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CINEMA DE PERRA GORDA

DOUBLE DYNAMITE (1951, Irving Cummings) Don dólar

DOUBLE DYNAMITE (1951, Irving Cummings) Don dólar

No estaban en su mejor momento los senderos de la comedia norteamericana a principio de la década de los cincuenta. El género se situaba en una especie de tierra de nadie en el que pese a la labor de veteranos especialistas del género –aunque no fuera su periodo más brillante-, aún no habían dado paso a la nueva generación de realizadores que tomarían el relevo a uno de las vertientes más admirables que brindó el cine norteamericano. Es por ello que, dentro de su corto alcance, no deja de resultar grato encontrarse con una comedia tan simpática como DOUBLE DYNAMITE (Don dólar, 1951. Irving Cummings) Mezcla de film familiar y navideño, aspectos de slapstick y ciertos ecos edulcorados del cine de Capra y Preston Sturges, la producción de la R.K.O. ofrece un resultado modesto pero estimulante, quizá debido a esa combinación de elementos, orquestados por el generalmente anodino Cummings, en el último título de su olvidable y prolífica carrera. Un título de escueta duración, que combina la presencia de canciones, la insólita prestación de su trío protagonista –que se revela bastante eficaz-, o ciertos intentos de humor absurdo en sus diálogos –que parecen preludiar el Frank Tashlin primerizo; la alusión de la descripción del policía al presunto ladrón, diciendo que “se parece a Frank Sinatra”-.

Como si obedeciera a una especie de remake inconfesado de CHRISTMAS IN JULY (Navidades en julio, 1940. Preston Sturges), DOUBLE DYNAMITE se inicia –con un ágil juego de cámara- en el interior de la oficina bancaria que dirige el deshumanizado J. L. McKissack (Harry Hayden). En sus primeros instantes comprobaremos la relación que mantienen dos de sus modestos empleados. Se trata del joven e idealista Johnny Dalton (Frank Sinatra) y Mibs Goodhue (Jane Russell). Pese a esa capacidad fabuladora, Dalton no puede aceptar la propuesta de su novia de casarse con él, debido al escaso sueldo que ambos ganan. Pese a que solicita un anticipo a su jefe, estos se han de conformar con sobrellevar una vida sin un futuro halagüeño. Pero de manera inesperada –y pese a que ha desoído los consejos que le formula su amigo, el camarero Emile J. Keck (Groucho Marx), de que atraque la oficina-, este se verá sonreído por la fortuna, al defender a un hombre de la paliza de dos matones. El agredido resultará ser Bookie (impagable Nestor Paiva), un auténtico capo de las apuestas, quien en gratitud a la ayuda recibida le obsequiará con mil dólares. Al negarse este a aceptarlos, el poco recomendable personaje irá invirtiendo su dinero, hasta lograr multiplicarlos por la increíble cantidad de sesenta mil dólares. Completamente sobrepasado por esa repentina fortuna que le abriría las puertas al modo de vida que le propone su novia, Johnny no dudará en comprar un nuevo coche e incluso un abrigo de visión a Mibs. Con lo que no se topará es con el hecho de que de forma paralela se produzca en la oficina bancaria un desfalco de setenta y cinco mil dólares. Pese a no ser culpable de tal situación, las evidencias que irá dejando le harán acreedor de sospechas generalizadas, sobre todo por parte de su propia novia. Para ello pedirá la ayuda de Emil, quien con su particular visión de las cosas esclarecerá el embrollo…, no sin antes haberlo complicado más si cabe.

Rodada en 1948, y retenida por la arbitraria decisión de Howard Hughes hasta su estreno en 1951 –al parecer por las desavenencias entre este y el ligón Frank Sinatra-, lo cierto es que DOUBLE DYNAMITE puede tener en principio todas las papeletas para erigirse en un fracaso estrepitoso. Algo que de lo que poco a poco logra evadirse, hasta convertirse en una de esas piezas menores que el género brindó en aquellos años –como en otro sentido podría ejemplificar CHAMPAGNE FOR CAESAR (1950. Richard W. Whorf)-, que con el paso del tiempo han logrado mantener su cierto caudal de virtudes. Y el mérito de ello se debe a esa arriesgada combinación de protagonistas –que muchos críticos de la época destacaron como un enorme miscasting, apreciación que no comparto-, una dirección bastante ágil, aunque no a la altura de lo alcanzado por los grandes nombres del género, y también, y en una medida no poco destacada, la aportación como guionista de Melville Shavelson, años después especializado como realizador del género aunque, justo es reconocerlo, con resultados poco alentadores, y por lo general escorados hacia la comedia rosa –recuerdo con horror su A NEW KIND OF LOVE (Samantha, 1963), aunque con mayor agrado la previa ON THE DOUBLE (Plan 402, 1961)-. Y es que, entre líneas, y aunque su planteamiento no suponga un derroche de originalidad, cierto es que la película logra articular en voz baja una reflexión nada baladí sobre la fugacidad de la riqueza. Esa seguridad económica que, de llegar de forma inesperada, no ha de provocar más que situaciones embarazosas, debidas sobre todo a una falta de costumbre o planificación. Un dinero además que te puede permitir ser perseguido por alguien del que se esconden ocultas intenciones, y un dinero, en fin, que puede al final ser recuperado por esa hacienda norteamericana siempre acechante. Estas y otras divertidas situaciones, tendrán lugar en esta entrañable comedia, que desde la virtud de su modestia logra articular momentos muy divertidos. Secuencias que van desde la conversión de Emil en un inesperado millonario instalado en la suite de un hotel, haciendo una vida propia de su nuevo rango, el divertido retrato que se efectúa del veterano propietario de la taberna en la que trabaja –es un decir- Emil, que siempre se verá puenteado por las constantes deserciones del díscolo camarero, o las estratagemas que realiza de nuevo el camarero convertido en millonario, logrando con su falsa condición investigar la realidad de ese pretendido desfalco, y logrando al final la destitución de McKissack quien –en un detalle genial- se verá abocado a asumir la plaza de camarero que ha dejado vacante Emil, cuando se marcha con los dos novios a vivir una nueva vida.

Amable y carente de grandes pretensiones, DOUBLE DYNAMITE es, sin duda, un sano entretenimiento, además de permitir contemplar uno de los roles más atractivos de Groucho Marx al margen del resto de sus hermanos. Como detalle curioso, convendría citar la presencia de Don Maguire, posterior guionista y director de comedias, interpretando en la película al arrogante y estúpido hijo del magnate del banco, ejerciendo como eterno y frustrado aspirante de la atención de Mibs.

Calificación: 2’5

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