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CINEMA DE PERRA GORDA

FLESH (1968, Paul Morrissey) Carne

FLESH (1968, Paul Morrissey) Carne

Tengo que confesar que contemplando los primeros minutos de FLESH (Carne, 1968. Paul Morrissey), me llegué a preguntar ¿Estamos ante una auténtica tomadura de pelo? El mostrar con un plano fijo de cerca de cuatro minutos de duración, el rostro dormido de Joe Dallesandro, me permitía intuir que revisar a cuatro décadas vista uno de los títulos más representativos del underground norteamericano, finalmente iba a evidenciar un producto coyuntural, caduco y de escasos valores cinematográficos. Puede que algo de ello exista en esta película elaborada prácticamente sin guión, y en base a una serie de anécdotas vividas por su personaje protagonista –Joe (Dallesandro)-, dominada por una planificación casi inexistente, planos entrecortados o ausencia de progresión en su conjunto. Pero también es cierto que esta modesta película logra poco a poco mostrar una autenticidad a la hora de mostrar un marco urbano y vital en el que nuestro hombre desarrolla su andadura como chapero. Y lo hace además con total naturalidad y desprovisto de todo moralismo, lo cual permite que esta propuesta quede como un testimonio relativamente valioso de unos modos y costumbres ya existentes en la sociedad norteamericana.

 

Joe realizará en el día en el que se centra la película una serie de encuentros con diferentes hombres, destacando entre ellos el que mantiene con un veterano y atildado amante del arte con el que ejercerá como modelo, y que en dicha sesión no dejará de adoctrinarle sobre las posibilidades existentes en el uso y disfrute del cuerpo humano. Y es que en definitiva, FLESH queda definida como una comedia de índole casi satírica, que incorpora de forma quizá involuntaria esa vertiente cómica, llamado slow burn, -gag de efecto dilatado-, y que se manifiesta de forma bastante perceptible en la señalada sesión mantenida por el anciano esteta. En su conjunto creo que resulta innegable destacar la presencia casi constante de esta técnica cómica, permitiendo que el desarrollo de la película llegue hasta nosotros con una notable sensación de veracidad.

 

Y es en este mismo aspecto, cuando el mayor logro de FLESH viene dado por su mirada libre y desprejuiciada, por huir del moralismo, y por ser capaz de demostrar que en la vida norteamericana estaban presentes de forma latente muchas maneras diferentes de entender la vida y las relaciones. En este sentido, justo es señalar que le llegada del film de Morrisey en aquel año, nos permitiría en primer lugar apostar por la sinceridad de sus imágenes, y compararlas con los efectismos y moralismos que definían el film de John Schlesinger MIDNIGH COWBOY (Cowboy de Medianoche, 1969) –realizado de forma paralela en aquel tiempo, y que logró un tan sorprendente como a mi juicio injustificado triunfo crítico-. Es en una faceta en la que la sencilla película de Morrissey sale victoriosa, y también cabría destacar como directores posteriores como Gus Van Sant, tanto han bebido en su cine, de aquellas propuestas que fueron planteadas por este errático cineasta, quedando siempre oscurecido su nombre por la discutible colaboración que Andy Warhol aportara en ellos.

 

Lo cierto es que en un film como FLESH, podemos asistir a un recorrido por unos senderos urbanos muy alejados de lo habitualmente mostrado por el cine norteamericano. La cámara de Morrissey no moraliza, se limita a mostrar las andanzas del bello Joe de forma desapasionada. Este, en ocasiones nos resultará casi de mente obtusa, en otras volverá a demostrar el límite de su atractivo, y con algunos de sus personajes se ofrecerá seductor, para lograr con ello alcanzar un dinero que le deviene esquivo, y que necesita para que su mujer se lo entregue a su mejor amiga, permitiéndole abortar. El objetivo se cumplirá, pero para el espectador lo que más puede interesar del film de Morrissey quizá venga dado de la capacidad para describir exteriores urbanos, logrando impregnar la imagen con una visión casi documental de una serie de rincones, actividades y modos de comportamiento, centrados fundamentalmente en el oficio de los chaperos, pero generalizados en la soledad y trasiego de la vida urbana.

 

Más allá de este análisis puntual, resulta obligado destacar la presencia de Dallesandro en su personaje principal. Sin ser actor, lo cierto es que la belleza del joven se erige como epicentro de la película. Dotado de un aspecto que bien pudiera haber surgido en pleno renacimiento, la extraña sensación de contemplar al que quizá sea uno de los hombres más atractivos que han aparecido por la pantalla, encarnando un personaje sencillo y desprejuiciado, es quizá lo que permite que su retrato de Joe haya perdurado en esa enciclopedia del erotismo cinematográfico, teniendo su continuación en las siguientes colaboraciones de Dalessandro con Morrissey. De esta forma, con unos métodos de rodaje casi irrisorios, FLESH logró erigirse como un producto de cierta importancia mitigada, logrando permanecer en nuestros días con moderada efectividad. No me cabe duda además, que debido a razones opuestas a las que en su tiempos permitieron que esta pequeña broma cinematográfica hasta cierto punto escandalizara  a los públicos de un cine que, en aquel entonces, estaba sufriendo los primeros instantes de su apresurada y agónica evolución.

 

Calificación: 2’5

1 comentario

Jordan Flight 45 -

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