CASINO (1995, Martin Scorsese) Casino
Si a alguien le cabía duda de la innata tendencia de Martin Scorsese a la megalomanía y el fácil virtuosismo –entendido este por la presencia constante de alardes formales que en modo alguno justifican la progresión interna de sus relatos-, no tiene más que contemplar CASINO (1995) para ratificar este enunciado. Se que son muchos los que cayeron rendidos ante las pretendidas “grandezas” de esta película pero, francamente, no me encuentro entre ellos. Y es que, sin dejar de valorar el cuidado diseño formal que dispone esta película de Scorsese, pienso que para contarnos una historia en el fondo mil veces vista en el cine, y que en su conjunto no revela mucho interés ¿era necesaria una duración cercana a las tres horas? Desde luego, bajo mi punto de vista en absoluto lo merece.
En cualquier caso, CASINO supuso para muchos en su momento el retorno del realizador italo-norteamericano a un mundo que ya había hecho familiar en su anterior y en su momento también aclamada UNO DE LOS NUESTROS (Godfellas, 1989) –he de decir que aún no he visto esta película, aunque también con el paso del tiempo no han faltado voces que hablan de la desproporción entre el interés real de aquella incursión de Scorsese en el mundo del gangsterismo y su menguada valía-. La película que nos ocupa se rueda a continuación de otro –a mi juicio- falso prestigio del realizador –la amanerada LA EDAD DE LA INOCENCIA (The Age of Innocence, 1993)-, y se centra en la andadura de Sam Rothstein, emprendedor hombre integrado en el mundo de las apuestas que es nombrado por representantes de la mafia director de un casino de Las Vegas. A partir de esta sencilla premisa se desarrollarán los personajes que rodearán su andadura vital y profesional, especialmente destacados en la que convertirá en su esposa –Ginger (Sharon Stone)- y su amigo de infancia y violento gangster Nicky Santoro (Joe Pesci). En la intersección de ambos se establecerá una especie de crónica en segundo grado sobre un periodo de esplendor del mundo de los casinos, enmarcado en la década de los setenta e inicios de los ochenta, en los que se revelarán los modos para dar vida un mundo lleno de luces de neón y mal gusto a todos los niveles, con los que lograrán embaucar a miles de incautos jugadores.
Todo un modo de entender un falso ocio en el que el control al propio personal del casino, los inevitables impuestos recaudados por la mafia, los trucos de la profesión y el lujo y oropel se darán de la mano mediante un recorrido que encubre una historia en el fondo bastante menguada en interés, para lo cual Scorsese recurrirá de forma excesiva a la voz en off –especialmente manifestada en Sam y Nick, que contraponen sus diálogos-, y que en muchos momentos permite avanzar la película antes con la preminencia de este recurso, que con el superficial virtuosismo que adorna la historia narrada. Una vez más Scorsese nos abruma con un espectacular diseño de producción –que queda como lo más valioso de la película y que tiene su primera expresión en los brillante títulos de crédito ideados por el veterano Saul Bass y su esposa-, se prodiga en una planificación caracterizada por inmensos planos de grúa –algunos realmente sorprendentes-, una profusión de efectos visuales en no pocas ocasiones gratuitos –ralentis, planos cortos, reencuadres nerviosos- y la sensación de que nos quiere vender “gato por liebre”.
Con franqueza, entiendo que muchos comentaristas y aficionados queden extasiados ante la pretendida “grandeza” de esta película de Scorsese, pero personalmente ese derroche de “genialidad” me deja absolutamente frío al envolver una historia que realmente no da más que para una duración standart y sin las florituras empleadas. Es por ello que no puedo considerar CASINO más que una irregular, pretenciosa, a ratos atractiva y en otras cargante superproducción, que además tiene para mi un molesto lastre, como es la casi tormentosa inclusión de éxitos de la cultura musical norteamericana que, vengan a no a cuento, atormentaron mi oído y al mismo tiempo deseaban algunos remansos de paz en este sentido. Si a ello unimos la casi caricaturesca descripción de los actores secundarios –en muchos casos el aspecto físico y los ademanes de mafiosos y gangsters se inclina peligrosamente a la involuntaria parodia-, obtendremos que esta pretendida “nueva obra maestra de Scorsese” se queda como un descompensado y fútil ejercicio de estilo que en modo alguno se puede emparentar con los verdaderamente brillantes films de su autor, que sí sabían integrar esa narrativa en un conjunto solvente y atractivo. No es el caso, aunque tampoco podamos considerarla un film despreciable. En todo caso engañoso.
Calificación: 2’5
4 comentarios
Segundo de Vicente. -
En cuanto a "La edad de la Inocencia", su preciosismo está totalmente justificado como retrato de un época y de un mundo que oprime a los personajes y como trasfondo al conflicto de éstos con su entorno. No confundamos precisión y belleza formal con almibaramiento.
BORJA -
Magu -
Santi -