RETREAT, HELL! (1952, Joseph H. Lewis) Paralelo 38
El creciente –y merecido- prestigio, a que se ha visto revisada en los últimos tiempos la obra del director norteamericano Joseph H. Lewis, quizá haya dejado de lado que en su obra, como en la de cualquier otro exponente del cine de estudios y géneros dentro del Hollywood clásico, la irregularidad era un elemento habitual en cualquier filmografía. Se trata de un elemento que hay que aplicar en una andadura en la que, cierto es reconocerlo, hasta el momento aún no he podido contemplar ningún título desdeñable, pero que también se ha visto afectada de esos vaivenes creativos y de inspiración, que por otra parte son consustanciales a cualquier manifestación artística. Partiendo de esta necesaria premisa, nos encontramos en RETREAT, HELL! (Paralelo 38. 1952) ante un título que, en ocasiones casi de una secuencia a otra, plantea la dualidad señalada anteriormente. Es decir, el elemento propagandístico interfiere en el alcance físico y específicamente cinematográfico, de una propuesta enmarcada dentro de las producciones encaminadas a exaltar la heroicidad de los soldados norteamericanos en la Guerra de Corea. En la medida que se combina ese –en ocasiones chirriante- rosario de tópicos patrioteros que alberga su metraje –en los que no se puede decir que sea el más discreto precisamente la machacona música que nos atruena desde los propios títulos de crédito-, con ese alcance físico, de dureza, en algunos incluso telúrico y casi metafísico que apunta en sus momentos más intensos, es cuando podemos apreciar un conjunto que deja entrever la garra que como cineasta desplegó Lewis a lo largo de toda su carrera.
A primera instancia, RETREAT, HELL! no se distancia en exceso de decenas y decenas de títulos inscritos en el cine bélico, que nos habla y describe el modo con el que en todas las contiendas bélicas desarrolladas en el siglo XX se inscribían sus voluntarios, desarrollando a través de esas historias personales una serie de estereotipados personajes que, film tras film, más o menos venían a describir al soldado inexperto, al que tiene un entorno familiar ligado al ejército, al que deja una familia para insertarse en la guerra… Todo ello, más o menos matizado, se da cita en el film de Lewis, además sin una especial singularidad en el trazo. No falta incluso el superior militar caracterizado por la dureza en el trato –el teniente coronel Steve Corbett (Frank Lovejov)- pero finalmente sensible, aunque tenga que mantener una apariencia dominada por la disciplina militar. Dentro de esta galería de estereotipos, presumo que en su momento el elemento más valorado por el público, fuera el personaje del joven e inexperto soldado encarnado por el generalmente estomacante Russ Tamblyn, ejemplificando el prototipo de estadounidense deseoso de “madurar” a través de la experiencia en la contienda. No puede decirse que no hayamos estado acostumbrados dentro de dicho género a perfiles de dichas características, aunque quizá sea este por su perfil uno de los más difíciles de digerir que ha legado el cine bélico de aquel tiempo.
La película en realidad plantea un argumento bastante simple; la puesta en marcha, el entrenamiento y finalmente la aplicación en el combate, de una división de infantería del ejército norteamericano, que en el invierno de 1950 luchó y finalmente logró combatir al ejército chino, cuando este hizo acto de presencia en terreno coreano. Sencilla premisa que, como antes señalaba, no nos evitará presenciar numerosos tópicos habituales, en los que no faltará mostrar la foto familiar del moderado capitán Hansen (Richard Carlson), representando en la película al “hombre medio” norteamericano y que poseía como única experiencia bélica su participación más o menos activa en la II Guerra Mundial. Partiendo de ese contexto en el que la película choca sobre todo en su primera mitad, cierto es que según se va desarrollando su metraje, y el planteamiento de partida va dejando paso al elemento específicamente físico y dramático de la misma, va ganando en espesura. Su alcance físico e incluso telúrico va dominando la pantalla, dejando de lado el pobre trazado de sus personajes, y adquiriendo un grado de abstracción y dureza que llega a asumir tintes bastante notables. Es algo que ya habíamos podido atisbar en el impactante momento en el que Jimmy (Tamblyn) atisbará de manera inesperada el cadáver de su admirado hermano mayor militar –envuelto en un sudario y en medio de una fila de anónimos fallecidos-, a quien tanto deseo tenía de contemplar frente a frente para que admirara su forzada madurez alistándose como voluntario en el ejército. El movimiento de cámara marcado por Lewis representará la frágil frontera existente entre el deseo de heroicidad y la tragedia de la guerra. Será quizá el anticipo de esa otra vertiente de la contienda, que RETREAT… nos mostrará con dureza pero al mismo tiempo notable sobriedad. Será un combate que sufrirá una división formada por personas poco expertas con las armas, quienes sufrirán una auténtica odisea en medio de un paraje espectral, en el que a la gelidez de las temperaturas parece remitirnos a una lividez de iluminación que acentuará la abstracción del relato. Terrenos secos y agrestes desprotegidos de cualquier asidero, serán el campo de cultivo para unos hombres asustados que sufrirán las consecuencias de la congelación, las tácticas de los soldados chinos –dirigidas antes a provocar heridos y ralentizar la marcha que a matar directamente-, la carencia de munición –que salvarán in extremis con la llegada aérea de cajas con suficiente cargamento-, y el constante acoso de un ejército chino que sabe hacerse invisible cuando le conviene o, por el contrario, aparecer de repente en escena de manera multitudinaria y abrasadora, como si emergieran los insectos de un hormiguero. Será este un largo fragmento en el que emergerán las mejores virtudes de un Joseph H. Lewis que –aquí si- no tiene ataduras que seguir, desarrollando una concatenación de situaciones llenas de vigor, entre las que no puedo dejar de destacar un momento, tan inesperado como delirante; en plena conversación telefónica de combate por parte de Corbett, se rasga violentamente la tienda de campaña, apareciendo varios soldados chinos dispuestos al ataque. El superior y otro mando lograrán contraatacarlos y, sin inmutarse ¡sigue la conversación!.
Calificación: 2’5
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David Breijo -