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CINEMA DE PERRA GORDA

OTHER MEN’S WOMEN (1931, William A. Wellman) Mujeres enamoradas

OTHER MEN’S WOMEN (1931, William A. Wellman) Mujeres enamoradas

Muy poco antes de que William A. Wellman firmara uno de los títulos más significativos de su obra, que preludió la casi instantánea apuesta de la Warner por el cine de gangstersTHE PUBLIC ENEMY (1931)-, el entonces prolífico –e inventivo- cineasta, dio vida la pequeña historia de Maude Fulton –adaptada a la pantalla por ella misma-, en la que la brutalidad y lo intimista se da de la mano de manera pasmosa. Un pequeño relato que de pasada muestra ciertos elementos sociológicos en torno a la incidencia de la gran depresión en los marcos rurales estadounidenses, y al mismo tiempo se plantea un triangulo amoroso –y de sincera amistad- en un contexto cinematográfico previo a la implantación del Código Hays.

 

OTHER MEN’S WOMEN (Mujeres enamoradas, 1931) se desarrolla en el marco espacial de la estación de ferrocarril de Eats. En un contexto de gran dureza trabajan numerosos hombres entregados, deteniéndose la película en Bill (Grant Whiters) y Jack (Regis Toomey). Ellos representarán ese concepto extremo de la amistad y camaradería masculina que siempre estuvo presente en el cine de Wellman, a ambos les une una estrecha amistad, que comparten desde su trabajo común como conductores de una locomotora. Amigo de juergas nocturnas, Bill en un momento dado se echará para atrás en su intención de casarse con la joven camarera Marie (Joan Blondell), ligándose a juergas y borracheras, de una de las cuales le sacará su fiel amigo Jack. Este lo llevará a su propia casa, permitiendo que abandone la habitación que tenía alquilada, donde compartirá una existencia más plácida en compañía de su propia esposa –Lily (Mary Astor)- y el viejo patapalo (J. Farell MacDonald). Lo que entre ellos se dirime como una extraña relación de amistad abierta y entrañable, muy pronto devendrá en la indeseada pero inevitable presencia de una atracción amorosa entre Bill y Lily. Un sentimiento que ambos no podrán contener en sus más sinceros exponentes, aunque si intentarán sobrellevar con el sentimiento presente de nobleza ante el respeto a Jack. Es por ello que el amigo abandonará el hogar de ambos, pero muy pronto las sospechas se intuirán –expresados en un prolongado y revelador primer plano sobre su rostro- por parte del esposo, quien se enfrentará a su hasta entonces amigo, peleándose ambos mientras su locomotora está en pleno funcionamiento, provocando un accidente, y quedando Jack herido en la refriega. Este se recuperará, pero la terrible realidad le dejará ciego, comprobando su viejo amigo –en una secuencia admirable por su contención- el drama que inesperadamente ha provocado en dicha familia. Pese a huir de dicho entorno, el invidente advertirá casualmente –por una indiscreción del viejo pata de palo, que Lily sigue cuidándole por lástima. Por ello, escenificará una invocación para que su esposa se marche de su lado.

 

El tiempo discurrirá pero unas lluvias provocarán unas crecientes inundaciones en las que se encuentra en riesgo la seguridad de un puente al que previsiblemente van a arrastrar las aguas. Bill –imbuido de un extraño aliento trágico, y sin haber asumido aún la tragedia que ha provocado entre sus queridos amigos, se ofrecerá como voluntario para discurrir por dicho puente con un tren cargado de cemento, para intentar comprobar su improbable resistencia. Jack escuchará la situación y huirá del entorno en donde estaba reunido con sus amigos, intentando adelantarse a los deseos de su –pese a todo- mejor amigo. Entre la lluvia, desafiará su ceguera y logrará acceder a la locomotora, llegando a pelearse y noquear a Bill, al que por encima de todo quiere proteger en su intención prácticamente suicida, y en su lugar ocupar él ese papel, siendo consciente de que su mera presencia como ser humano, ya nada puede servirle en su existencia, quedando como un simple estorbo e impidiendo ofrecer un camino libre a una relación entre su esposa y su gran amigo. Es decir, que ha de dejar paso al destino. Aunque en él no tenga cabida.

 

Tan sencillo planteamiento, en realidad esconde una mirada abierta, junto a una creíble y, finalmente, conmovedora reflexión sobre la fuerza irresistible de los sentimientos,  mostrada en la pantalla algún tiempo antes de que lo hiciera Jean Renoir –y con posterioridad Fritz Lang-, dentro de un ámbito ferroviario. La crueldad que emanaba del referente literario de Zola, en esta ocasión se transforma en dureza y ternura al mismo tiempo, describiendo una visión abierta y madura de las relaciones afectivas, dentro del marco de libertades que podía expresarse en aquel cine de principios de la década de los años treinta, con un perfilado de personajes tan directo como creíble, en la que la labor de sus intérpretes resulta de esencial complicidad. Entre ellos, es lógico destacar la sensibilidad mostrada por la jovencísima Mary Astor en su crucial personaje.

 

Wellman sabe ser sensible, pero en ningún momento olvida su garra cinematográfica –esa largo travelling de retroceso que describe la manera con la que Bill deja de lado su intención inicial de casarse con Mary; el travelling lateral que permite incorporar a patapalo en las tareas de cultivo de la casa de Jack y Lily, el propio alcance circular de la historia-, combinado las formas y maneras con la que en aquellos años se mostraban las elipsis cinematográficas –los planos que muestran el discurrir de las hojas del calendario-. Unamos a ello la especial sensibilidad con la que se muestra el estallido en la atracción manifestada entre Lily y Bill, el perfecto uso dramático que se ofrece de la lluvia en los momentos en los que Bill contempla a su viejo amigo postrado en la silla y advirtiendo su ceguera, o la expresiva manera con la que se manifiesta el estado de felicidad de los empleados del tren –danzando por encima de los vagones- son aspectos que denotan esa capacidad para combinar romanticismo y dureza, que ya se manifestaron en algunos de los títulos del Wellman silente –WINGS (Alas, 1927) y BEGGARS OF LIFE (Los mendigos de la vida, 1928), esta última también inserta en un contexto rural y con ambientación ferroviaria-, y que muestran en esta película la vitalidad de un cineasta provisto de un especial grado de febrilidad creativa. Señalemos para finalizar, la presencia de un joven James Cagney –encarnando a otro empleado de tren amigo de la pareja protagonista-, que a punto estaba de convertirse en estrella cinematográfica con la ya mencionada THE PUBLIC ENEMY.

 

Calificación: 3

1 comentario

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