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CINEMA DE PERRA GORDA

THE VIRGIN QUEEN (1955, Henry Koster) El favorito de la reina

THE VIRGIN QUEEN (1955, Henry Koster) El favorito de la reina

Hay ocasiones en las que pese a partir de unas premisas totalmente negativas a priori, una película posteriormente ofrece unos resultados más estimulantes de lo previsto. Y lo peor de todo es que resulta difícil intentar describir las razones que inciden en tal valoración. Este es para mi el ejemplo que proporciona contemplar un título previsiblemente despojado de atractivos, como podría ser THE VIRGIN QUEEN (El favorito de la reina, 1955. Henry Koster). Dichos prejuicios iniciales podían provenir por un lado al ser esta una producción de la Fox enmarcada en ese plúmbeo cine historicista realizado en los primeros años de difusión del cinemascope. Definida como clara muestras de un nuevo sistema de exhibición que logró en diversos exponentes, dotar de aburrimiento cinematográfico numerosas producciones de este estudio, hasta que realizadores como Richard Fleischer, Elia Kazan, Nicholas Ray, Henry King o tantos otros, lograron articular dramáticamente sus posibilidades visuales, demostrando que podía ser un exponente de experimentación dramática. Sin embargo, para el conocido estudio fue inicialmente explotado únicamente como un elemento para contrarrestar el influjo de la televisión en los hogares estadounidenses, aplicando el rodaje del nuevo sistema en producciones de sesgo historicista; no olvidemos que la primera producción en este formato fue THE ROBE (La túnica sagrada, 1953. Henry Koster).

Fue precisamente Koster uno de los realizadores destacados en la experimentación del cinemascope, aunque ello ciertamente no quiera decir que pueda verse integrado en la relación antes descrita de directores que lograron experimentar en el mismo. Personalmente, siempre he considerado a Koster uno de los modelos a la hora de representar al artesano pasado, lo cual no ha impedido que en ocasiones me haya sorprendido poder descubrir algunos títulos suyos bastante interesantes –quizá el más logrado sería la divertida comedia THE RAGE OF PARIS (La sensación de París, 1938). Sin embargo, pese a que la película no deje de estar lastrada en algunos momentos por el aire plúmbeo de la narrativa de Koster, creo que logra desprenderse de esa pesadez, y finalmente se erige como un título finalmente simpático y bastante distraído.

La película, se erige como un inconfesado remake de THE PRIVATE LIFE OF ELIZABETH AND ESSEX (1939, Michael Curtiz), en la que se narra la relación que se establece entre el joven y arrogante Walter Raleigh (Richard Todd), con la reina Elizabeth I (Bette Davis). Raleigh es un soldado dispuesto a todo con tal de llevar a cabo su deseo de crear tres naves que lograrían avanzar en el terreno de la termodinámica, y para lograr penetrar en un entorno propicio y hacer realidad su sueño, no dudará en ofrecer su ayuda a un emisario real, cuyo carro se ha quedado encallado en el camino a causa de una enorme tormenta –un inicio ciertamente atractivo que predispone la atención del espectador-. A partir de su encuentro con Lord Leicester (Herbert Marshall), se le abrirá el camino para introducirse en el entorno de la corte londinense, teniendo un primer contacto con la reina, que vislumbrará en él la sinceridad del soldado, aunque en su interior esconda el deseo que le provoca el mismo. A partir de ese contacto se producirá el ascenso de Raleigh en la corte de la reina, al tiempo que se revelarán los conflictos provocados  por el choque del carácter de ambos. Es bajo mi punto de vista en ese enfrentamiento donde se producen los mayores atractivos de la película, potenciados fundamentalmente por la extraña química que se ofrece entre Bette Davis y Richard Todd –un intérprete por lo general demasiado menospreciado-. El juego del gato y el ratón entre los dos protagonistas, adquirirá un interesante protagonismo en una película que podría definirse  nivel estético, a partir de una puesta en escena absolutamente teatralizante, ya que Koster plantea la planificación de la misma en su totalidad a partir de la combinación de planos generales y americanos. Sin embargo, hay algo en la función que impide que el aburrimiento se adueñe de la misma. Es quizá el brillo de su producción o el atractivo que ofrece su planteamiento dramático, fundamentalmente en la oposición de los dos caracteres protagonistas, el que permite que la película consiga su objetivo, y si bien en sus compases finales se deje llevar por una conclusión acomodaticia, no es menos cierto que pueda destacarse como una de las más entretenidas producciones de estas características generadas en aquel periodo por la 20th Century Fox. Puede parecer escaso el balance, pero si se le compara con otros exponentes de aquella cosecha historicista, se entenderán los motivos de la limitada sorpresa.

Calificación: 2

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