THE MUMMYS SHROUD (1967, John Gilling)
No cabe duda que los últimos años han permitido una relativa reconsideración en la figura del realizador británico John Gilling (1912 - 1984). Puede ser que esté motivada por el generalizado reconocimiento que ha seguido la producción de Hammer Films –quien sabe-, pero quiero pensar que también se deba al intermitente talento que Gilling demostró en sus producciones ligadas al cine fantástico de aquella época, y que tiene un magnífico exponente en THE FLESH AND THE FIENDS (El demonio y la carne, 1960). Hay quien asegura que SHADOW OF THE CAT (1961) supone su obra cumbre –cosa que no puedo ratificar al desconocerla-, pero lo cierto es que lo que he podido contemplar de su aportación al género da la medida de un realizador artesanal, preocupado por expresar visualmente sus películas. Con estos rasgos logró ofrecer productos revestidos de interés en su realización, compensando –siquiera sea parcialmente- las insuficiencias que se podrían derivar de su condición de títulos caracterizados por su limitada producción.
Ejemplos de lo expuesto lo tenemos en THE REPTILE (1966), PLAGUE OF THE ZOMBIES (1966), y también en THE MUMMY’S SHROUD (1967), que Gilling rodó casi de forma consecutiva para el célebre estudio inglés y que nunca tuvieron estreno comercial en nuestro país. Este último título es el que protagoniza estas líneas, erigiéndose finalmente en un conjunto discreto y con bastantes deficiencias de índole dramática, pero en la que finalmente se revelan bastantes destellos del talento y la capacidad en la composición visual de Gilling. Su metraje se inicia con un relato resumido de las azarosas circunstancias que llevaron a la rebelión contra el joven heredero al trono de Egipto Kah-to-Bey. Este logró salvarse de la masacre del entorno de su antecesor, muriendo finalmente y siendo enterrado por su fiel servidor y jefe de esclavos del faraón, Prem. Muchos siglos después, en la década de los años veinte del pasado siglo, se produce una expedición patrocinada por el adinerado y egoísta Stanley Preston (John Phillips), a la búsqueda de la tumba del joven heredero. En la misma se encuentran cuatro expedicionarios, entre los que están el hijo de Preston –Paul (David Buck)-. Todos ellos finalmente darán con la sepultura, no sin antes advertir la presencia de un siniestro guardián que les señala en lengua materna el advenimiento de una extraña maldición. Será algo que también advertirá una de las expedicionarias, la joven Claire (Maggie Kimberly), caracterizada por sus facultades de adivinación. Los expedicionarios serán salvados in extremis por el destacamento que ha comandado Preston, permitiéndole regresar a El Cairo y llevar con ellos el cuerpo momificado por la protección de la arena, junto al de la momia de su fiel Prem. Precisamente, la lectura de la maldición que contenía el sudario del joven heredero hará que el sudario de Prem cobre vida, dando inicio a la venganza contra aquellos que profanaron la tumba de su protector.
Cumpliendo la maldición, asesinará inicialmente al veterano responsable de la expedición –Sir Basil Walden (Andre Morell), que ya había sufrido una picadura de serpiente en el momento de descubrir el recinto de la tumba-, al fotógrafo de la misma –quemándole con ácido e incendiando su laboratorio-, y al fiel, neurótico y dependiente criado de Preston –Longbarrow (Michael Ripper)-. A tenor de estas violentas muertes, Preston sobrellevará un creciente temor que le llevará a intentar huir de El Cairo en barco, hasta que finalmente sea una más de las víctimas de la voracidad destructora de la momia vuelta a la vida. La policía de la ciudad, que inicialmente sospechaba del carácter criminal de estas violentas muertes, se rendirá finalmente a la evidencia del carácter sobrenatural de las mismas, hasta que la evidencia de la venganza de la momia solo pueda ser contraatacada haciendo reversible el efecto de la maldición que le dio los poderes de regresar a la vida.
Ni que decir tiene que THE MUMMY’S SHROUD sufre desde las primeras imágenes sus deficiencias de producción. Se trata de una película de medios limitados, y se ha de poner en práctica un cierto esfuerzo a la hora de dejar de lado esta circunstancia, si se quieren valorar los elementos positivos que se detectan en la función. Es por ello que conviene dejar de lado la pobreza de la escenificación de la historia que da pie a la película, las limitaciones y elementos comunes que desprende su guión –obra de Anthony Hinds-, y las estrecheces que impone una descripción de personajes tan corta de miras. Estos elementos se manifestarán en bastantes ejemplos donde no se atiende la psicología de sus personajes, por lo que sus andanzas adquieren un matiz anecdótico sin desarrollo dramático, y el discurrir de los crímenes de la momia, la presencia del guardián de la misma y su madre pitonisa carecen de rigor. Tanto como la definición del carácter egoísta del promotor de la expedición, que le lleva al desprecio –implícito por parte de su esposa Barbara (Elizabeth Sellars), y mas evidente en su joven hijo Paul-. De todos modos, no sería justo centrarse en esas carencias a la hora de calificar un conjunto, que incluso a estos niveles propone detalles interesantes. Elementos como ese latente desprecio manifestado por Barbara a su esposo –expresado brillantemente con la elegante e interiorizada interpretación de Elizabeth Sellars-, la presencia de ese extraño personaje del servil ayuda de cámara Longbarrow –al que Michael Ripper proporciona una interpretación que le hace parecer una nueva versión del Renfield creado por Dwright Frye en el Frankenstein de Whale-, o la extraña personalidad que describe a la joven Claire, definida por esas facultades de adivinación que, en cierta medida, le hacen adivinar el futuro del colectivo que sufre la maldición, siendo la única que puede frenar el inexorable devenir de la misma.
Que duda cabe que incluso en estos personajes se podría haber profundizado de forma más clara pero, si más no, el discurrir de THE MUMMY’S..., permite contemplar las capacidades cinematográficas de Gilling, que se manifiestan en muchos de los instantes de la película. Desde un especial cuidado en la composición de los planos y la ubicación de los actores en el encuadre –son significativos aquellos momentos que muestran las andanzas de estos, teniendo como fondo la momia que realmente provocará el estallido de la tragedia-, algunas de las descripciones de los asesinatos de esta –destaca especialmente la fuerza que muestra la lucha del fotógrafo contra la momia, arrojándole una botella de ácido, y finalmente sufriendo el mismo trato por parte del ser retomado a la vida-, y una innata habilidad en el montaje que sirve de conexión a las diferentes acciones en las que se desarrolla el film, ofreciendo con ello un matiz sobrenatural bastante interesante. A ello, cabría añadir la destreza con la que el director sabe insertar contrapicados que dinamizan el desarrollo de las secuencias más inquietantes, o la rememoranza que supone la forma con la que finalmente se destruye la momia, evocando el final de HORROR OF DRACULA (Drácula, 1958, Terence Fisher). Es evidente que dentro de ese contexto, THE MUMMY’S… revela el interés de un director como Gilling para conferir interés cinematográfico a una propuesta con un punto de partida bastante pobre. Lamentablemente, esa inquietud en algunos momentos se revela caduca, cuando dentro de este bagaje se inclina por la inserción de grandes angulares y efectismos visuales propios de la época en que se rodó el film, que empobrecen un conjunto tan limitado como en bastantes momentos atractivo, y que supone quizá uno de los últimos productos de interés del cine de un estudio, que tantos grandes títulos brindó al cine fantástico del viejo continente.
Calificación: 2
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