BLADE RUNNER (1982, Ridley Scott) Blade Runner
Supongo que en la vida de todo amante del cine, hay títulos que forman parte de esa extraña galería personal que apoya el hecho de no haber sido apreciados en su momento. No solo eso, sino quizá en alguna ocasión inconfesada, algunos de estos títulos fueron incluso vapuleados en nuestro primer contacto con el mismo. En mi experiencia personal, BLADE RUNNER (1982, Ridley Scott) fue uno de dichos exponentes. Recuerdo como si fuera ayer haberla contemplado en el cine Artis de Valencia junto con unos amigos, a mis entonces 16 años de edad. Harrison Ford era una de mis “bestias negras” cinematográficas –siempre ha seguido pareciéndome una de las estrellas más inexpresivas de la pantalla-, y estuve toda la película oscilando entre el sopor absoluto y las burlas nada solapadas hacia la labor de Ford en la película –que ciertamente es uno de sus flancos débiles. Es más, el intérprete nunca ha tenido excesiva estima por la película-. Recuerdo que en el momento de su estreno, la película no tuvo tampoco una acogida crítica excesivamente entusiasta, y fue a partir del paso de unos pocos años, cuando de forma paulatina fue adquiriendo la mítica de la que actualmente goza, hasta estar considerada por no pocos como una de las más grandes obras cinematográficas de la década de los ochenta, uno de los títulos clave de la ciencia-ficción contemporánea y, por supuesto, la cima del cine de este director tan rápido en la caída del interés de su obra, que fue Ridley Scott.
Vista de nuevo, un curto de siglo después de su estreno, y con la versión “del director” con la que ha sido editada en DVD –aunque Scott es quizá excesivamente dependiente de esas modificaciones “a posteriori”, en líneas generales poco justificadas-, es evidente que BLADE RUNNER es un film inteligente, muy sugestivo y, en algunos instantes, conmovedor. De todos modos, y aún valorando su propuesta, y considerando que se trata de un título lleno de interés, este nuevo acercamiento me impide estar de acuerdo con todos aquellos que lo consideran una obra maestra en su género. Personalmente considero que pocos títulos del mismo merecen tan calificación, pero si tuviera que citar dos de ellas más cercanas en el tiempo, no dudaría en mencionar sendos ejemplos que en el momento de su estreno fueron recibidos con frialdad e incluso con menosprecio. Se trata de GATTACA (1997, Andrew Niccol) y ARTIFICIAL INTELLIGENCE: AI (Inteligencia artificial, 1999. Steven Spielberg), títulos ambos en líneas generales controvertidos –sobre todo el segundo de los mencionados- que logran expresar un alcance visionario en el devenir del futuro –frío, aunque más esperanzado en el primero, cálido pero devastador en el firmado por Spielberg-. En todo caso, nadie puede negar que el film de Ridley Scott ha entrado desde hace bastante tiempo en el olimpo de la mítica del cine, por más que, como antes he señalado, no comparta parte de los elementos que han posibilitado ese status, en el que ciertamente están presentes títulos de mucho menor calado.
Pero lo cierto es que en BLADE RUNNER no detecto la necesaria homogeneidad en su conjunto, hay en ella demasiada alternancia de instantes memorables, con otros que con el paso del tiempo quizá han envejecido demasiado, y que en aquel entonces ya preludiaban el rasgo vacuo y fácilmente esteticista que invadiría el posterior desarrollo de su cine. La presencia de ralentis, y otros elementos visuales propios de esa tendencia –el uso de la iluminación muy tendente en esta línea-, cierto es que en esta película se utilizan con adecuación –en ocasiones, no tanta-, aunque vistos hoy día, resultan algo facilones. Si a ello unimos el miscasting de Harrison Ford, o la inexpresividad de Sean Young en el rol de la replicante Rachael, quizá complete con ello los elementos que personalmente impiden que mi disfrute de la película sea total, y no pueda sumarme a la larga relación de incondicionales admiradores de su resultado.
Como quiera que de este título mítico se ha dicho ya prácticamente todo –desde su virtuosismo técnico, las vertientes de su discurso, …-, creo que lo más oportuno por mi parte sería señalar aquellos elementos que me parecen más atractivos de su propuesta y, afortunadamente, estos son varios y muy sugestivos. Por encima de sus otras cualidades, destacaría en la película la realmente lograda atmósfera recargada y asfixiante del Los Angeles de 2017. Más allá de un magnífico trabajo por parte del diseño de producción, buena parte de los fotogramas del film de Scott “respiran” ese espíritu casi existencialista de una ciudadanía sin personalidad, que camina arremolinada como auténticos teledirigidos –el eco de METROPOLIS es muy cercano en varias de sus secuencias-, dentro de una vertiente que ha sido pocas veces mostrada en la pantalla con tanta credibilidad. Y buscando una serie de referentes cinematográficos, en una película que por otro lado aglutina gran cantidad de ellos de una manera bastante acertada, creo que el que más podría semejarse al título que nos ocupa, es sin duda SOYLENT GREEN (Cuando el destino nos alcance, 1973. Richard Fleischer). Con el film de Fleischer comparte esa visión deshumanizada de la humanidad, entremezclada en esta ocasión con la presencia de grandes anuncios luminosos invitando al consumismo, ayudado por la imagen de esa geisha cuya sonrisa representa la aparente amabilidad invitando a acercarse a los anagramas de multinacionales tan conocidas por todos. Es sin lugar a duda el referente, el entorno visual más recordado de la película, y su metáfora sigue aún vigente en un mundo como el de nuestros días, decididamente encaminado a una tendencia en la que BLADE RUNNER supo ser clarividente, como lo fueron previamente otras propuestas cinematográficas que se encuentran en la mente de los aficionados.
Por otro lado, hay dos elementos que destacan especialmente en el desarrollo de la película. Por un lado destacaremos su inicial y clara adscripción a los modos del cine “noir”, representando en la figura de Rick Deckard (Ford) y su investigación destinada a eliminar a los cuatro replicantes rebeldes. La misma está descrita cinematográficamente siguiendo los modos más populares del género pero, afortunadamente, sin recaer en una evocación que se limitara a actualizar de forma manierista este referente. Este rasgo, queda vinculado a un detalle sin duda sorprendente; la precisa utilización del diseño futurista que sirve como elemento visual la película. Al contrario que tantas y tantas producciones del género, no se abusa de esta presencia, lo que indudablemente repercute en una mayor entidad dramática de la propuesta. Una vertiente esta ya suficientemente analizada –como tantas y tantas sugerencias de la película-, y que parte del relato corto de Philiph K. Dick, introduciéndonos en un mundo en el que se aúna su vertiente mística con un claro trasfondo desesperanzado. Y como vehículo para transmitir esa angustia existencial queda el gran personaje del film; Roy Batty (Rutger Hauer). La brutalidad de este líder de los replicantes rebeldes, que busca con desesperación la posibilidad de revertir su ya anunciada y cercana mortalidad, deviene finalmente en un sacrificio de resonancias cristianas, brindando a la película algunos de sus instantes más memorables. La configuración de este personaje, esa en algunos momentos tan fascinante como opresiva atmósfera urbana llena de superpoblación y alienación colectiva, y la vertiente metafísica de su discurso son, sin lugar a dudas, los rasgos más poderosos de esta notable película, en la que por otro lado hay que resaltar –por una vez en su carrera-, la adecuación de la banda sonora del posteriormente tan popular como mimético Vangelis, logrando con sus sones envolver esta brillante orquestación visual de Ridley Scott que, no obstante, no me hace olvidar su previa ALIEN (1979), que sigue pareciéndome la mejor de sus películas.
Calificación: 3
3 comentarios
Juan Carlos Vizcaíno -
No cabe duda que mi opinión, de alguna manera "disiente" de la generalizada en torno a esta película, que aparece como uno de los escasos títulos míticos de la década de los ochenta. En modo alguno no la aprecio, simplemente intento razonar por que bajo mi punto de vista sus méritos no son tan elevados como valoran la mayor parte de espectadores y comentaristas. El hecho de que no me guste nada la labor de Harrison Ford -por cierto, el propio Ford siempre ha renegado de esta película- tampoco me hace apostar precisamente por Jack Nicholson. Simplemente por un intérprete solvente que sepa trasladar el complejo mundo interior de su personaje, cosa que Ford a mi modo de ver no logra.
En cuanto a visiones más desoladoras y creíbles de un futuro más o menos próximo, te diré un título concreto: SOYLENT GREEN (Richard Fleischer). No digo que su resultado sea mejor que el de BLADE RUNNER, pero si te que la visión que me proporciona de un futuro negro para la humanidad no la iguala ninguna otra película que haya visto.
Querido amigo. La grandeza del cine está en que cada espectador ve su propia película en lo que un director y un equipo han plasmado en la pantalla. Es bueno que hayan amables disensiones en las valoraciones, y celebro que tanto a ti como a tu familia BLADE RUNNER te produzca tanto placer. A mi me gusta, más en pocos momentos me entusiasmna, aún reconociendo que en este sentido me encuentro en minoría... Pero lo que no puedo hacer es engañarme a mi mismo.
Recibe un cordial saludo y gracias por leerme, opinar y disentir. Cuando se hace con tanto entusiasmo y cordialidad, siempre resulta gratificante.
Juan Carlos Vizcaíno
José -
Las actuaciones son sin duda producto de la pauta marcada por el director, que optó por imponerles un estilo sobrio y descarnado. ¿Te imaginas a Jack Nicholson haciendo de Deckard? ¿Te imaginas a M. Streep en lugar de Sean Young? Yo no, ni lo deseo.
La aparente sencillez del relato que oculta una enorme cantidad de niveles de análisis parece molestarte; en mi caso es lo que me hace amar este film y verlo una y otra vez.
¿Conoces una visión más devastadora y -lamentablemente- más creible de un mundo futuro con 30 años de anticipación? ¿No sientes que la fotografìa y el montaje hacen que esa visión sea aún bella y conmovedora a pesar de ser intrínsecamente dolorosa?
Tengo 53 años y he visto esta pelìcula con mis hijos. Por eso puedo decir con propiedad que esta obra maestra ha superado la prueba del tiempo y las generaciones. Ellos, que en otros casos discreparon con mis gustos cinematográficos, supieron que en este caso no había discusión posible. Claro, ellos (como yo) son amantes del policial negro y del SF de calidad.
Antonio -
En definitiva, para mi mucho más que una simple historia.
Un abrazo.
Antonio.