MONEY FROM HOME (1953, George Marshall) El jinete loco
Cuando la Paramount produce MONEY FROM HOME (El jinete loco, 1953. George Marshall), tiene totalmente definida la fórmula que le ha venido produciendo pingües beneficios desde hace pocos años, a través de los títulos protagonizados por la pareja cómica formada por Jerry Lewis y Dean Martin. Al igual que sucediera en el pasado con referentes de desigual calado como Laurel & Hardy –en el vértice positivo- o Bob Hope y Bing Crosby –en el grado más cuestionable-, en el caso de Lewis y Martin se trataba de insertar a la pareja en ambientes más o menos contrapuestos –la hípica, el golf, una casa encantada-, desarrollando tramas bastante sencillas que servían como simple soporte al lucimiento de la vis cómica del primero y el galanteo canoro del segundo. Las películas de ambos no dudaron en ofrecer un revisionismo cómico del cine de géneros, ni tampoco adaptar en sus argumentos ambientes y aspectos ligados a la cultura popular norteamericana, adaptados con anterioridad en no pocos productos cinematográficos. En esta ocasión, no se dudó en contar con trasladar el mundo descriptivo y la capacidad irónica de Damon Runyon, mostrando esos retratos de hampones más simpáticos y costumbristas que realmente terribles, tan familiares en películas como GUYS AND DOLLS (Ellos y ellas, 1955. Joseph L. Mankiewicz) o POCKETFUL OF MIRACLES (Un gangster para un milagro, 1961. Frank Capra). Así sucede con los primeros compases de MONEY… en donde de manera bastante divertida –el travelling lateral que encuadra los pies del desvergonzado Honey Talk Nelson (Martin)- muestra a este en medio del escenario en el que este se desenvuelve. Será sin embargo una simple referencia para insertar una trama un tanto pillada por los pelos –el encargo para que Nelson elimine de una competición hípica a un caballo ganador y, con ello, ganar la apuesta el hampón al que este debe una considerable cantidad de dinero-, dispuesta para unir la presencia de los dos intérpretes. En ella Lewis encarnará a su primo –Virgil Yokum-, un amante de los animales y ayudante de veterinaria que se verá enfrascado sin venir a cuento en los vericuetos de una historia que finalizará –estas comedias solían disponer de una apoteosis bastante efectiva-, con una desenfrenada carrera en la que el joven cómico ejercerá como improvisado jinete.
Llegados a este punto, cabe señalar que el film de Marshall resulta moderadamente eficaz en la medida que sería uno de los primeros que contaron con ese luminoso cromatismo aportado por la Paramount, que finalmente quedaría como una de las más visibles señas de identidad de la pareja. Sin embargo, no podemos señalar que nos contemos ante uno de los títulos mas valiosos del tandem cómico –en donde destacan los dos que dirigió el gran Frank Tashlin, pero también dos títulos tan atractivos como THE CADDY (Un par de golfantes, 1953) y YOU’RE NEVER TOO YOUNG (Un fresco en apuros, 1955), ambos realizados por Norman Taurog –aunque el segundo de ellos fue codirigido por el propio Lewis- y donde probablemente el contraste de la pareja se encuentra más perfilado. La eficacia de MONEY… se centra, a mi modo de ver, en la intermitente inclusión de ciertos divertidos números protagonizados por Lewis –esencialmente el desarrollado dentro de un vagón de tren, donde el cómico se mostrará una vez más travestido ¡como componente del harén de un lúbrico árabe!, o también aunque en menor medida, el estallido del insólito hormiguero que Lewis posee, y que provocará un auténtico caos en una fiesta de sociedad-. Unamos a ello la eficacia de los minutos finales, ya señalados, en los que se acentúa el alcance slapstick de la alocada carrera del improvisado jinete, junto a los divertidos apuntes desarrollados por el creciente enfado del gangster que ve como su enorme apuesta va a perderse, conforman un atractivo crescendo de comedia. Será una manera eficaz de redondear un resultado que se ve lastrado por la ausencia de inventiva del realizador –George Marshall, artesano sin personalidad, que sin embargo en alguna ocasión lograría ofrecer comedias de cierto interés, entre ellas, alguna protagonizada posteriormente por el propio Lewis-, y un servilismo en esta ocasión demasiado acusado por la historia romántica paralela de los dos protagonistas. Es precisamente ese desquilibro detectado entre la vertiente específicamente cómica y la ausencia de inventiva visual que sí se daría en otras comedias protagonizadas por Martin & Lewis, donde se puede establecer la frontera en la eficacia de esta tan discreta como agradable comedia, y que se puede explicitar claramente en esa desplazada secuencia –retomada del Cyrano de Bergerac- en la que un tocadiscos va insertando canciones que imitan tanto Lewis como Martin delante de la conquista del segundo –que está apostada en la terraza de su residencia-. Un auténtico referente para atisbar las limitaciones que muestra una comedia con todo inofensiva y por momentos divertida, en la que el célebre cómico llegará a pronunciar la palabra “bragas”, uno de los términos menos utilizados en la pantalla de la época, y que Otto Preminger utilizaría con tanta efectividad como carácter transgresor en la magnífica ANATOMY OF A MURDER (Anatomía de un asesinato, 1959).
Calificación: 2
0 comentarios