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CINEMA DE PERRA GORDA

A CHRISTMAS CAROL (1938, Edwin L. Marin)

A CHRISTMAS CAROL (1938, Edwin L. Marin)

A ningún aficionado se le puede escapar que en el departamento de producción de la Metro Goldwyn Mayer de la década de los años treinta, el terreno de las adaptaciones literarias suponía un referente de indudable importancia. Dentro de esa nómica de escritores que sirvieron como base para la plasmación de títulos de época, la figura de Charles Dickens tuvo una importancia notable, registrándose en 1935 la brillante adaptación de A TALE OF TWO CITIES (Historia de dos ciudades, 1935. Jack Conway), una concienzuda apuesta de estudio a cargo de David O. Selznick, en la que por cierto se logró la aportación de Jacques Tourneur y Val Lewton, a la hora de responsabilizarse de la célebre secuencia de la Batalla de la Bastilla. Es probable que el éxito logrado en aquella ocasión supusiera un referente de especial significación a la hora de acometer un par de años después una nueva adaptación cinematográfica basada en un relato del escritor británico; A CHRISTMAS CAROL (1938, Edwin L. Marin) En cualquier caso, y aún contando con la presencia de Joseph L. Mankiewicz como responsable de producción, justo es reconocer que los resultados, tan discretos como eficaces, en modo alguno pueden compararse con el anteriormente citado film de Conway. Cierto es que en ambos casos nos encontramos con propuestas abiertamente de estudio, y en esa comparación no cabe duda en preferir la implicación a todos los niveles que revelaba A TALE…, que la sensación de desgana que preside el título que nos ocupa, que de buenas a primeras revela unos niveles de producción bastante menores, e incluso me atrevería a apostar al hecho de situarse en el terreno de la serie B de la Metro. Y es que el reparto de antemano nos indica que no contamos con figuras de relieve en el mismo –aunque no sería justo omitir la aportación de característicos como Gene Lockhart, o la breve aparición del siempre magnífico Leo G. Carroll-. Si a ello unimos la escasa duración de la película –apenas setenta minutos- o la escasez de escenarios planteados –no me cabe duda que los utilizados pertenecían a otros títulos precedentes del estudio-, podemos tener bastante claro el hecho de encontrarnos ante una producción de segunda fila dentro de M. G. M., aunque ello necesariamente no ha de inclinarnos a pensar en una película de entrada desprovista de interés.

Sin embargo, sí que sorprende en ella ver la firma como director del posterior especialista en westerns, Edwin L. Marin. Un realizador sobre el que algunos comentaristas han querido ver en ciertas ocasiones una personalidad definida, aunque la realidad no ofrezca más que la oportunidad de atender a un correcto aunque por lo general poco inspirado artesano, ocasionalmente proclive a insertar secuencias aisladas de gran fuerza expresiva. En este sentido, quizá quepa concluir que Marin no era, probablemente, el hombre más adecuado para responsabilizarse de la realización de A CHRISTMAS… Esa a mi juicio poco acertada elección en el realizador, y los cortos límites de producción impuestos –sobre todo en el ámbito de su duración-, provocan que la adaptación realizada de la célebre singladura transformadora del avariento Ebenezer Scrooge, aparezca en nuestros días como bastante descafeinada. Setenta minutos son pocos para intentar plasmar las sugerencias y el alcance descriptivo e incluso melodramático y sobrenatural del relato, por lo cual sus imágenes pecan de notable superficialidad. Es decir, en no pocos momentos se detienen en situaciones y momentos absolutamente prescindibles y, por el contrario, atienden los momentos más tensos de la historia con excesiva frialdad. En este extraño contexto, la sensación que se tiene es la de asistir a un relato –muy conocido por otra parte-, en el que a nivel de ambientación resulta bastante correcto, y en el que las situaciones familiares generadas en interiores de viviendas aparecen como simples “estampitas”, sin vida, y dominadas por todo tipo de estereotipos.

 

Indudablemente, la llegada de las tres visitas de los espíritus de las navidades pasadas, presidentes y, para concluir, la futura, el film de Marin alcanza una cierta temperatura, sin que por ello estemos hablando de momentos especialmente apasionantes. Y es que, a fin de cuentas, una visión de conjunto sobre A CHRISTMAS CAROL refleja totalmente la sensación de acudir a una ilustración superficialmente correcta de la obra de Dickens, pero al mismo tiempo comprobar con cierta decepción como el estudio que la produjo, dejó esta película un poco de lado a nivel de implicación de su equipo de profesionales, permitiendo que finalmente la discreción fuera su rasgo más característico. En cualquier caso, he de reconocer que me resulta superior a la versión musical realizada por Ronald Neame en 1970 –por más que en ella destacara la labor del gran Albert Finney-, y quede en lista de espera, la posibilidad de contemplar la versión de esta misma historia, que en los primeros años cincuenta rodó en Inglaterra Brian Desmond Hurst –SCROOGE (1951)-. Es probable que con ella pudiéramos atender la mejor versión que esta creación de Dickens alcanzó jamás en la pantalla.

 

Calificación: 2

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