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CINEMA DE PERRA GORDA

THE ACTRESS (1953, George Cukor) La actríz

THE ACTRESS (1953, George Cukor) La actríz

A nadie se le escapa considerar la irregularidad que presidió la por otro lado abundante filmografía del norteamericano George Cukor (1899 – 1983). Un rasgo que es probable no sea mencionado lo suficiente a la hora de analizar una obra sin duda interesante, del mismo modo que cabe considerar que es a partir de la década de los cincuenta, cuando esta alcanza un grado de madurez y una serenidad quizá emergida conforme el cineasta iba consolidando tanto sus modos cinematográficos como una serie de constantes temáticas que se iban sedimentando en la misma. Una de ellas fue siempre la representación, aspecto este que estuvo presente en buena parte de su obra, y que también se manifiesta en THE ACTRESS (La actriz, 1953), uno de los diversos títulos que Cukor firmó teniendo como marco temático dicha faceta –más adelante lo reiteraría en A STAR IS BORN (Nace una estrella, 1954), probablemente su obra cumbre, LES GIRLS (Las Girls, 1957) o, ya más adelante, en referencias presentes en HELLER IN PINK TIGHTS (El pistolero de Cheyenne, 1960)-. Comparado con todos los ejemplos posteriores citados, e incluso analizada en sí misma en función del contexto del proyecto en que queda inserta, lo cierto es que el film que nos ocupa posee una importancia relativa. Sin embargo, y pese a su presumible carencia de pretensiones, nos encontramos ante un relato apreciable, que en sus mejores momentos alberga esa sencillez y sinceridad al servicio del intérprete, consustancial a los modos fílmicos de su realizador.

Nos encontramos en los primeros compases del siglo XX. La joven Ruth (espléndida Jean Simmons) es una ferviente admiradora de la profesión teatral. Dentro de su carácter, entre maduro y alocado, muy pronto demostrará su deseo de formar parte del maravilloso mundo de la escena, aunque para ello tenga que vencer las reticencias de su padre –Clinton (Spencer Tracy)-, siendo ayudada en secreto por su abnegada madre –Annie (Teresa Wright)-. En realidad, la película quedará definida como una comedia de costumbres, con predominio de interiores, en la que también tendrá su presencia el personaje del adolescente Fred Witmarsh (un jovencísimo Anthony Perkins), quien no cejará en su intención de lograr el compromiso con una Ruth que no dudará incluso en sacrificar esa posibilidad de futuro en pareja, para destinarlo al servicio de su vocación como actriz. Una aspiración para la que en el último momento contará con el apoyo de su padre, aunque una serie de dificultades laborales sufridas por este, llevarán a sobrellevar obstáculos que en el instante en que son recibidos, aparecerán como insalvables.

THE ACTRESS está adornada por una magnífica dirección artística, descrita de forma esencial en escenas de interiores, y caracterizada por una planificación que apuesta en todo momento por los planos secuencia con dominio del reencuadre, destinados en todo momento al servicio de los diálogos y, en definitiva, de su reducida galería de personajes. Resulta fácil percibir que Cukor se implica con sencillez y al mismo tiempo con contundencia en el contexto de la familia protagonista, poniéndose al servicio del argumento ideado por la guionista y actriz Ruth Gordon, plasmado en la obra de teatro Years Ago, y convertido por su propia artífice en guión para la pantalla. En esa capacidad de Cukor por insuflar de vida cinematográfica un texto dramático tan agradable como insustancial, residen los máximos atractivos de esta película decididamente menor, en la que se plantean de soslayo diversas cuestiones como el derecho del ser humano a encontrar su propia identidad, o la importancia de la educación y la familia. Una serie de cuestiones que son expuestas en esta agradable tragicomedia, que destaca en su propio carácter evanescente, y sobrelleva en su interior los lógicos altibajos que podía proporcionar en función de la ligereza de su base dramática. Es así como se sostiene el entramado de una propuesta sencilla y emocionante en sus mejores momentos –sin duda aquellos en los que sus personajes viven secuencias confesionales, en las que su base argumental queda orillada por la autenticidad de las interpretaciones-. Es decir, que la película brilla de forma poderosa en secuencias llenas de sinceridad, en conversaciones que dejan de lado cualquier tentación teatral, y por el contrario se introducen de lleno en una de las más valiosas prerrogativas que puede proporcionar la cámara; la verdad de sus personajes.

Por el contrario, y heredando aún esa tendencia y servidumbre a los “números” que brinda Spencer Tracy en algunos momentos de la función –una tendencia que el ya veterano intérprete había proporcionado en anteriores colaboraciones con Cukor-, es en esa forzada incursión a lo cómico –que, justo es reconocerlo, en algunas ocasiones funciona-, o en la molesta caracterización de su personaje paternalista, donde se evidencian las limitaciones de una película liviana y modesta, que por fortuna deja de lado cualquier ligazón con su estudio de pertenencia –en ningún momento parece una producción de la Metro Goldwyn Mayer-, y que en esa propia modestia alberga por un lado su incapacidad para acceder a un estatus de mayor significación, mientras que por otro en sus momentos más inspirados, sobrelleva una de las cualidades más valiosas del cine de su autor; esa capacidad para transmitir una sinceridad en el comportamiento de los seres que poblaron sus ficciones. Un rasgo que sobrellevaría de forma más acusada un cineasta como Leo McCarey, y que sería heredado con una visión renovada por cineastas como Stanley Donen, Richard Quine o Blake Edwards, artífices de esos nuevos modos para la comedia americana, que estaban ya a la vuelta de la esquina.

Calificación: 2’5

1 comentario

francisco g. -

LEO CON MUCHA ASIDUIDAD SU MARAVILLOSO BLOG Y ECHO DE MENOS COMENTARIOS SOBRE PELICULAS DE GINGER ROGERS Y FRED ASTAIRE. O INCLUSO DE GINGER A SOLAS EN LOS AÑOS 30. NO SE SI HA VISTO THE PRIMROSE PATH (UNA NUEVA PRIMAVERA) O HAVING A WONDEFUL TIME (LO MEJOR DE LA VIDA)O IN PERSON (EN PERSONA) gRACIAS.