo entendiendo las mismas como auténticos cuadros de masas filmados a partir de una deformación de la realidad, y cuya garra visual y pictórica es notable. Si a ello unimos la excelente complicidad manifestada en los actores protagonistas de la película, podremos estimar las cualidades de la misma, su singularidad, y el hecho de que pese a algunos baches de ritmo siga conservando bastante vivacidad en su conjunto.
Calificación: 2’5
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Wilson -