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CINEMA DE PERRA GORDA

7th CAVALRY (1956, Joseph H. Lewis)

7th CAVALRY (1956, Joseph H. Lewis)

Ubicada en la filmografía del estupendo Joseph H. Lewis entre dos exponentes del western tan interesantes como A LAWLESS STORY (1955) –otro de los títulos que filmó para la Columbia al servicio de la estrella Randolph Scott- y el magnífico THE HALLIDAY BRAND (1957) –quizá su aportación más personal al cine del Oeste-, lo cierto es que no se puede considerar 7th CAVALRY (1956) entre los títulos más valiosos de su filmografía. Es más, pese a sus ocasionales aciertos, la simplicidad de su enunciado y la combinación de varias vertientes temáticas, lo cierto es que nos encontramos con una película de la que en última instancia no podemos dejar de calificar dentro de las producciones más o menos aceptables, sin lograr aportar en su conjunto más que un exponente –como otros tantos- de complemento de programa doble.

 

Después de la batalla de Little Big Horn, el capitán Tom Benson (Scott) regresa a su fuerte junto a su futura esposa –Martha Hellogg (Barbara Hale)-. A su retorno descubrirá la tragedia provocada por su superior e íntimo amigo, el General Custer, quedando entre los supervivientes del fortín, la duda de si Benson había huido deliberadamente para evitar enfrentarse a la confrontación con las tribus indias. El ambiente se hará irrespirable entre el personal del destacamento de caballería, extendiéndose hasta el ambiente que rodea a su futura esposa, cuyo padre es el coronel Hellogg (Russell Hicks), quien al tiempo que se hará cargo de la investigación, nunca ha visto con buenos ojos la relación del capitán con su hija. En medio de un contexto difícil de asimilar para un hombre callado, sensato y prudente como nuestro protagonista –que además sufre en carne propia el menosprecio que la figura del fallecido Custer está sufriendo por parte de los supervivientes-, la orden del presidente de recuperar los cuerpos de la cruenta batalla, proporcionará al militar una inesperada ocasión para demostrar que en su personalidad no se encuentra ningún atisbo de cobardía.

 

Puede que el problema de 7th CAVALRY provenga de su propia propuesta argumental, demasiado ambiciosa para lo que en realidad ofrece. Ahí es nada, brindar un acercamiento histórico, la presencia de los indios, pinceladas fantastique, la descripción de una comunidad cerrada –la que expone el fuerte en donde reside el destacamento-, o diferentes giros que el guión de Peter Packer, basado en una historia de Glendon Swarthout, establece, a mi modo de ver, de manera arbitraria y con escasa armonía. En cualquier caso, debería tratarse de un impedimento solventable, aunque en última instancia supone un relativo lastre para una película que ofrece excesivas vertientes, evitando profundizar en ninguna de las propuestas planteadas. Y es curioso consignar este hecho, en la medida que el film de Lewis resulta atractivo en todas las subtramas que plantea, comenzando por esa llegada al fuerte, que esgrime un carácter telúrico e incluso siniestro, y que muy pronto derivará en la descripción de un contexto militar dominado por reproches, recelos e hipocresía, hasta llegar a ese tercer acto, en donde un nuevo giro nos llevará al fantasmagórico terreno de la batalla de Little Big Horn, donde los cadáveres de los hombres de Custer -e incluso su propio cuerpo-, se encuentran enterrados y, de alguna manera, protegidos e incluso homenajeados, por las tribus indias que no dejarán en principio que sus propios compañeros de caballería los transporten. Será un impedimento al que solo una fortuita circunstancia permitirá in extremis la culminación de la misión, cuando no se atisbaba posibilidad alguna de esperanza entre los hombres comandados por Benson.

 

Uno de los inconvenientes más notables del título que comentamos, se centra junto a la ya señalada dispersión, en la debilidad que presenta el perfilado de sus personajes secundarios. A pesar de estar encarnados en líneas generales por intérpretes curtidos, lo cierto es que el esquematismo predomina en su trazado y sus acciones –algo especialmente patente en el encarnado por Leo Gordon, y que quizá tenga una relativa excepción en el sargento Bates interpretado por el siempre solvente Jay Flippen-. Ello llega a afectar incluso a la aspereza que manifiesta el propio protagonista, en el que se echa de menos una mayor matización y hondura psicológica. Ese relativo desapego que manifiestan sus imágenes, no impide que Lewis demuestre su sentido paisajístico a la hora de rodar las cabalgadas, la imagen tiene el entrañable tono pictórico de las producciones del estudio de la antorcha –en este caso, obra de Ray Rennahan-, y haya que consignar la fuerza con la que se describen un par de peleas, narradas con el habitual brío del realizador. En definitiva, que nada hay en 7th CAVALRY que resulte en sí mismo negativo, pero al mismo tiempo tampoco hay en su metraje elementos de especial calado. El film del realizador de GUN CRAZY (El demonio de las armas, 1950) se devora con la agridulce sensación de asistir a un típico western de los cincuenta, solvente y sin pretensiones, aunque se tenga la sensación de no encontrarse a la altura exigible en un realizador de su talento. Y es que incluso una propuesta del género posterior como TERROR IN A TEXAS TOWN (1958), sin lograr un resultado de especial significación, al menos sí que era más personal y coherente con los modos expresivos de Lewis. En este caso, nos encontramos con un sencillo exponente del cine del Oeste, tan simple de contemplar como sencillo de relegar en la memoria.

 

Calificación: 2

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