THE SAINT STRIKES BACK (1939, John Farrow) [El Santo ataca de nuevo]
La acción se inicia en San Francisco. En pocos planos se nos traslada a una sala de fiestas donde el público disfruta de una fiesta de bienvenida del nuevo año. La secuencia en el interior, desarrollada a partir de un largo plano secuencia en grúa, nos avisará que John Farrow está detrás de la cámara. De todos es sabido la especial debilidad del realizador por esa arma estilística, que en varias de sus películas les permitió insertar complejos e incluso sorprendentes planos secuencia. En este caso nos encontramos ante los primeros pasos de su trayectoria cinematográfica, centrada en productos envueltos bajo la vitola del serial, en el que dieron sus primeros pasos nombres como Phil Karlson o el mismísimo Jacques Tourneur. No se puede decir que nos encontremos con referentes temáticos con muchas posibilidades, pero de lo que se trataba era de confeccionar rápidamente productos de apenas una hora de duración y que dieran pie –en su independencia- a sucesivas aventuras cinematográficas. Lo que quizá suceda es que el personaje de “El Santo” –procedente de la pluma de Leslie Charteris-, puede que no alcanzara demasiadas posibilidades cinematográficas.
En cualquier caso, con THE SAINT STRIKES BACK (1939, John Farrow) –ausente en su momento de la gran pantalla y emitido por televisión con su traducción literal de EL SANTO ATACA DE NUEVO- lo cierto es que queda definida una encorsetada película de aparente misterio, en la que el personaje de Simon Templar –encarnado una vez más por el irónico pero aún no en su plenitud George Sanders-, se pasea de Nueva York a Los Ángeles, San Francisco y cualquier lugar de Norteamérica que se presente, en medio de una embarullada historia que se inicia con un asesinato en la mencionada secuencia inicial –prácticamente la única que posee un cierto carácter y personalidad propia- y que nos llevará hasta la hija de un policía difunto e injustamente deshonrado en vida –Val Travers (una fría y antipática Wendy Barrie)-, una pequeña galería de matones, policías corruptos, otro agente amigo de “El Santo” –el Inspector Bernack (Jonathan Hale)- al que siempre engaña este huyendo cuando lo va a detener, y un filántropo que esconde turbias actividades y será víctima de su propia codicia.
Como señalaba, lo peor de THE SAINT STRIKES BACK –y supongo que de buena parte de las cintas que protagonizó este personaje en la pantalla, aunque me temo que no tendré el interés de comprobarlo- es que sus historias no tienen interés, carecen de ritmo y, lo que es peor, tienen que progresar a través de farragosos diálogos que nos relatan de forma artificiosa aquello que la cámara muestra de forma estática y plana –eso sí, en plano americano, anticipando los modos turbios del cine negro, pero sin capacidad alguna de transgresión y fascinación-.
En medio de esta rutina –y al margen de la limitada eficacia que Sanders otorga a su personaje -en donde destaca el trato despectivo y la misoginia que caracterizan sus comentarios-, hay que resaltar la breve pero divertida presencia de Barry Fiztgerald encarnando a un ladrón de cajas fuertes y, sobre todo, al ya citado Jonathan Hale, que interpreta al personaje más divertido de la función. Él es el agente a quien “El Santo” burlará en el aeropuerto de Memphis, dejando a Bernack abandonado en sus instalaciones ataviado con pijama y batín, y más adelante hará indigestar en una cena con abundancia de marisco –que aparecerá sobreimpresionado sobre el rostro del inspector de forma divertida mientras este sufre sus síntomas-.
En resumen, una cinta mediocre y deudora del serial más rutinario, que solo interesa para certificar los poco brillantes primeros pasos de un director francamente atractivo, en el conjunto de unas producciones que prácticamente salían una detrás de otra sin mayor miramiento ni sutileza.
Calificación: 1
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