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CINEMA DE PERRA GORDA

PORK CHOP HILL (1959, Lewis Milestone) La cima de los héroes

PORK CHOP HILL (1959, Lewis Milestone) La cima de los héroes

No cabe duda que PORK CHOP HILL (La cima de los héroes, 1959. Lewis Milestone) se lleva a cabo, tomando como referencia hitos del cine bélico inmediatamente precedentes como MEN IN WAR (La colina de los diablos de acero, 1957. Anthony Mann). Con el film de Mann comparte ese aire casi fantasmagórico, la austeridad de su tono fotográfico en blanco y negro y el pesimismo de su propuesta. Son una serie de rasgos característicos que quizá aún se encuentren ausentes de un estudio en profundidad, que posibilitaron el conjunto de una producción entre las que se encuentran un buen número de títulos de interés.

Creo que ese atractivo es extensible a la película de Milestone que protagoniza estas líneas, que por cierto fue la última demostración que ofreció al cine bélico uno de los realizadores de más extensa y valiosa incorporación al mismo, con títulos tan prestigiosos –y bajo mi punto de vista sobrevalorados dentro de su relativo interés-, como A QUIET ON THE WESTERN FRONT (Sin novedad en el frente, 1930) o A WALK IN THE SUN (1945)- o valiosos y fundamentales como EDGE OF DARKNESS (1943). En un punto medio entre ambos referentes, lo cierto es que el ya veterano realizador –al que ya le esperaba una andadura posterior breve y poco relevante-, elaboró un título que resume su experiencia precedente en el género, elaborando un producto intenso, que si bien inicialmente se caracteriza por un relativo estatismo, pronto va desplegando las armas de su eficacia.

PORK CHOP HILL relata la historia de una auténtica y terrible estupidez, desarrollada en el marco de la Guerra de Corea, y centrada en un destacamento del ejército norteamericano comandando por el teniente Clemons –un fantástico Gregory Peck-. En medio de las negociaciones de norteamericanos y chinos en la Conferencia de Paz de Panmunjon, se establece entre ambos gobiernos una auténtica pugna centrada en el dominio de la colina que da título al film, que carece de valor estratégico en sí misma, y en el momento de iniciar la acción se encuentra dominada por los orientales. Conscientes de establecer un pulso, los responsables militares estadounidenses encargan al protagonista la conquista del enclave, algo que logrará llevar a cabo con un altísimo coste de vidas humanas. Pero una vez logran su objetivo, descubren que en realidad se encuentran como al principio; los chinos los rodean a partir de la amplitud de sus efectivos y pueden superar y minar a los norteamericanos en su aparente conquista. Pero es que además sus propios mandos se niegan a ayudar al comando que han enviado casi en una misión suicida, teniendo todos la íntima convicción, de que en realidad están ejecutando una misión inútil dentro de la propia inutilidad y horror que de por sí la propia guerra expresa en cada una de sus manifestaciones. Finalmente, y cuando prácticamente los soldados que sobreviven están a punto de enterrarse en vida, la casi inesperada llegada de refuerzos estadounidenses los salvará de una muerte segura. El hecho ya no importa, ni empañará una de las páginas mas ilustrativas de la manipulación que la política hace de la guerra como arma de negociación, y la nula sensibilidad existente a la hora de valorar, medir y limitar la pérdida de vidas humanas en el contexto de cualquier contienda.

El film de Milestone se inicia –durante el desarrollo de sus títulos de crédito- con imágenes de las negociaciones mantenidas por los representantes de los dos gobiernos en litigio en la mencionada Conferencia de Paz. Un auténtico diálogo de sordos que nos lleva hasta el inicio de la misión que comandará el personaje encarnado por Peck –hay que fijarse en la enorme capacidad de interiorización y el trabajo de expresión corporal desarrollado por el intérprete-, que en todo momento es consciente de la inutilidad de su misión, su propia dificultad, y el hecho de ejercer todos sus hombres como auténticos “conejillos de indias” para reforzar el pulso de una negociación entre ambos bandos. Por supuesto, los chinos se encuentran en la misma circunstancia, y entre ambos bandos se desarrollará no solo una enorme pérdida de vidas humanas, sino incluso un combate psicológico, en que los segundos poseen precisas armas psicológicas, con la constante presencia de un locutor que intenta socavar la moral de los norteamericanos.

En medio de esta relativamente leve trama argumental, Milestone quizá haga notar una cierta rigidez e hieratismo en ciertos momentos, pero lo cierto es que el conjunto del film se adivina claustrofóbico, denso, lúgubre y determinado por un pesimismo casi existencial. Algo que no evitará la existencia de esa salvación en el último minuto, a la que la película dedica muy pocos instantes. Por el contrario, su ajustado metraje muestra un perfil psicológico en el que los estadounidenses adquieren conciencia en todo momento de ser el fruto de una utilización de su gobierno. El encendido inoportuno en plena batalla de los focos norteamericanos –que propiciará la caída de varios soldados de su propio ejército-, o el estallido de bombas lanzadas por el propio entorno estadounidense, no serán más que pruebas evidentes de que están siendo utilizados e introducidos en una “ratonera” en la que todos son conscientes de su papel, pero nadie se atreve a salirse de su destino fatalista –con la excepción del escéptico soldado negro que interpreta Woody Stroode-. Si hay algo que destaca, y para bien, en esta película, con referencia al conjunto previo de la producción del género filmada por Milestone –es el caso de la ya mencionada A WALK IN THE SUN, por mucho guión de Robert Rossen que hubiera por medio-, es el de una general ausencia de sentido discursivo. Quizá la propia evidencia de la inutilidad del episodio narrado es lo suficientemente contundente, pero lo cierto es que la cámara de Milestone –en franca anuencia con la labor del excelente operador Sam Leavitt-, prefiere detenerse en el aspecto descriptivo de la situación, incorporando periódicamente pavorosos movimientos laterales de grúa que describen la magnitud de la batalla. En dicho contexto, los apuntes de la negociación solo tendrán una breve incursión en la secuencia –creo que no demasiado necesaria- en la que parece que la negociación se ha bloqueado –el interlocutor chino se quita el audífono que le traduce los mensajes norteamericanos-. Sin embargo, esta servirá para acentuar el grado de pathos de una situación en la que la veintena escasa de supervivientes se enfrentan a una muerte segura, atrincherándose a la desesperada en un recinto en donde, tras comprobar el número de orientales que se enfrentan a ellos –una imagen sobrecogedora, como si vieran un hormiguero humano- resisten el ataque de lanzallamas.

De todos modos, pese a la brillantez e intensidad de las secuencias de batallas bélicas y al entorno desesperanzado del conjunto, hay una idea magnifica que me gustaría destacar, y que proporciona a sendos instantes insólitos a la propuesta. Se trata de los dos momentos en los que por los altavoces se inserta música para presionar a los norteamericanos. En la primera ocasión se dispone una sintonía militar, mientras que en la segunda –la más intensa-, se incorpora una bella sintonía muy ligada a la vida habitual norteamericana. En el fragmento en que esta se escucha de fondo, el contraste entre la realidad de lo vivido y la sugerencia de placer de lo escuchado, ofrece el tono más álgido de esta interesante y poco conocida propuesta de un Milestone casi ya a punto de abandonar la realización cinematográfica.

Calificación: 3


1 comentario

Javi M. -

Buenas.

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