THE ENCHANTED COTTAGE (1945, John Cromwell) Su milagro de amor
Probablemente de cara a un determinado espectador que teniendo cierta sensibilidad no esté habituado al cine de los años 40 en Hollywood, la visión de THE ENCHANTED COTTAGE (Su milagro de amor, 1945. John Cromwell) le pueda hacer ver que se encuentra con un título en buena medida insólito. Sin embargo, de cara al conocedor de las corrientes cinematográficas de aquel entonces estoy seguro que no le sorprenderá esta película que, dejando de lado sus obvias cualidades, se encuentra integrada como significativo representante de una tendencia intensificada una vez los estragos de la II Guerra Mundial tocaron de lleno a las tropas estadounidenses.
Me estoy refiriendo a un nada despreciable número de producciones en las que se combinaba la receta del melodrama con una clara tendencia hacia el fantastique, proporcionando en el mismo una visión bastante amable de la muerte, lo misterioso e incluso proponiendo interesantes teorías que plasmaban en la pantalla una superación de las coordenadas del espacio / tiempo por la vía del amor. Quizá en ello podríamos tener como acusado referente los más célebres melodramas silentes –y sonoros- de Frank Borzague, pero creo que en su conjunto sería en base a los rasgos antes señalados donde habría que encontrar buena parte de los mejores títulos que el cine fantástico norteamericano legó en la década de los años cuarenta. Y con ello me estoy refiriendo a THE GHOST AND MRS. MUIR (El fantasma y la Sra. Muir, 1947. Joseph L. Mankiewicz), THE RAZOR’S EDGE (El filo de la navaja, 1946. Edmund Goulding), PORTRAIT OF JENNIE (Jennie, 1948. William Dieterle) y otras obras firmadas por el propio Dieterle y otros emblemático realizadores, algunas de cuyos exponentes se encontraban protagonizados por pilotos u otros seres atormentados por los horrores de la guerra.
Esta referencia se da también en el personaje protagonista masculino de esta película –Oliver Bradford (Robert Young)- joven piloto que poco antes de casarse decide alquilar junto a su prometida una mansión de ambiente tan amable como misterioso que se encuentra ubicada en pleno bosque de Nueva Inglaterra y está dirigida por la aparentemente adusta Mrs. Minnett (Mildred Natwick). Tanto el entorno como el propio interior de la casona está llena de sensualidad y parece que cualquier detalle que de ella emane esté llena de extraños augurios –la magnífica fotografía de Ted Tetzlaff incide de forma muy especial en ese objetivo-. En todo momento tenemos la impresión de que la pareja que llega no podrá consumar sus deseos. Algo que se manifiesta en cualquier mirada de Mrs. Minnett pero también en la joven ayudante que se ha incorporado a la misma, y que vive de alguna manera con intensidad la realidad de vivir en una “casa encantada”. Se trata de Laura Pennington (Dorothy Macguire), una joven de apariencia poco agradable pero llena de cualidades interiores que muy pronto se ve atraída hacia Oliver. Sin embargo, el paso del tiempo permitirá que el recuerdo de la fugaz visita de la pareja se diluya, ya que sabemos que este ha sufrido un accidente de aviación. Un contratiempo que destrozará la perspectiva de vida que tenía planteado y nublará definitivamente la relación que mantenía con su novia e incluso su madre.
Bradford retornará amargado a la mansión que estuvo a punto de alquilar, donde inicialmente se aislará del mundo. Sin embargo poco a poco irá acercándose hacia la “fea” Laura e irá vislumbrando en ella la fuerza de su corazón. Al mismo tiempo iniciará una relación amistosa con un pianista invidente que contribuirá a abrir su espíritu asumiendo su nueva realidad –la terrible cicatriz que surca y deforma un lado de su rostro-. Y lo que en principio se conforma como una tímida relación muy pronto acabará por una profunda amistad entre Oliver y Laura, hasta el punto de que proponerle este casarse con ella. Pero esta aparente boda por conveniencia en un momento dado se transformará en un auténtico “milagro” para ambos, que les permitirá comprender la sinceridad de sus sentimientos y verse a ellos mismos hermosos aunque esa belleza de ambos solo se transmita en su mirada y en sus sentimientos más íntimos y con ello adquieran esa felicidad casi mística que les permita reiniciar sus vidas.
Es indudable que Cromwell se siente muy cómodo por la adscripción melodramática de la obra teatral de Arthur Wing Pinero –cuyo resabio escénico en ocasiones pesa en exceso- con un guión en el que participa el prestigioso Herman J. Mankiewicz, en la que aplica su profundo conocimiento del melodrama cinematográfico y añadiendo a ella ese elemento de delicadeza y cercanía al fantastique que es la que finalmente otorga a la película su definitiva personalidad. Cierto es que quizá en la misma se juega en exceso con el efecto del contraste en la mirada, ocultando la aparición del rostro desfigurado de Oliver y posteriormente el juego misterioso del ocultamiento de los dos esposos “embellecidos” por la gracia de su amor. Y a partir de ello es por lo que la historia que protagoniza el film tiene una cierta tonalidad musical en cierto modo dirigida por el personaje que interpreta con enorme sensibilidad Herbert Marshall –por cierto también partícipe del ya mencionado THE RAZOR’S EDGE-.
Es así como con una indudable destreza de Cromwell –que sabe combinar secuencias de base escénica con otras en las que la movilidad de la cámara es manifiesta y adecuada-, la gran aportación de Teztlaff en la fotografía y la impecable labor del conjunto de su reparto –con especial mención de una fantástica Dorothy McGuire- se configura una película indudablemente brillante aunque no totalmente redonda, que por momento me recordó igualmente esa singular manifestación del lenguaje fantástico dentro de una comunidad más o menos rural que configuraba la magnífica y poco conocida OUR TOWN (1940, Sam Wood) –por cierto basada igualmente en una obra teatral, en este caso del mítico Thorton Wilder-
Calificación: 3
3 comentarios
Alex -
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Lluvia -
Me ha conmovido especialmente la escena en que la pareja protagonista baja la escalera de la casa, y sus rostros reflejan una felicidad difícil de definir.... Es el reencuentro de él con sus padres; Oliver rezuma orgullo, alegría, felicidad.... y todo queda destrozado en segundos por culpa de su insensible madre.