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CINEMA DE PERRA GORDA

OPERATION DAYBREAK (1975, Lewis Gilbert) Siete hombres al amanecer

OPERATION DAYBREAK (1975, Lewis Gilbert) Siete hombres al amanecer

Todos aquellos aficionados que hayan tenido ocasión de contemplarla, recordarán con emoción HITLER’S MADMAN (1943), la película que supuso el debut norteamericano del alemán Douglas Sirk, y que centraba su discurso en el atentado que finalmente costaría la vida de Reynhardt Heydrich (un excelente John Carradine), denominado “el carnicero de Praga”, protector al mando de la invasión nazi en Checoslovaquia, y una de las personas con más ascendencia hacia Adolf Hitler –un elemento de base que también utilizará de manera más tangencial Fritz Lang en su excelente HANGMEN ALSO DIE! (Los verdugos también mueren, 1943). El film de Sirk, rodado en plena II Guerra Mundial, tenía el impacto de la inmediatez y un claro mensaje antinazi, centrado ante todo en la respuesta que los miembros del führer brindaron al asesinato de Heydrich, bombardeando hasta hacerla desaparecer, la ciudad de Lidice. Pues bien, treinta y dos años después, en el contexto de un cine inglés que no gozaba de sus mejores tiempos, de la mano del discreto pero ocasionalmente competente artesano como fue Lewis Gilbert, contando con un guión del posteriormente prestigioso Ronald Harwood –que recibió un Oscar por su trabajo en un ámbito más o menos cercano con THE PIANIST (El pianista, 2002. Roman Polanski)-, a partir de la novela de Alan Burguess, se retomó dicha historia, incidiendo ante todo en una visión verista y austera de la misma, dejando de lado ese componente lírico y fúnebre al mismo tiempo que presidía el magnífico relato sirkiano. En su lugar, y sinceramente creo que obviando por completo la existencia de dicho film –estoy casi seguro que ni lo contemplaron, OPERATION DAYBREAK (Siete hombres al amanecer, 1975) queda descrita como la crónica del envío de tres voluntarios checoslovacos establecidos en el ejército inglés en 1941, al objeto de cumplir la casi imposible misión de liquidar a Heydrich (un estupendo Antón Driffring), una figura absolutamente protegida y custodiada en sus desplazamientos.

Basada en los hechos reales que sucedieron –algo que la película remarca en un rótulo inicial-, sus protagonistas serán Jan Kubis (magnífico Timothy Bottoms, el memorable protagonista de la no menos memorable THE LAST PICTURE SHOW (La última película, 1971. Peter Bogdanovich)), Jozef Gabcík (un Anthony Andrews previo a protagonizar la exitosa serie de la BBC “Arriba y Abajo”), y Karel Curda (Martin Shaw). Ambos aceptarán de inmediato la misión, estando avalados por una experiencia previa que les hace ser los indicados para la misma por las autoridades inglesas. Desde el primer momento, Gilbert adopta un tono seco y sin aristas. Una fotografía húmeda e incluso gélida –obra del gran Henri Decae- presidirá una crónica en la que apenas se busca ni el regusto sentimental –aunque en el relato se inserte un leve romance entre Jan y una de las jóvenes componentes de la resistencia checa-. En realidad, esa sequedad, se acerca mucho a los modos del cine inglés de aquellos años –presente incluso en títulos tan destacables como FRENZY (Frenesí, 1972. Alfred Hitchcock) o 10 RILLINGTON PLACE (El estrangulador de Rillington Place, 1971. Richard Fleischer). Ayudado por el uso de una elipsis que coarta en no pocas ocasiones cualquier atisbo de sentimentalismo, Gilbert en todo momento apuesta por la crónica fría, seca, concisa y desapasionada, de un objetivo, de una historia, que a fin de cuentas centra sus objetivos; la de la lucha de esos tres jóvenes que se sumarán hasta siete, y que finalmente serán inmolados por los nazis tras la traición de Curda.

En este sentido, incluso el hecho del atentado contra Heydrich –impresionante el plano en el que su cuerpo sin vida es vestido con el uniforme nazi y un picado nos lo muestra como es introducido en el ataúd-, es mostrado con la gelidez con la que se ha apostado el conjunto del film. Cierto es que el realizador británico carece de la sutileza necesaria para profundizar en los matices que le proporcionaba el material de base, sin que ello contradijera los parámetros seguidos en el relato. Es algo que incluso percibiremos en la manera con la que es mostrado el atroz ataque a Lidice –apenas unos planos de archivo y otros que se recrean en vivo de la destrucción de la población. Gilbert incluso recurre al uso del zoom –en ocasiones con pertinencia-, pero no puede abstraerse a a la incapacidad de dotar al conjunto de un grado superior de intensidad que, sin contradecir esa sequedad que beneficia y dota de veracidad la crónica narrada, le hubiera proporcionado una mayor validez como específico relato cinematográfico. En este sentido, OPERAION DAYBREAK se atiende con interés pero nunca con pasión. El devenir de esos jóvenes –y también algunos adultos que los amparan- que, en última instancia, se juegan su vida por unos ideales de libertad, conforman un conjunto que en pocos momentos sobrepasa la barrera de la corrección, aunque justo es señalar que ofrece un episodio final, centrado en la iglesia en la que se aglutinan todos los resistentes, a la espera de Curda, para retornar a territorio británico.. Será el instante en el que este, aturdido por la posibilidad de que su familia sea fusilada –las autoridades nazis han ofrecido una cuantiosa recompensa a quienes informen sobre los autores del atentado del “Carnicero de Praga”-, delate a sus compañeros, estableciéndose en torno a la parroquia un impresionante despliegue, que inicialmente será repudiado por apenas tres de los siete jóvenes que están apostados en la parte superior del interior del templo. Será un bloque de una enorme contundencia, en el que ese repliegue a la hora de mostrar la crueldad del asalto y la réplica de los resistentes, beneficiará al relato, mientras en la cripta se encuentran los cuatro restantes, buscando inútilmente un supuesto pasadizo que les permitiría huir del templo por el subsuelo -en realidad, el espectador no conocedor de la veracidad de los hechos, esperará con ansiedad el encuentro de dicha huída, intentando que la película concluya con cierto atisbo de esperanza-.

No será así, ya que siguiendo la veracidad de la crónica planteada, y pese a la numantina resistencia de los checos –que acabarán con un batallón nazi-, poco a poco irán minando la casi imparable combatividad de estos. En este fragmento final, esa sequedad beneficiará la conclusión de la película, que solo se permitirá un apunte de cierto lirismo, cuando los dos últimos resistentes –Jan y Josef-, a punto de morir ahogados por la inundación provocada por los camiones y mangueras de los nazis, y siendo conscientes de que no podrán sobrevivir al asalto –aunque Hitler haya dado órdenes desde Berlín de que los quiera vivos-, se planteen la aniquilación mutua, con un juego de miradas revestido de auténtica amistad, y tras esa metafórico juego del segundo con las cartas, que tira en plena masa de agua que los inunda, dando a inducir que el juego ha terminado para ellos. El sonido en off de los disparos que revelarán la muerte de ambos resistentes, muy pronto harán despejar de curiosos los alrededores del templo, y la sucesión de títulos finales con las fotos de los intérpretes y personajes representados, nos revelarán los orígenes finales de todos ellos, bien sean resistentes, colaboracionistas o directamente ligados a la causa nazi. Será una adecuada conclusión a una película que si bien no podemos calificar de especialmente brillante, dentro del cómputo de sus logros, adquiere validez por la expresión más o menos veraz de unos hechos reales, al tiempo que supone una muestra de un modo de cine, no por especialmente brillante, en absoluto despojada de puntuales y perdurables atractivos.

Calificación: 2

2 comentarios

Rafael Miranda -

Vi la película; en el año 93, con mi esposa al año de casarnos y, verdaderamente me enamoré de la historia; el final es poético.

jorge trejo -

yo vi esta película en el año de su filmación y sin los prejuicios que da el tiempo y el ver tantos estilos de cine, la disfruté mucho, me pareció una excelente película. hoy, tú la has traido a mi memoria, gracias.