LADY IN THE WATER (2006, M. Night Shyamalan) La joven del agua
Antes de cualquier otra consideración, me uno a quienes piensan que LADY IN THE WATER (La joven del agua, 2005. M. Night Shyamalan) es la película menos interesante de cuantas ha filmado el director hindú en su muy atractiva trayectoria como director –y aquí confieso no haber podido aún haber contemplado sus dos primeras y poco difundidas realizaciones-. La película ha sido vapuleada sin piedad por la crítica norteamericana –algo que al parecer ha irritado bastante al propio Shyamalan, quien recientemente ha confesado su intención de mudarse a residir en Europa-, y ha desconcertado y decepcionado a buena parte de los espectadores que acudieron a la pantalla confiados en una nueva historia de cine de terror. En este último aspecto, lo cierto es que esas constantes decepciones se han venido sucediendo en sus últimos títulos, aunque parece que esa sorpresa negativa se olvida a la hora de volver a acudir a una posterior de sus obras, y me sorprende que no hayan advertido ya suficientemente el hecho de que en sus películas ha intentado paulatinamente abrir nuevos caminos dentro de su adscripción al cine fantástico, que ya en la precedente THE VILLAGE (El Bosque, 2004) abandonaba todo elemento sobrenatural.
¿No se dan cuenta, por tanto, de que en la obra de este director –que no me oculto en considerar como uno de los más interesantes surgidos en el cine norteamericano en los últimos años-, siempre hay un porcentaje de riesgo, dentro de un dominio visual y plástico, y unas maneras fácilmente reconocibles? Parece que esa evidencia no es lo suficientemente clara, incluso para aquellos que con facilidad afirman que LADY IN THE WATER... es una muestra más de la decadencia creativa de Shyamalan. Partiendo de la base de que esta es su película menos interesante –aunque para sí quisieran buena parte de los realizadores actuales de éxito, llegar a este nivel en sus películas- ¿no tiene cualquier artista el derecho de tener una irregularidad en su andadura creativa? Esa es la circunstancia que bajo mi punto de vista se describe en una propuesta tan ambiciosa como irregular, en la que indudablemente se plantean unos avances temáticos y plásticos, pero que no se integran plenamente en el conjunto de un producto pese a todo parcialmente atractivo, chirriando diversos aspectos que me gustaría reseñar.
El primero de ellos es el interés de la historia planteada. Francamente, la primera mitad de la película carece, bajo mi punto de vista, del interés de las anteriores películas del director. No me resulta para nada atractiva esa historia de la ninfa que surge del fondo de la piscina en un vulgar edificio de apartamentos, para intentar retornar a la misma renovada. Por otro lado, a nivel puramente cinematográfico, creo que en esta ocasión el director abandonó en cierta medida la vertiente melodramática –que es uno de sus fuertes-, para apostar por una vertiente de comedia que en bastantes momentos me resultó fallida. Si a ello unimos la recurrencia a una planificación que abusa de unos agresivos e injustificados primeros planos, se obtendrá la relativa decepción que me provocó una película que, no obstante, se nota es bastante personal en su concepción –lo cual no conlleva acierto total en sus resultados-.
Creo que por encima de sus vericuetos argumentales y de sus arbitrariedades, LADY IN THE WATER se erige como una nada velada parábola sobre el desequilibrio de la actual sociedad norteamericana, dominada por el fantasma de la Guerra de Irak –esa perenne presencia de la misma en las imágenes televisivas-. Bajo su filtro particular, se describen etnias y modos de pensar, teniendo tiene que estar preparada para los cambios, y siempre con la esperanza en la creencia en el ser humano y en la capacidad de fe y esperanza que estos deben albergan. Se que ese sentimiento misticista molesta a muchos que por otro lado valoran las capacidades del realizador -¿se olvida que Jacques Tourneur o Robert Bresson eran creyentes y no por ello dejaban de ser grandes directores de cine?-. Quizá haya aún algo de niño en mí o me vea imbuido de esa necesidad en la esperanza –pese a un escepticismo personal creciente-, pero lo cierto es que no me molesta esa tendencia manifestada en cine de Shyamalan, aunque reconozco que en esta ocasión ese barniz de su propuesta resulta algo bobalicón.
Pero con todas estas irregularidades, con sus ingenuidades, y otras muchas otras debilidades, lo cierto es que sigue habiendo motivo para creer en las capacidades artísticas del que está siendo durante años ya el más importante valedor del cine fantástico. La capacidad para provocar inquietud con un simple plano que describen los preparativos de una fiesta –esas servilletas que se lleva el viento-, o con un plano general que filma el descuidado edificio de los apartamentos. El aprovechamiento interpretativo que realiza del rostro y el físico de Bryce Dallas Howard, la ironía que logra describir en ese personaje del crítico –que dice las dos verdades más rotundas de la película, al afirmar que ya no queda nada de originalidad en el cine, y subrayar que cualquier secuencia sentimental se plasma en la pantalla bajo la lluvia (tal y como de forma nada casual sucede en la conclusión de la película)-, no son más que ejemplos de un producto que abunda en aciertos de realización y suspense, de detalles, en el que de nuevo se pronuncian esas palabras inherentes al cine del hindú: “tengo miedo”. Una propuesta donde los sonidos, las sombras o los espejos, conforman un universo visual que en modo algunos deja de estar presente en esta película sin duda menos lograda de cuantas ha estrenado. Ello no impide vislumbrar la mano experta de alguien a quien hemos de permitirle la posibilidad de experimentar e incluso fallar en algunos momentos, pero del que estoy seguro jamás nos va a dar gato por liebre, intentará que disfrutemos contemplando un buen cine, que nos haga pensar e incluso adivinemos que tras sus manos se encuentra un auténtico virtuoso. Por cierto, es un hecho incontestable; Shyamalan es un actor lamentable.
Calificación: 2’5
4 comentarios
Elena -
DAVID GONZALEZ -
Elena -
Santi -