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CINEMA DE PERRA GORDA

PICNIC AT HANGING ROCK (1975, Peter Weir) Picnic en Hanging Rock

PICNIC AT HANGING ROCK (1975, Peter Weir) Picnic en Hanging Rock

No cabe duda que PICNIC AT HANGING ROCK (Picnic en Hanging Rock, 1975), fue una de las películas que cimentaron el prestigio como realizador del australiano Peter Weir, al tiempo que se convirtieron en uno de los exponentes que sirvieron como abanderados en la reivindicación de la cinematografía de dicho continente. Un reconocimiento internacional este que con el paso de pocos años permitió –como suele suceder en tantas ocasiones-, que el cine de Hollywood se aprovechara del flujo de realizadores y estrellas de aquel entorno. Ejemplos de aquella “importación” fueron las andaduras norteamericanas del mencionado Weir, del hoy justamente olvidado George Miller, y la incorporación de estrellas como Mel Gibson o, posteriormente, Rusell Crowe, Geoffrey Rush, o incluso el recientemente fallecido Heath Ledger. Puede decirse que el caldo de cultivo proporcionado por el cine australiano –con la ventaja que supone compartir el habla de la lengua inglesa-, ha sido un referente constante, aunque bien es cierto que la figura de Weir ha emergido por derecho propio como uno de sus representantes más valiosos, pese a que su andadura norteamericana inicialmente no se desarrollara más allá de unos márgenes limitados.

 

Mi interés en la filmografía de dicho realizador me llevaba al interés en poder visionar esta película que tanto prestigio sobrelleva, circunstancia que finalmente he podido cumplir merced a la edición en DVD de la misma, que recoge un director’s cut en el que se recorta en algunos minutos la duración original del film. No voy a dejar de reconocer que PICNIC… es una película generalmente interesante y, por momentos, fascinante. Un título que atesora algunas de las mejores virtudes como realizador de su artífice, erigiéndose como una muestra muy representativa del cine australiano de aquellos años, así como una propuesta hasta cierto punto valiosa y renovadora dentro del género fantástico en la década de los setenta. Sin embargo, pese a la evidencia de todas estas cualidades, no puedo dejar de reconocer que nos encontramos con un conjunto algo desequilibrado y al mismo tiempo “datado” con una serie de tics visuales que, si bien por fortuna no llegan a invalidar el resultado final, a mi juicio no llegan a elevarlo a la categoría esgrimida por algunos comentaristas.

 

Nos encontramos en la festividad de San Valentín de 1900. Las alumnas de un riguroso internado inglés ubicado en un entorno rural de Australia, son autorizadas a realizar un picnic al entorno de Hanging Rock. Dentro de dicho paraje rural se encuentra un promontorio rocoso de inquietante presencia y extraña leyenda que, no obstante, es invadido por el colectivo de jovencitas que se internan en sus inmediaciones. Invadidas de un extraño estado febril que las lleva a abstraerse del paso del tiempo, tres de estas alumnas y una de sus profesoras desaparecerán misteriosamente, provocando la inquietud y desazón en los alrededores del internado. La búsqueda organizada no dará sus frutos, aunque un empleado logre encontrar finalmente a una de las desaparecidas, inconsciente entre las rocas. Esta tras su recuperación no logrará recordar nada de lo sucedido, pero su presencia en el fondo avivará el recuerdo de las desaparecidas, al tiempo que incidirá de forma inconsciente en el desmoronamiento de la rigidez que preside el internado encabezado por la austera Mrs. Appleyard (la estupenda actriz británica Rachel Roberts). Un puritanismo que contrastará con el primitivismo australiano, es la base de una película que bebe fundamentalmente de la extrema sensualidad que proporcionan sus imágenes, y que entrelaza una ambientación asfixiantemente victoriana, el contraste entre dos modos de vida inicialmente opuestos, la exteriorización de una sexualidad reprimida y que se expresa mediante miradas, pequeños destellos y, fundamentalmente, un estado febril que se funde con la riqueza paisajística e incluso feérica del entorno de la acción. En este sentido, creo que es donde que buscar las cualidades más destacables de PICNIC… La cámara de Weir –aliada en todo momento con el director de fotografía Russell Boyd-, logra describir un estado casi enfermizo de excitación sexual, que tiene su punto de inflexión en los instantes previos a la desaparición de las estudiantes y la profesora. En plena excursión, las alumnas casi llegan a fundirse con un entorno natural que no hace más que proyectar su estado emocional. Las miradas y sensaciones de todas ellas se integran en un paraje natural en el que los pequeños insectos llegan a adueñarse del entorno –las arañas tejen sus telas, las hormigas invaden los sándwiches preparados- y en el que el tiempo, inexplicablemente, se detiene. Todas ellas llegan a una especie de inflexión casi mística, imbuidas de la extraña fuerza del promontorio rocoso, que precederá a la misteriosa desaparición de las cuatro jóvenes. De entre ellas, destacará la sensualidad y atractivo demostrado por Miranda, que ejercerá como referencia entre sus compañeras, y también en ese joven inglés de clase acomodada que la ha contemplado poco antes de que desapareciera, y que ha quedado hechizada por su influjo, llegando a internarse de nuevo en el marco donde estas han desaparecido, y siendo rescatado de allí traumatizado y en estado casi catatónico.

 

Una civilización y un modo de vida invasor, perecerán dentro de un contexto autóctono, basado en misterios atavismos casi indígenas, que finalmente engullirá y dominará un estado represivo contra el que no podrá una cadencia natural revestida de una extrema sensualidad –la analogía de la belleza efímera de los cisnes en el lago, esas plantas que mueven sus hojas como dirigidas por un mecanismo mágico-. La película tomó como base la novela escrita por Joan Lindsay a partir del hecho acontecido en la realidad, y despliega en su desarrollo una anécdota tan sencilla como trascendente, basada fundamentalmente en un cúmulo de sensaciones, y centradas en el misterioso influjo de la joven Miranda. Considerada en su conjunto como un clásico del fastastique contemporáneo, no puedo dejar de reconocer sus virtudes, aunque en su conjunto no me induzca a obviar una serie de elementos que, aunque no tienen la incidencia que en otras producciones de la época, si impiden que el conjunto a mi juicio alcance la altura que por momentos sí logra manifestar. Con ello me refiero a la excesiva recurrencia a ralentis y flues, al abuso en ocasiones de lentes deformantes, y a una cierta incidencia de efectismos que con el paso de los años revelan su caducidad, y a los que por otra parte el cine australiano solía recurrir en sus producciones de aquellos años. Es por ello, y por cierta morosidad y artificio en algunos pasajes de su desarrollo, por lo que no puedo considerar PICNIC… como un film redondo, aunque sea innegable el cuidado de sus imágenes, la general brillantez de la composición de sus planos, la evidente influencia pictórica de todos ellos, y el logro de una renovadora y lúbrica plasmación de un lenguaje fantastique que acompañaría –con mayor o menor incidencia-, el desarrollo posterior de la trayectoria del realizador. Heredera de ecos literarios de Henry James –son interesantes las influencias de la adaptación de “Otra vuelta de tuerca” ofrecida en THE INNOCENTS (¡Suspense!, 1960. Jack Clayton)-, referencia en títulos posteriores como THE COMPANY OF WOLVES (En compañía de lobos, 1984. Neil Jordan), es indudable que con esta película se tendió un simbólico puente en el género, lamentablemente no demasiado retomado con posterioridad.

 

Calificación: 3

 

5 comentarios

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Saludos.

Yo creo que esta película me fascina tanto que paso por alto olímpicamente el análisis de cualquier defecto que pudiese verle. Todo es cuestión de gustos, supongo. Creo que es una película que te aturde continuamente lanzándote llamadas de atención sobre detalles que deberían ayudar al espectador a desentrañar una “historia” y unos personajes sobre los que quizá realmente no haya nada que extraer, pero creo que la sensación que nos deja a algunos tras acabar el film, nos permite ignorar las taras que pueda tener.