Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

YOU AND ME (1938, Fritz Lang)

YOU AND ME (1938, Fritz Lang)

En la trayectoria de los mejores realizadores que ha dado el cine –sobre todo aquellos caracterizados por una larga filmografía-, hay títulos que resultan “molestos” y resulta cómodo despacharlos con escuetas referencias, tildándolos de fallidos o con escasa a vinculación a su obra. En la andadura de Fritz Lang, YOU AND ME (1938) –jamás estrenada comercialmente en nuestro país- es uno de sus ejemplos más característicos, y en esa menguada valoración siempre han tenido un conveniente refuerzo las declaraciones del propio realizador –caracterizado por un acusado sentido autocrítico-, que la consideraba una de sus películas más prescindibles.

 

Con todo el respeto para nuestro admirado cineasta, y apreciando lo que vale esa capacidad para cuestionar parte de su propia producción, creo que es injusto condenar al ostracismo una propuesta de las características y cualidades de esta producción Paramount, que en sí misma deviene una insólita y muy efectiva comedia, y que al mismo tiempo demuestran en bastantes momentos su conexión con la obra precedente del maestro vienés. YOU AND ME es, antes que nada, una singularidad dentro del cine norteamericano de los años treinta –un periodo por otro lado propicio para la presencia de títulos alternativos y al margen de convenciones-, y solo por ello merecería nuestro aprecio. Bajo su apariencia de comedia de corte amable, Lang logra un retrato colateral del panorama norteamericano en la Gran Depresión, centrando su mirada en los grandes almacenes que dirige Mr. Morris (Harry Carey), un veterano empresario que ha empleado en su firma a expresidiarios, convencido en lograr reinsertarlos en la sociedad, haciendo incluso caso omiso de los prejuicios de su esposa. Entre el medio centenar de estos inusuales trabajadores se encuentra Joe Dennis (George Raft), encargado en la sección deportiva, y Helen Roberts (Sylvia Sidney), que trabaja en la de prendas femeninas. El primero está a punto de viajar hasta California –por razones que no quedan muy claras- tras cumplir su libertad condicional. Sin embargo, lo único que le retiene es el cariño que siente hacia Helen, y cuando está a punto de marcharse, es ella la que le propone casarse con él, en un compromiso que esa misma noche llevan a cabo. Lo que la muchacha no se atreve a decirle es que también es otra delincuente en libertad condicional, algo que según vaya estrechándose la convivencia, irá provocando los recelos y sospechas de nuestro protagonista, que siempre ha desconfiado de las mujeres con las que ha convivido en la cárcel. Joe irá rechazando en reiteradas ocasiones los ofrecimientos de un gangster para cometer un nuevo golpe, pero al llegar a conocer la condición de Helen, sufrirá tal desengaño que le llevará a aceptar participar en ese atraco que se celebraría en los propios grandes almacenes. Helen tendrá noticia de ello y advertirá a Mr. Morris, logrando entre ambos disuadir a los asaltantes. La muchacha abandonará a Joe sin dejar rastro, pero cuando este recapacite intentará buscarla, intención que se acentuará al tener noticia de que va a ser padre.

 

YOU AND ME tiene un inicio deslumbrante, algo que reconocen hasta los propios detractores de la película, basada en la música de Kurt Weill y las modernas técnicas escénicas introducidas por Bertold Bretch. Con un montaje espléndido, y unos planos cuidados y diseñados con especial esmero, la película describe el fácil atractivo de la propiedad de consumo, y la facultad que el dinero tiene para poder acceder a nuestros deseos y anhelos materiales. A continuación, se muestra la actitud de algunos de los empleados en los almacenes Morris, con especial detalle en la expresada por Helen ante una clienta que va a robar una lujosa camisa. La descripción que nos ofrece, ya indica que nuestra protagonista ha pasado por esa misma situación.

 

Es posible que la película de Lang no siempre alcance la altura de sus primeros minutos, pero en todo momento demuestra ser un título en el que no se observan baches de ritmo, está excelentemente planificado y montado, definido por una estupenda dirección de actores –no hace falta destacar a Sylvia Sidney o Harry Morgan, pero George Raft pocas veces ha estado más acertado en la pantalla-, y en la que el conjunto de secundarios y característicos aparece muy bien descrito. Pero además de todos estos elementos, YOU AND ME destaca en su estilizada formulación estética, muy cuidada toda ella, pero sin dejar en ningún momento que esta opción formal ahogue al conjunto de la misma. A este respecto, y en plena coherencia con la vertiente arquitectónica del cine langiano, no se puede dejar de resaltar la deslumbrante composición de planos que anteceden el frustrado atraco a los almacenes, o los breves fragmentos que describen momentos en el interior de la prisión. Pero ese gusto escenográfico –que tuvo en la Paramount un aliado de excepción-, se manifiesta en detalles más secundarios, como esa estatua exterior simbólica de los almacenes, que contemplamos desde el despacho de Morris -imitando este inconscientemente el gesto de la misma-, la cama que en la habitación de Helen está simulada en una falsa chimenea, o la composición coreográfica de los asaltantes –uno de ellos se sitúa delante, sentado en un automóvil de juguete-.

 

Pero en la faceta en la que mejor funciona el título que nos ocupa, es en su singular condición de comedia social. Se manifiesta en momentos espléndidos; la declaración de matrimonio de Helen cuando Joe va a iniciar su viaje, el “viaje de novios” que ambos sobrellevan a restaurantes representativos de diferentes países, la llegada de los recién casados a la habitación de Helen y la situación equívoca que se plantea con la casera, la tan citada secuencia evocativa de los delincuentes añorando su pasado en la cárcel, la deslumbrante y muy brechtiana secuencia del irónico sermón de Helen a los delincuentes, demostrándoles “científicamente” la inutilidad de la senda del delito, o la propia conclusión de la boda, con la divertida galería de ex convictos vestidos de gala. Con su aire ligero, su ausencia de trascendentalismo –tal vez su mayor cualidad- y ciertos ecos caprianos, puede que no fuera este el resultado pretendido por su realizador, pero creo que Mr. Lang no dejó en el camino la oportunidad de firmar una buena película, en absoluto indigna de uno de los grandes maestros del cine.

 

Calificación: 3

0 comentarios