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CINEMA DE PERRA GORDA

PILGRIMAGE (1933, John Ford) Peregrinación

PILGRIMAGE (1933, John Ford) Peregrinación

Pese al merecido reconocimiento que alcanza su obra, aún permanecen vigentes pequeños espacios de sombra en una filmografía tan rica y dilatada en el tiempo y en su propia manifestación numérica, como la ofrecida por John Ford, el cineasta por excelencia del cine clásico norteamericano. Es curiosa dicha circunstancia, pero al mismo tiempo resulta una evidencia incontestable solo en modo comprensible con su obra silente –en la que también hemos de consignar títulos que se dan por perdidos-, pero que resulta francamente lamentable que suceda en aquellos films que forjaron su trayectoria durante la década de los años treinta. Curiosamente, de la misma emerge como ejemplo de mayor prestigio el que para mí sigue siendo el título fordiano que menos me gusta; el enfático y envarado THE INFORMER (El delator, 1935). Pero junto a este ejemplo clásico de hipervalorización, nos encontramos con otros que revelan en su simplicidad la mirada, el mundo expresivo o la serenidad temática que harían de Ford uno de los más grandes realizadores. A títulos como JUDGE PRIEST (Juez Priest, 1934), THE PRISONER OF SHARK ISLAND (Prisionero del odio, 1936) o THE WORLD MOVES ON (Paz en la tierra, 1934) cabría añadir sin duda el inicialmente jovial, pronto doloroso y trágico y finalmente plasmando una búsqueda de redención, que define el argumento que plantea PILGRIMAGE (Peregrinación, 1933). Una historia enmarcada dentro de la producción de alcance antibélico, pero que al mismo tiempo sublima y deja de lado dicha característica para erigirse fundamentalmente como una cristalina parábola a favor de la libertad del individuo para decidir en todos los elementos que conformarán su propia existencia.

 

El argumento de PILGRIMAGE se inicia en un paraje rural inserto en la localidad de Three Cedars en Arkansas. Un entorno dominado por la placidez, grandes granjas desvencijadas, plantas vegetales de gran tamaño y multitud de pequeños animales. Un panorama ya entonces habitual en numerosas producciones americanas, que la 20th Century Fox logra recrear con justeza y personalidad con unos exteriores rodados en estudio, algo que sin embargo no limita la credibilidad de sus imágenes. Muy pronto en ellas advertiremos la relación de amor y al mismo tiempo de dominio que ofrece la veterana Hannah Jessup (Henrietta Crosman), viuda y dueña de una granja a la que dedica toda su vida, con su hijo Jim (el posterior director Norman Foster). Los primeros minutos son determinantes en este sentido para que la veterana Hannah advierta que su manera de entender el mundo ha variado al comprobar como Jim se hace mayor, intentando de manera lógica abrirse a la contemplación del mundo y de la vida. Sugerirá afiliarse como voluntario en la Francia de la I Guerra Mundial y, sobre todo, mantendrá un romance con la joven Mary Saunders (Marian Nixon). Será el detonante para provocar el rechazo de la progenitora hacia su hijo, llegando con ello a firmar el ingreso de este dentro del voluntariado que anteriormente había sugerido el propio Jim. Será lo pillada por los pelos que queda esta actitud, una de las pocas objeciones que a mi juicio se pueden formular en la película –la otra sería la incorporación de breves flashes que se insertan dentro de una rememoranza final de la madre de los recuerdos de Jim al estar a punto de partir en su ingreso militar- a una por otra parte espléndida película, en la que quizá un ligerísimo estatismo no impide que nos encontremos con un relato magníficamente modulado, en el que cada uno de sus episodios está planteado de forma magnífica, ligándose a temáticas muy familiares al cine de su director –la presencia del matriarcado, el contraste entre el mundo rural y el progreso-, y en el que además se ofrece una mirada solapadamente transgresora del concepto del patriotismo y las tristes implicaciones que el mismo plantea, dentro de una historia que quizá en una mirada superficial pueda apelar a una mirada compasiva en torno al mismo.

 

El alistamiento de Jim irá acompañado del rechazo de Hannah de la novia de este, que su hijo ha dejado embarazada. En la contienda bélica el muchacho morirá en combate, provocando por un lado la desolación de su madre, quien realmente fue la que forzó la incorporación en un contexto que inicialmente detestaba, y por otro que Mary quede como madre soltera. Pasan diez años y la situación parece no alterarse en Three Cedars pese al largo paso del tiempo. Hannah sigue impertérrita en su ocupación rural mientras su nieto se pasea por las calles sin que esta manifieste ningún tipo de arrepentimiento en su actitud. Sin embargo, un acontecimiento alterará esta rutina. Llega hasta allí una delegación que propone una visita de numerosas madres de muchachos voluntarios muertos en la I Guerra Mundial, para que estas contemplen sus tumbas en señal de homenaje. Aunque reticente de dicho traslado, la insistencia del alcalde de la localidad –que en un oportuno apunte ve en ello intereses de promoción de la misma- finalmente le convencerá de la realización de ese viaje que, sin pretenderlo la anciana, supondrá la oportunidad para que finalmente se produzca en ella una transformación en su personalidad, exorcizando ese resentimiento que se había apoderado de su alma durante tantos años.

 

Será un largo episodio que tendrá su inicio con uno de los grandes momentos del film –sin duda uno de los más memorables del cine de Ford en dicha década-, el instante en que la novia de su hijo y su nieto le entreguen unas flores para que las deposite en la tumba de Jim. La rotunda y sincera planificación de ese largo plano fijo de la ventanilla del tren sobre la que aparecerá la mano de la anciana, en un gesto de resignación desarrollado en “off” narrativo de conmovedora fuerza. A partir de ahí, la película irá alternando momentos de comedia que suponen el contrapunto a la emotividad de sus secuencias –esa repentina competición de Hannah de una compañera en el tiro con escopeta ya en territorio galo, el contraste entre los modales de las jóvenes de clase alta que tripulan el barco junto a las madres que viajan hasta Francia-, dentro de un episodio en el plantea una enorme capacidad para el desmonte de los tópicos patrioteros –la manera con la que los oficiales condecoran a las madres con una medalla que queda como un premio de consolación-, y en el que nuestra protagonista tendrá oportunidad de reflexionar al comprobar que su tragedia fue un hecho colectivo, al tiempo que tendrá la suficiente entereza para asumir su responsabilidad a la hora de llevar a Jim hasta lo que realmente supuso su muerte. Para ello, nada mejor que la posibilidad de la redención, que en la película podrá manifestarse en la posibilidad –rebuscada en el papel pero tremendamente efectiva en la pantalla- de trasladar ese apoyo que no brindó en su momento a su hijo, pero que el destino le permitirá en el fortuito encuentro con el joven americano Gary Worth (Maurice Murphy), a punto de suicidarse tras el rechazo de su madre debido al romance que mantiene con una joven francesa. La historia parece repetirse, sirviendo en esta ocasión Hannah como firme apoyo para resolver la situación y, con ello, decidirse finalmente para visitar la tumba de su hijo en un inmenso cementerio lleno de cruces –y algún otro símbolo religioso-. Será sin duda este otro de los tres grandes momentos del film, con la arrepentida madre portando en la tumba esa flor que le entregó aquella madre que no tuvo ni la oportunidad de ofrendar a su hijo desaparecido, al tiempo que ubicando las flores ya resecas que le entregaron al salir de Three Cedars Mary y su nieto, mientras se postra ante la tumba totalmente arrepentida. Nos encontramos probablemente ante uno de los momentos más hermosos que ha legado el cine norteamericano dentro de esta vertiente, evocando y al mismo tiempo ejerciendo como revulsivo de los horrores de esta contienda. La catarsis del momento pronto llevará a la lógica conclusión del film. Hannah ha regresado a su entorno de siempre, llevando con ello un nuevo espíritu, que finalmente le permitirá mostrarse compasiva con Marian y aceptar el cariño de su nieto, que en definitiva mantiene la única simiente futura de los Jessup, en otro de los instantes en los que queda vigente la capacidad de conmover que albergaban los mejores fragmentos del cine de Ford. Esa manera innata de penetrar en los recovecos del alma humana, la autenticidad de las personas y los comportamientos, y que en apenas una inflexión de secuencia podía trasladarnos del instante más doloroso y dramático, a otro que pueda inducirnos a la sonrisa. Es algo que logró en otros títulos de estos años –recuerdo, por ejemplo, los instantes finales de la estupenda y ya citada JUDGE PRIEST- y que se da cita también en esta injustamente olvidada película. Hablamos de la fuerza, contundencia y al mismo tiempo sencillez que revisten el montaje que une la batalla en la que muere Jim en la contienda en Francia con la tormenta que se desata a miles de kilómetros de distancia, y que despertará a Hannah sobresaltada, intuyendo –con sorprendente acierto- que algo terrible ha sucedido a su hijo, o el plano en el que la llegada del alcalde con un emisario, inevitablemente anunciará la muerte de Jim. Son momentos que revelan la raza de un cineasta de la talla de Ford, y que en esta humilde, sencilla pero tremendamente contundente película, le permitieron vehicular no pocas de las constantes que ya entonces definían su cine –el recuerdo de la silente FOUR SONS (Cuatro Hijos, 1928) es evidente-.

 

Calificación: 3’5

2 comentarios

santi -

imprescindible quise decir , por cierto cuantas peliculas ha visto usted en su vida? que barbaridad yo que cuando puedo veo 3 diarias, y que me faltan 12 directores de los que denomino esenciales, usted puede hablar de casi todos o todos de la epoca clasica sin ningun problema , me resultan mas interesantes sus comentarios que los de jose luis garci y sus programas televisivos , que cada vez que habla de un clasico me aburre mucho
esta pelicula de john ford alguien deberia de lanzarla en dvd de una malditavez , puesto que todas sus obras magnas y sus menos afortunadas ya salieron al mercado
incluyendo el caballo de hierro , hasta su peliculilla llamada rio arriba , entonces porque no esta?
una joya a descubrir para muchos todavia

santi -

maravillosa , inprecindible