MY NAME IS JULIA ROSS (1945, Joseph H. Lewis)
Dentro de un periodo en el que la producción del cine negro y de suspense había instaurado con éxito una nueva vertiente a partir del gran éxito logrado por Alfred Hitchcock con REBECCA (Rebeca, 1940), nos encontramos con una producción de Serie B en la que una vez más se pone de manifiesto el talento ofrecido por ese realizador aún por valorizar en la totalidad de su obra, como fue Joseph H. Lewis. El autor de la inolvidable GUN CRAZY (El demonio de las armas, 1950) se pone en esta ocasión al servicio de una historia de suspense para la Columbia, con resultados francamente brillantes. Me estoy refiriendo a MY NAME IS JULIA ROSS (1945), jamás estrenada comercialmente en España. Con un metraje muy conciso, la precisión de su puesta en escena contribuye en todo momento a incorporar una atmósfera de amenaza e inquietud para el espectador. Será algo que se percibirá a partir de sus minutos iniciales, en los que Julia Ross (la estupenda y bellísima Nina Foch) logra en apariencia resolver sus problemas económicos al ser contratada en Londres como secretaria de Mrs. Hughes (la maravillosa May Whitty). Desde esos instantes y a través de miradas -desde las de la empleada de la limpieza de la pensión en la que se hospeda, hasta los del hombre que se esconde tras la supuesta oficina de empleo-, nos consta la existencia de una amenaza, de un presagio nada halagüeño, que se ha acentuado en los planos de apertura, definidos bajo una copiosa lluvia. En muy pocos minutos la acción se trasladará a una inquietante mansión ubicada en el acantilado de una localidad costera. Allí de repente Julie Ross se transforma en Marian Hughes, permaneciendo encerrada bajo la atenta mirada de la señora Hughes y su sádico hijo Ralph Hughes (el inquietante George McCready), aparentando ambos que albergan a la enajenada esposa del joven Ralph. Julie es consciente de la situación a que es sometida, aunque en principio no conoce los objetivos de madre e hijo, que muy pronto revelan una relación edípica caracterizada por el mando de la madre y en los que no faltan impagables detalles relativos a la afición de Ralph por los objetos cortantes.
Es a partir de la llegada de este nuevo escenario, cuando MY NAME IS JULIA ROSS adquiere toda su personalidad. El hecho de encontrarnos ante una mansión de notable antigüedad permite a Lewis componer toda una sinfonía de planos caracterizados por su aire opresivo, en los que el aprovechamiento del juego de luces y sombras proyectadas sobre las paredes -que en todo momento subrayan el carácter de prisión que el emplazamiento tiene para la protagonista- se combina a la perfección con la utilización amenazadora y estética de los escenarios y elementos decorativos, que en numerosas ocasiones se erigen como referente estilístico de cada plano. Como si nos encontráramos ante una curiosa mixtura entre la ya citada REBECCA, SUSPICION (Sospecha, 1941), la posterior NOTORIOUS (Encadenados, 1946) –ambas de Alfred Hitchcock- y CAT PEOPLE (La mujer pantera, 1942. Jacques Tourneur), la película discurre con creciente interés al mostrar los intentos de la sufrida pero íntegra Julie por escaparse de su encierro y probable asesinato, sobre todo al escuchar de forma secreta los motivos que la han llevado a su secuestro; Ralph mató a su esposa cuando esta adivinó que se había casado con ella por dinero, y pensaba justificar la "suplantación" en forma de suicidio.
A fuer de ser sinceros, algunas peripecias argumentales aparecen un poco pilladas por los pelos -sobre todo en sus minutos finales-. A ello contribuye en buena medida la duración de poco más de una hora del film, cuando pese a ser una producción de Serie B la película pedía al menos quince o veinte minutos más para que su guión se desarrollara con más elegancia y permitiera que la puesta en escena tomara el tempo necesario. Pese a este inconveniente, esta es magnífica. Lewis demuestra ser un magnífico narrador, logrando captar a la perfección el aire malsano de la mansión y la angustia que presiden todos los intentos de huída de la protagonista. Por otra parte, el conjunto de actores resulta muy eficaz, al igual que la fotografía del entonces neófito Burnett Guffey y la implicación de la banda sonora logra su objetivo de inquietar al espectador a toda costa. Es por ello, que resulta admirable comprobar como pese a sus casi sesenta años de antigüedad, este thriller conserva intactas sus virtudes y solo contribuye a proseguir en la tarea de seguir recuperando realizaciones de otro de los más valiosos exponentes de la Serie B en el cine americano; Joseph H. Lewis.
Calificación: 3
Publicado el 5 de abril de 2002 en Cinefania y corregido con posterioridad
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