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CINEMA DE PERRA GORDA

THE FOUNTAIN (John Cromwell, 1934) Fiel y pecadora

THE FOUNTAIN (John Cromwell, 1934) Fiel y pecadora

Aunque quizá sorprenda a la hora de un visionado aislado, es innegable que THE FOUNTAIN (Fiel y pecadora, 1934) se sitúa en un periodo en el que John Cromwell ya había dado sobradas muestras de una especial sensibilidad al abordar el melodrama cinematográfico. Y un ejemplo de ello lo tenemos en su adaptación de la novela de Somerset Maugham ON HUMAN BONDAGE (Capricho del deseo, 1934). Al igual que en este cercano precedente, la película que comentamos destaca tanto por su delicadeza a la hora de plantear una inusual relación triangular como por el enfoque indudablemente adulto y aún hoy día moderno que se establece en su principal personaje –Julie Von Marwitz (sensiblemente encarnado por Ann Harding)-, en un retrato femenino que quizá solo era fácil de vislumbrar en aquellos años en el melodrama y en la comedia.

Julie es una joven alemana de aristocrática familia, esposa de Rupert (Paul Lukas), que se encuentra combatiendo en el frente de la I Guerra Mundial. Al mismo tiempo nos encontramos con Lewis Allison (Brian Aherne), un joven soldado inglés que inicialmente se encuentra preso en una residencia –de la que llega con sus compañeros a preparara una huída mediante un túnel- pero que es puesto en libertad vigilada y se establece en la misma mansión en la que reside Julie. Muy pronto la sensibilidad y entorno cultural que manifiestan ambos les invita a una relación que fácilmente traspasará la barrera de la amistad para convertirse en estrecha vinculación. Esta se manifestará igualmente en un trato epistolar que revela tanto su educación como comunes afinidades. Pese a este inevitable atractivo, la joven mantendrá en todo momento un innato respeto a su esposo.

Este regresará a la mansión tras haber sido herido de gravedad en el frente, y muy pronto advertirá el idilio que ya ha nacido entre su esposa y Lewis. Pese a su intuición,  la benevolencia de su carácter y el reconocimiento de su invalidez le llevará a mostrarse amable con ambos, e incluso a mantener largas conversaciones con el soldado inglés, a quien profesa un sincero afecto. Pese a esta corriente de simpatía el entorno de la familia se mostrará reacio a la cada vez más evidente relación entre los dos jóvenes, de la que incluso irán surgiendo evidencias. Ante la presión cada vez más fuerte y con la evidencia de su creciente enfermedad, finalmente Rupert se dejará morir, dejando paso a una vinculación amorosa en la que él está -a todos los efectos-, constituyendo un obstáculo para la misma y la felicidad de su esposa.

Creo que queda claro que no era la primera vez –ni por supuesto la última- en la que John Cromwell trabajaría con historias en las que se planteaban relaciones sentimentales en las que coexistían personajes con defectos físicos. Afortunadamente en los ejemplos que conozco, fueron precisamente en estos casos donde el realizador parecía sentirse más cómodo y quizá fueran para él el caldo de cultivo adecuado para plantear sus puestas en escena basadas en un sutil tratamiento en el trabajo de cámara y una especial intensidad. Es algo que se puede aplicar con precisión en esta THE FOUNTAIN, que permite que la misma perviva con el paso del tiempo como un film de notable modernidad fundamentalmente en el planteamiento adulto que revelan las relaciones de sus tres protagonistas, ausentes de todo moralismo.

Aunque no puede decirse lo mismo de algunos de sus personajes secundarios –especialmente aquellos de carácter negativo que conviven en la mansión de los Marwitz-, lo cierto es que en todo momento se observa un notable trabajo de cámara, una ya experimentada intensidad en el trabajo del trío protagonista, teniendo un especial protagonismo las miradas y los gestos y una clara utilización dramática de la banda sonora y la demostración de un pudor en las actitudes de unos personajes en los que se entrelaza el amor, el peso de una cultura, el afecto y el sacrificio sincero. Si a ello reseñamos la fuerza de su secuencia final –que entronca con la de algunos melodramas como A FAREWELL TO ARMS (Adiós a las armas, 1932. Frank Borzage) habrá que destacar la vigencia cinematográfica de esta propuesta que se mantiene con notable fuerza pese al paso del tiempo, y dentro de unas tendencias en el género que en líneas generales han envejecido ostensiblemente.

Calificación: 3

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