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CINEMA DE PERRA GORDA

RIFF-RAFF (1947, Ted Tetzlaff)

RIFF-RAFF (1947, Ted Tetzlaff)

Tendría que remontarme a otro título de aquellas postrimerías de los años cuarenta –estoy refiriéndome a THE STRANGER (1946) de Orson Welles-, para encontrar una referencia cuyos minutos iniciales sean tan apasionantes como los que plantea RIFF-RAFF (1947), segunda de la docena de películas que firmó el prestigioso director de fotografía Ted Tetzlaff, un par de años antes de responsabilizarse del que probablemente sea su obra más recordada THE WINDOW (La ventana, 1949). En esta ocasión, con el fondo de una estruendosa tormenta nocturna –insertando el plano de una amenazadora guayana-, la cámara del realizador describe con intensidad y una planificación expresionista, tanto el contexto físico del momento –un grupo de hombres situados en un contexto tropical-, como la ansiedad por vivir una situación que en esos instantes desconocemos –pronto averiguaremos que estamos asistiendo a una extraña pista de aterrizaje, y los nerviosos personajes esperan el despegue de un vuelo particular-. La tensión se mantendrá en los minutos siguientes durante el desarrollo de este vuelo –que descubriremos ha partido de un lugar de Perú y tiene como destino Panamá-, en el que uno de los pasajeros cae al vacío –la cámara no nos mostrará, aunque lo intuiremos; ha sido asesinado-. Todo este episodio conforma, un fragmento magnífico, casi apasionante, que hace preludiar al espectador el disfrute de un producto que, lamentablemente, ya jamás alcanzará las expectativas planteadas aunque, cierto es reconocerlo, en bastantes de sus secuencias posteriores se observe ese interés por parte de Teztlaff por insuflar de un cierto expresionismo formal a una propuesta que, en definitiva, no supone más que un complemento de programa doble surgido de la R.K.O. en sus años florecientes.

 

No quisiera con ello dar a entender una visión negativa de una película, que no pretende ofrecer al espectador más que una combinación de thriller con comedia, envuelto todo ello en un marco exótico y tropical. Una fórmula bastante en boga en aquellos años y que, justo es reconocerlo, produjo exponentes bastante atractivos, aunque quizá no brindara en su conjunto obras de especial significación. Dentro de estas coordenadas, RIFF-RAFF se desenvuelve bastante bien cuando sus discurrir se centra más en los elementos de suspense que cuando, a mi juicio, se integra de manera más acusada por los senderos de la comedia. Todo ello sirve como base a la trama que se inicia en realidad cuando el tripulante superviviente –Charles Hasso (Marc Krah)- contrata los servicios de un peculiar personaje –Dan Hammer (Pat O’Brien)-, mitad detective mitad diletante en esa ciudad panameña en la que se desenvuelve con especial desparpajo. Hasso tiene en su poder un valioso mapa que, más adelante lo descubriremos, describe la presencia de una serie de pozos petrolíferos de gran cotización. Pero sucede lo que en tantas otras ocasiones, ese mismo plano es ansiado por representantes de una compañía, pero de igual manera por un siniestro personaje Eric Molinar (estupendo, como siempre, Walter Slezak), quien no dudará ni en liquidar a Hasso ni en acosar con los métodos más crueles posibles a Hammer, con tal de hacerse con ese tan codiciado documento. A partir de estas premisas, aparecerá entre estos personajes la figura de la cantante Maxine Manning (Anne Jeffreys), quien a pesar de ser la amante de uno de los representantes de la empresa petrolífera que desea encontrar dicho plano, de manera paulatina irá ligándose a la figura de Hammer, hasta lograr convencer a este –en principio escéptico-, de la sinceridad de sus intenciones.

 

Antes lo señalaba. El film de Tetzlaff –que, con todo, se deja ver con bastante ligereza- tiene sus mayores elementos de interés, cuando el desarrollo de la película incide en sus elementos sórdidos –la manera con la que de forma elíptica, insertando en la pantalla las rejas de unos ventanales, nos es mostrado el asesinato de Hasso; la original forma con la que se describe la tortura de la paliza que sufre Hammer, utilizando para ello la facultad que para el dibujo muestra Molinar-. Sin embargo, no es menos cierto que en ocasiones el apunte irónico también alcanza una cierta eficacia, cuando se centra en la extraña y ambigua relación que mantiene Hammer con ese anguloso y quijotesco taxista, con el que intercambiará diálogos sarcásticos revestidos de extraña naturaleza.

 

En cualquier caso, hay dos elementos que impiden que RIFF-RAFF alcance una mayor entidad. El primero de ellos sería el ya remarcado desequilibrio en la combinación de suspense y comedia antes señalada. Algo que curiosamente también afectaría a otro título del estudio como HIS KIND OF WOMAN (Las fronteras del crimen, 1951. John Farrow) –con todo, de superior entidad al que nos ocupa-, en el que quizá tuvo que ver la presencia de dos realizadores en un rodaje conflictivo –además del firmante participó el aún neófito Richard Fleischer-. En esta ocasión, esa indefinición o quizá la carencia de la suficiente sutileza, impide alcanzar una necesaria simbiosis que elevara el conjunto del grado de discreción al que finalmente se acomoda. Y para ello –y he ahí la segunda característica que limita el alcance de la película-, creo que en poco contribuye la escasa química alcanzada por la pareja encarnada por Pat O’Brian y la desconocida e insulsa Anne Jeffreys. O’Brian fue siempre un actor notable, pero en modo alguno aparece como el intérprete adecuado para encarnar un aventurero del estilo de los protagonizados por Humphrey Bogart, aspecto del que se beneficia el ya citado Slezak para imponerse componiendo uno de sus habituales y contundentes retratos de villanos. De dicho miscasting se resiente esta, con todo, simpática propuesta, que tiene en última instancia la relativa mala suerte de comenzar con una fuerza inusitada, hasta ir deshinchándose poco a poco e ir diluyendo su eficacia como simple relato de evasión, concluyendo de un modo previsible y decepcionante.

 

Calificación: 2

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