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CINEMA DE PERRA GORDA

UNA ROSA DE FRANCIA (2005, Manuel Gutiérrez Aragón) Una rosa de Francia

UNA ROSA DE FRANCIA (2005, Manuel Gutiérrez Aragón) Una rosa de Francia

¿Hay en el cine de nuestros días, lugar para una aventura romántica marítima que retome algunos de los rasgos que hicieron célebre el género el pasado? Al parecer, y según afirma Manuel Gutiérrez Aragón en UNA ROSA DE FRANCIA (2005), sí que es posible. Sin ser un gran seguidor de su trayectoria, y guiándome únicamente por lo que de ella he visto, intuiciones y referencias más o menos fiables, creo que esta ha seguido un declive más o menos claro, hasta convertir al antaño inventivo y prometedor director en uno más de esos asépticos artesanos que se han venido caracterizando en nuestra cinematografía, transformando valores prometedores como Jaime Chavarri –no menciono en esta relación nombres que nunca he considerado demasiado, como Mario Camus o Vicente Aranda-. Mas allá de esta consideración, y dentro de su discreción y limitaciones, creo que UNA ROSA DE FRANCIA mejora el mediocre nivel de la desaprovechadísima VISIONARIOS (2001) –que décadas atrás el propio Gutiérrez Aragón hubiera mejorado notablemente en sus resultados- y en su conjunto deviene en un aceptable melodrama de aventuras con triángulo amoroso, amistad fiel, desarrollo marítimo y ambientación exótica.

La película cuenta la aventura vital de Simón (Jorge Perugorría), un carismático hombre de mar propietario de una desvencijada nave, que se dedica a trasladar de forma ilegal pasajeros de Cuba a Estados Unidos, a mediados de la década de los cincuenta. Confiando en él, los viajeros hacinados son abandonados en un recóndito lugar en la costa. De regreso de uno de estos trayectos, y en defensa de un ataque de la guardia costera estadounidense, es salvado en su barco por la ayuda de Andrés (Alex González), uno de sus subalternos. Como pago a su valiente acción, el joven resulta herido, pero ello le valdrá la amistad incondicional de su patrón, que cuidará de Andrés y le llevará para su recuperación a un prostíbulo comandado por una vieja y fiel amiga suya. Allí, pronto el muchacho conocerá a jóvenes y bellas mujeres, pero casi de inmediato se enamorará de una de ellas, la mas joven y hermosa –aún menor de edad- y que se estaba reservando para casarse con una de las autoridades de la isla. La pasión entre la muchacha y Andrés encenderá la rivalidad con el que parecía aliado inquebrantable de ambos.

Parece claro viendo UNA ROSA DE FRANCIA, que tanto Gutiérrez Aragón como Senel Paz –autores ambos del guión-, han querido evocar en el texto una serie de recuerdos basados en la literatura y el cine clásico de aventuras, primordialmente entre aquellas desarrolladas en el mar. Sería sencillo realizar una relación de estas referencias cinematográficas y literarias pero tampoco pienso que sea el caso, aunque sí me gustaría dejar constancia de esa conclusión que mantiene ecos de la magnífica ANNE OF THE INDIES (La mujer pirata, 1951. Jacques Tourneur), en este caso modificando el sexo del protagonista. Lo que sí es cierto es que nos encontramos con una película que evoca estas características, algo que no resulta habitual en nuestros días, y quizá solo por esa circunstancia nos induce a una relativa adhesión. Algo que subraya la singular relación de amistad que se dibuja entre Simón, Andrés –y que potencia la espléndida y contenida labor de Perugorría y el encanto que desprende la presencia de Álex González-. Una relación que se transmite en esos fotogramas tan sencillos y eficaces en ciertos momentos. Instantes en los que siempre se vislumbra una cierta placidez y el regusto a una forma de vida aventurera, basada en el hedonismo y el placer de la vida diaria, y en el que no se desdeña la capacidad de engaño aplicada sobre seres necesitados. Ese mundo representado por el patrón lleno de personalidad, que se enfrenta con la honestidad de otra generación posterior a la que la fascinación por la vida no les impide poseer un mayor código ético, que llevara a Andrés a enfrentarse con quien le ha abierto los ojos al mundo y de alguna manera, ha conducido indirectamente al amor.

Desarrollada con tanta corrección como asepsia visual, el film de Gutiérrez Aragón no es una buena película. Tiene algunas secuencias rodadas con auténtica ausencia de pulso –los instantes en los que Andrés salva a Simón-, pero en su conjunto al menos propone un intento apreciable de acometer una mirada nostálgica al pasado de un género hoy día casi en desuso, mas allá de logros aislados –MASTER AND COMMANDER (2003. Peter Weir)- o propuestas pirotécnicas en la línea de las dos partes de PIRATES OF CARIBEAN (Piratas del Caribe, 2003 y 2006. Gore Verbinski)

Calificación: 2

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