DAUGHTER OF DR. JEKYLL (1957, Edgar G. Ulmer) [La hija del Doctor Jekyll]
Para poderse hacer una idea del innegable talento que desarrolló siempre en sus tareas de dirección el austriaco Edgar G. Ulmer (1904 – 1972), solo tendríamos que tomar como elemento de referencia DAUGHTER OF DR. JEKYLL (1957), una de sus últimas películas, integradas dentro de la producción de cine de terror que el pequeño estudio Alliet Artists brindó a la serie B cinematográfica de los últimos años cincuenta. Es evidente que esta historia integra con nulo sentido de la sutileza el personaje de la novela de Robert Louis Stevenson, con ambientes dominados por panteones y lugares fúnebres, y la hipotética presencia de hombres lobo que se combaten con estacas. Todo un compendio de referencias literarias y mitos instaurados en el cine de terror, unidos a la imaginería gótica, son planteados –con mayor o menos grado de credibilidad- en este pequeño producto que apenas alcanza los setenta minutos de duración. Un título que se erige como una muestra perfectamente representativa de los modos que permitían a Ulmer demostrar su valía como cineasta, dignificando producciones que en manos menos adecuadas, estarían definidas con enorme facilidad en los tristes confines del bodrio más inapelable.
En su oposición, el ya veterano cineasta se toma el serio el material de base, obra de Max Pollexfen, logrando a través de su seguimiento la oportunidad de recrear un relato gótico con una notable convicción en su progresión. Puede decirse que pese a la pobreza de producción, ni falta ni sobra ningún plano de entre los que aplica Ulmer, contento como está de plasmar una historia cercana al cine de terror, y en la por otra parte jamás dejará de estar presente ese fatalismo consustancial al cine de su autor. Esa convicción logra que las insuficiencias del relato puedan ser dejadas en un segundo término, trascendiendo el exiguo interés argumental de un argumento que entremezcla diversas vertientes del cine de terror, a partir de la llegada de la joven Janet Smith (Gloria Talbott) a la mansión de su desaparecido padre, acompañada por su novio –George Hastings (el habitual en la serie B del cine de terror de la época, John Agar)-. Allí será recibida por el Dr. Lomas –Arthur Shields-, estrecho amigo de su padre, quien esperará a que la muchacha cumpla –apenas pocas horas después de su llegada- la mayoría de edad de 21 años, para explicarle la realidad que acompañó a su padre. Dicho y hecho, cumpliendo la promesa que formulara a este poco antes de que muriera, le expondrá a Janet la terrible realidad de su fallecido progenitor –quien le lega toda su fortuna y la mansión protagonista-; este era en realidad el Dr. Jekyll.
A partir de ese momento se instaurará en la muchacha un terrible remordimiento, que muy pronto evolucionará hasta unas pesadillas terriblemente vividas, en las que protagonizará una serie de crímenes contra jóvenes muchachas. Más allá del impacto al despertar, indicios como ver sus ropas y manos manchadas de sangre la harán concluir que ella es realmente la causante de dichos crímenes, ya que efectivamente los cadáveres son encontrados. Sin embargo, algo oscuro se esconde bajo la aparentemente bondadosa personalidad del Dr. Lomas, quien finalmente mostrará, pese a sus esfuerzos, el lado siniestro de su personalidad. Como antes señalaba, no será en su rigor argumental donde pueda ofrecerse una mirada más o menos interesante en el título que nos ocupa. No pocas son las licencias ante las que hay que demostrar ciertas tragaderas, una de las cuales son la intempestiva aparición de Lomas convertido en monstruo, que inician y concluyen con aparente sarcasmo –y maldita la gracia que tienen- la función. Del mismo modo, en el aire queda la relación que pudo haber entre Lomas y el desparecido Jekyll para que la afección de uno pasara a otro, o incluso el destino del cadáver de la primera muchacha asesinada una vez lo llevan a la mansión. Debilidades, descuidos e incongruencias argumentales, que personalmente no me impiden disfrutar de la convicción con que Ulmer sabe planificar la película, en la necesidad de todos sus planos, en la manera como sabe relacionar las conversaciones que se desarrollan entre los personajes en el interior de la mansión, la destreza que tiene de integrar las pesadillas de la protagonista, o en la habilidad con la que utiliza buena parte de los elementos habituales en la iconografía del terror gótico –pasadizos, nieblas, exteriores con panteones y nieblas, la presencia del mad doctor, herencias de una familia enferma…-. Cualquiera diría que Roger Corman tuvo que tomar nota de esta película, a la hora de dar vida su ciclo de adaptaciones sobre Allan Poe, indudablemente confeccionada con mayores medios, sentido escenográfico y gama de matices.
No por ello vamos a desestimar esta simpática y pequeña serie B, que con una duración de menos de setenta minutos, prácticamente se ofrece como un pequeño y eficaz cuento de horror dotado de una adecuada atmósfera que logra sortear los lastres que la rodean. Cierto es que quizá nos encontremos con uno de los títulos menos inspirados de los que Ulmer realizara en la década de los cincuenta, como paso previo al oscuro cierre de su filmografía. Sin embargo, hablamos un director de primera fila, y aún contando con mimbres tan de escasa entidad como los presentes –y en ello incluyo la debilidad de su reparto-, posee más calidad, fuerza e interés puramente visual, que el que podría demostrar en aquel tiempo un William Castle en sus aportaciones al género rodadas para la Columbia –además más generosas en medios-.
Calificación: 2’5
3 comentarios
Juan Carlos Vizcaíno -
El hecho de que Edgar G. Ulmer tuviera que desarrollar su carrera en la trastienda de Hollywood, no va en contraposición a que -bajo mi punto de vista- sea uno de los realizadores más fascinantes que ha dado el cine. Hay ocasiones en las que bajo las capas de un cine imperfecto se intuye el talento, el genio, la garra y la personalidad de quien está detrás de la cámara. Para mi, Ulmer es uno de los ejemplos máximos de dicho enunciado. En todas las películas suyas que he visto se percibe talento, y me invitan a seguir rastreando su obra... y es más, me hipnotiza hasta el extremo de seguir su trayectoria vital, en la que se conjuga un hombre vehemente y de mal genio, que incluso rodó en nuestro país... Te recomiendo títulos suyos magníficos como el mítico DETOUR, BLUEBEARD, RUTHLESS, EXTRAÑA MUJER, NAKED DAWN, MURDER IS MY BEAT, THE AMAZING TRANSPARENT MEN o BEYOND THE TIME BARRIER..
Alfredo Campello -
gusno666 -
El mercado del cine funciona así: una distribuidora arregla con la productora comprarle X cantidad de películas. El productor las hace como chorizos, empaqueta lo que salga en término para cumplir y se olvida del tema.
Todo los demás corre por cuenta de afiches engañosos y poco creíbles avances, contando con el mercado adolescente que en esa época nopodía elegir las películes del cine local.
Es increíble como un director hace una película pensando solo en el dinero y décadas después las analizamos como productos artísticos... o no tanto.