Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

THE REVOLT OF MAMIE STOVER (1956, Raoul Walsh) [La rebeldía de la Sra. Stover]

THE REVOLT OF MAMIE STOVER (1956, Raoul Walsh) [La rebeldía de la Sra. Stover]

No cabe duda que según el cine norteamericano discurrió en el sendero de la década de los cincuenta, fue extendiéndose en la pantalla una nueva concepción del melodrama cinematográfico. Unos nuevos modos que podrían definirse con la presencia e intención buscada en el cromatismo, en donde incluso conflictos raciales, generacionales y de clase social podrían estar presentes en relatos cinematográficos marcados por su desarrollo en pantalla ancha, un cuidado diseño de producción y un espectacular uso del color. A este respecto, quizá convendría citar ejemplos de títulos en esta línea firmados por Nicholas Ray, Vicente Minnelli o incluso los menospreciados Joshua Logan y Richard Quine. Lo cierto es que THE REVOLT OF MAMIE STOVER (1956) –jamás estrenada comercialmente en nuestro país y editada en DVD bajo el título LA REBELDÍA DE LA SRA. STOVER-, puede integrarse de lleno dentro de dicha tendencia. Sin embargo, lo más sorprendente de esta película es que nos encontramos ante una pequeña joya cinematográfica, un título sorprendente dentro de la línea que el veterano maestro sobrellevaba en aquel tiempo, erigiéndose sin duda como uno de los melodramas más insólitos y al propio tiempo más valiosos, de cuantos se realizaron durante aquellos años en USA. Que un realizador tan veterano como Walsh apostara por un material tan espinoso en las connotaciones de su base dramática, avala su capacidad de riesgo –algo así haría George Cukor en 1981 con RICH AND FAMOUS (Ricas y famosas)-, y la, al parecer, escasa acogida recibida en el momento de su estreno, quizá fuera señal suficiente para ratificar que nos encontramos ante un título enormemente crítico contra numerosos aspectos de la sociedad norteamericana –una faceta en la que creo solo superaría lo aportado por Walsh la posterior y casi alucinante THE NAKED KISS (Una luz en el hampa, 1964) de Samuel Fuller

 

La acción se inicia en San Francisco a inicios de la década de los cuarenta. Desde su puerto subirán al barco Mamie Stover (Jane Russell), y también el joven escritor Jim Blair (Richard Egan). Ambos trabarán contacto muy pronto, estableciéndose en ellos una sincera relación de amistad. Al llegar a Honolulu, Jim se dirigirá hasta su casa, acompañado por su novia, no sin antes haber ayudado a Mamie con cien dólares. Nuestra protagonista pronto intuirá que su trabajo en el club que dirige la veterana Bertha (Agnes Moorehead), le va a proporcionar la suficiente cantidad de dinero para suplantar con ello las discriminaciones a las que fue sometida desde siempre, empezando por sus propios padres, y que se ha prolongado en toda su andadura vital como un auténtico prejuicio permanente. Tal y como pensaba, el tirón entre el público masculino de Mamie le llevará a una notable prosperidad económica, que alternará con el estrechamiento de sus relaciones con Jim, pese a que ello violente las normas del club donde trabaja e incluso lleve a enfrentamientos literales de este, con el encargado del mismo, el siniestro Harry Adkins (Michael Pate). En medio de este contexto, la llegada del bombardeo a Pearl Harbor provocará una inflexión en la historia, puesto que obligará moralmente a Jim a alistarse, mientras que a la sagaz Mamie le permitirá la oportunidad de invertir sus ya considerables ahorros, comprando una serie de locales y terrenos a bajo coste, aprovechando la huída de numerosos americanos aterrorizados por el bombardeo. A pesar de que Jim le ha hecho prometer al irse al frente, que abandonaría su trabajo en el club, Mamie finalmente oculta a este su continuidad en el mismo, espoleada por el aumento de beneficio que le proporciona una Bertha consciente del enorme gancho que esta mantiene entre los soldados americanos presentes en la isla. Será, no obstante, cuestión de tiempo, que aunque alejado en la distancia, Jim se entere de la continuidad en la condición de cabaretera de Mamie –que incluso ha mantenido un flirteo con otro oficial americano-. Tras ser herido en un bombardeo, este volverá a reencontrarse con Mamie, aunque solo sea para comprobar ambos que representan dos modos opuestos, y pese al cariño que se profesan, su relación jamás podría consolidarse. Sin embargo, este encuentro permitirá a nuestra protagonista reflexionar ante su futuro, abandonando y renunciando al modo de vida que llevaba y retornando fugazmente a ese San Francisco en donde la veíamos en los momentos iniciales de la historia.

 

Son muchos los elementos que llaman la atención en esta hasta cierto punto insólita película. Ya desde sus primeros fotogramas, la mirada desafiante al espectador de Jane Russell, punteada por una planificación provista de una extraña prestación del cinemascope –que será practica habitual en el conjunto del metraje-, la fuerza del fondo musical de Hugo Friedhofer, y el poderoso cromatismo visual del conjunto, nos permite por momentos asistir a un melodrama sublimado por una rara modernidad en su puesta en escena –y en donde quizá no cabría omitir la singularidad de mostrar al protagonista masculino, con una trayectoria previa como guionista cinematográfico-. La precisión de los movimientos de cámaras, la relativa sensación de irrealidad de algunos de sus momentos, la musicalidad e incluso el erotismo que desprenden ciertos instantes de la relación entre la pareja protagonista, muy pronto se adueñan de un film magníficamente modulado, y en donde la justeza de su planificación va en consonancia con un excelente montaje –entendido este no como un elemento excesivamente visible, sino fundamentalmente como vehículo que permite la fluidez del conjunto-, permitiendo un enorme y preciso contraste, por ejemplo, en el fragmento casi final en donde la evolución de la carrera triunfante –económicamente- de Mamie, se contrapone a la azarosa andadura en el ejército de Jim, quien se consuela leyendo las cartas que le envía su amada.

 

Junto a esta elegancia y precisión en la puesta en escena –puede decirse que a la película no se sobra un plano, un reencuadre o una elección de ubicación de cámara-, es indudable que en THE REVOLT… destaca la capacidad descriptiva que se ofrece a la hora de mostrar una sociedad convulsa por la guerra, pero a la que esta misma circunstancia no deja de mostrar esa hipocresía consustancial marcada también en una zona ocupada militarmente –en algunos momentos, la dureza y sutileza con la que se manifiesta esta capacidad crítica, me recordó a la ofrecida pocos años antes por otro pionero del cine, King Vidor, en la también desconocida JAPANESE WAR BRIDE (1952)-. En todo momento, pero de una manera en ocasiones casi imperceptible, esa presencia de la intolerancia se manifiesta en aquello que rodea a esa mujer que jamás negará su condición de prostituta, pero que desde esa aceptación de su rol, alberga en si misma más integridad y coherencia en el modo de vida que ha elegido, que la mayor parte del contexto que la rodea y abiertamente la desprecia y considera como un elemento cuestionable de la sociedad. En este sentido, hay que señalar que el film de Walsh –que parte de un espléndido guión de Sydney Boehm, basado en la novela de William Bradford Huie-, ofrece numerosos elementos críticos que, preciso es señalarlo, en ocasiones están introducidos con sutiles detalles de comedia muy bien dosificados –como, por ejemplo, la manera con la que se describe el funcionamiento interno del club, a partir de esos cupones sobre los que gira el modo de cobro-, mostrando una mirada francamente inusual en el principal retrato femenino, revestido de un alcance veladamente feminista, y que finalmente permite una mirada a las relaciones de pareja en modo alguno ligadas a los deseos del hombre –en un momento determinado, Jim habla ante Mamie diciendo que “le pertenece”- y a un alcance reaccionario bastante común en el melodrama cinematográfico. En su clara oposición, nos encontramos con una mirada sensible pero contundente que jamás cuestiona la actitud de los dos protagonistas, que intenta comprenderlos en su modo de pensar, mostrando finalmente una visión adulta de sus emociones, que imposibilita un futuro en común de ambos. Es por ello que finalmente Mamie renunciará a su modo de vida, pero no a su personalidad, su individualidad y su desafío, al conjunto de una sociedad que desde sus primeros años contribuyó hacer de ella un personaje luchador, inteligente y anticonvencional a los hipócritas modos sociales que le rodean.

 

Espléndidamente planteada en su puesta en escena, densa en sus premisas argumentales, atrevida en sus conclusiones dramáticas, representativa de su tiempo y al mismo tiempo moderna en su vertiente visual y narrativa, THE REVOLT… muestra también una inusual química entre la estupenda Jane Russell –inicialmente estaba previsto que el personaje lo encarnara Marilyn Monroe-, y el generalmente adusto Richard Egan. Todo ello, permite describir un título prácticamente oculto en el último periodo de la larga filmografía de uno de los grandes pioneros del cine, dotado de gran interés, que no desmerece en su conjunto de los mejores exponentes de un periodo especialmente brillante en el melodrama cinematográfico.

 

Calificación: 3’5

1 comentario

santi -

uno de mis directores favoritos , el maestro walsh en los años 50 hizo de todo, bodrios como los gavilanes del estrecho , magnificas peliculas como historia de un condenado, y obras maestras como camino de la horca y su genial western los implacables, por cierto porque sra stower, bueno quitando este detalle mi ultima pelicula que vi de este gran director , es una mas que estimable pelicula donde jane russell esta estupenda y se come con patatas al egan este que ni le recuerdo de otra pelicula
la pelicula esta muy bien contada , no aburre como otras de walsh y se agradece su corto metraje