CINEASTES CONTRA MAGNATS (2005, Carlos Benpar) Cineastas contra magnates
A partir de una trayectoria por entero dedicada al mundo cinematográfico, nadie puede dudar de la capacidad de entrega que Carlos Benpar ha venido demostrando por un lado con el cine clásico, y por otro con su defensa encendida de cara a preservar el producto fílmico en su total integridad pese a las inclemencias y manipulaciones del paso del tiempo. Se trata de una dualidad que nadie le puede negar al voluntarioso Benpar, aunque ello no tenga que llevar aparejado necesariamente el tener que encontrarnos ante un cineasta de valía. Sinceramente, creo que su figura no puede, ni de lejos, adscribirse a dicha definición. Me temo que sus películas no han sido más que válvulas enfermizas de expresión de una cinefilia que se manifiesta en cualquier plano o proyecto realizado, en una filmografía de escaso alcance tanto comercial como de verdadera entidad artística.
Creo que conviene hacer estas precisiones a la hora de valorar CINEASTES CONTRA MAGNATS (Cineastas contra magnates, 2005) que, si se me permite el fácil juego de palabras, podría haberse titulado de forma más divertida CINEASTAS CONTRA MANGANTES –viendo su contenido, esta leve variación resulta procedente-. El film de Benpar, se erige dentro de un díptico completado al año siguiente con CINEASTES EN ACCIÓ (Cineastas en acción), definido como un singular documental que a nivel didáctico desea hacer un recorrido por las diferentes manipulaciones que el soporte cinematográfico ha venido sufriendo a lo largo del tiempo. A ese nivel, lo cierto es que los primeros minutos de la propuesta resultan poco menos que apasionantes. Recordando el doloroso proceso que convirtió centenares y centenares de producciones mudas en simple celuloide para esmalte de uñas (sic) –se estima que solo logró preservarse el 15% de la producción muda-, contemplaremos la descomposición de los viejos negativos, la manipulación en la proyección que hizo familiar el falso acelerado de la imagen muda, el formato de pantalla, o los estragos de la emisión televisiva a la hora de la emisión de títulos en pantalla ancha y con invasión de anuncios publicitarios, que interrumpieron –y siguen interrumpiendo- las proyecciones en la pequeña pantalla.
Es cierto que buena parte de estos atentados contra la creación cinematográfica nos ha venido acompañando a lo largo de muchos años de emisiones televisivas –confieso en ese sentido mi particular aversión a la amputación de los formatos en las películas emitidas por tv-, pero no es menos evidente que el “discurso” que vehicula este finalmente discreto documental, podría haber sido desarrollado de la misma manera en el formato de un mediometraje de poco más de media hora. Todo lo que inicialmente puede resultar interesante y didáctico, pronto deviene cansino, acentuado por la pobrísima impresión que producen las secuencias de “reconstrucción” y escenificación de situaciones –en algunos casos, simplemente sonrojantes-, o la insoportable presencia de la nefasta Marta Belmonte, ejerciendo como impostado hilo conductor, ofreciendo guiños al espectador, y con un “recit” digno de la peor modelo metida a “intérprete”.
Pero es que junto a dichas limitaciones de producción y puesta en escena, el aparente interés primordial de CINEASTES… -proyectar los testimonios de una serie de desiguales realizadores que hablan sobre los atentados contra la integridad de la imagen cinematográfica-, finalmente se convierte en una argumentación reiterativa y cansina. Ni que decir tiene que Benpar logró estas declaraciones durante diferentes años, y ello se nota a la hora de lograr un conjunto homogéneo en donde opiniones se reiteran, en algunos casos no aportan nada, y encima se ofrecen montados, intentando proyectar una continuidad en estas declaraciones –en ocasiones incluso recurriendo a la presencia de la susodicha Srta. Belmonte-. El resultado, a mi juicio, no resulta especialmente atractivo, por más que testimonios como el de Sydney Pollack resulten muy interesantes y reveladores, marcando la frontera de la creación cinematográfica a partir de su trasladación desde otro modo de expresión artística, como es la literatura.
Contemplando la apuesta de Benpar, da la impresión que el atractivo de sus primeros veinte minutos poco a poco va descendiendo, hasta llegar a un tercio final en el que prácticamente se atiende a una sucesión de testimonios, llena de cariño por el cine pero finalmente machacona e insistente, sin aportar nada nuevo. Y es que no hay nada mejor que la medida, a la hora de ofrecer testimonios que trasladen un mensaje tan interesante como el aplicado. Por ello, su conjunto termina por resultar irregular y de interés decreciente, sorprendiendo la admiración ditirámbica que su resultado provocó en cierto sector de la crítica española –especialmente la catalana-. Una cosa son las intenciones y los entusiasmos previos, y otra los resultados logrados. Y las imágenes de CINEASTES CONTRA MAGNATS tienen -bajo mi punto de vista- mucho de lo primero y poco de lo segundo.
Calificación: 2
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