ANCHE LIBERO VA BENE (2006, Kim Rossi Stuart) Libero
Hace ya algunos años –recuerdo que fue con su rol protagónico en la adaptación televisiva de Stendhal LE ROUGE ET LE NOIRE (1997, Jean-Daniel Veahaeghe)-, descubrí al joven Kim Rossi Stuart. No recuerdo si de forma paralela también lo contemplé en el previo film colectivo realizado por Michelangelo Antonioni y Wim Wenders AL DI LÀ DELLE NUVOLE (Más allá de las nubes, 1995), y desde aquellos momentos captó mi simpatía al erigirse en un galán de la mejor estirpe. Como una especie italiana y actualizada de nombres legendarios como Alain Delon. El tiempo dirá si el referente resulta quizá un tanto excesivo, pero es innegable que ese magnetismo ante la pantalla que demostraba en los títulos antes citados, ha sabido ir evolucionando en títulos además elegidos con tiento, en donde poco a poco ha demostrado una madurez de la que cabe esperar aún muchos resultados óptimos. Sin embargo, lo que pocos podían imaginar es que en un momento dado Stuart se lanzara al pantanoso terreno de la realización. No es que no hayan existido ni existan precedentes que vienen de pronto a la mente, pero sí que es cierto que ello sorprendió gratamente, en la medida que ANCHE LIBERO VA BENE (Libero, 2006) se planteaba como prueba de aprendizaje de algunos de los títulos que había protagonizado como intérprete –especialmente LE CHIAVI DI CASA (Las llaves de casa, 2004. Gianni Amelio)-. Sin embargo, lo que sorprende de manera positiva en el título que comentamos, reside en la singularidad y, ante todo, la naturalidad con la que su artífice plantea una sencilla y simple historia familiar, combinando un tono en el que aspectos dramáticos y de comedia se alternan con un extraño equilibrio, en un relato paradójicamente despojado de aspectos que incidan en exceso en una u otra vertiente.
Realizando un recorrido sucinto, el film de Stuart nos describe la situación vivida por una familia que encabeza el padre –Renato (el propio realizador)-, y completada por sus dos hijos. La mayor es Viola (Marta Nobili) y el más pequeño y vivaracho Tommy (Alessandro Moraci), en realidad el auténtico motor del film. En la familia se intenta salir adelante sin contar con la presencia de la madre, que en un momento determinado abandonó a su marido e hijos, teniendo el cabeza de familia que luchar con ingenio como cameraman, racionalizando los siempre limitados recursos económicos de que dispone, pero sin que ello merme el optimismo vital que emana de su personalidad. La capacidad que describe el realizador y protagonista a la hora de componer un personaje en el que altibajos emocionales se encuentran a la orden del día –no hay más que verle en los primeros planos del film, desnudo de cintura para abajo, componiendo una insólita estampa naturalista ante sus hijos-, será uno de los aciertos de un relato en el que parece desaparecer la cámara, y ocultarse bajo la capa humanista que le proporcionan sus principales personajes. La capacidad para describir esa realidad de nuestros días, centrándola sobre en la figura del joven, fantasioso, emocional y pícaro Tommy, nos permite enlazar el orgullo de ese Renato, quien pese a la humildad de su situación no dejará de asumir su condición de clase obrera, frente a las gentilezas que la familia más acomodada del amigo de su hijo le brindan.
Sin embargo, en el film se ofrece un punto de inflexión con la inesperada llegada de la madre de los muchachos y esposa del cabeza de familia –Stefania (Barbora Bobulova)-. Será un fragmento de alto octanaje emocional, pero sin embargo no permitirá a Stuart romper el tono del film, aunque sí introducir un capítulo en el que la tensión y los sentimientos encontrados se encuentren presentes entre los cuatro personajes en litigio. Y es que en realidad tanto Renato como sus hijos –estos últimos con más afanoso interés- desean dicho retorno, algo que la propia madre apela comprometiéndose en modificar su poco recomendable comportamiento, e integrarse de nuevo en esa familia que abandonó para unirse a un hombre de mayor posición económica. El fragmento servirá como una especie de intermedio y catarsis –en él Renato exteriorizará todo el rencor que ha ido albergando durante ese tiempo indeterminado que propició el abandono de su esposa, de la que se supone no se produjo ni divorcio-, intentando en su conjunto sobrellevar una segunda oportunidad, que lamentablemente intentarán, pero que Stefania finalmente no cumplirá. Con ser ello una conclusión esperada, y que permitirá una magnífica conclusión con ese breve mensaje que la madre le entregará en un papel arrugado a Tommy –en el que la mala escritura delatará su baja cultura y su predilección por la facilidad que le puede proporcionar ligarse con cualquier hombre que le proporcione la facilidad económica-, lo cierto es que ANCHE LIBERO VA BENE está trufado de detalles que avalan un director –y unos argumentistas, entre ellos el propio Stuart- con personalidad. Desde la capacidad de Tommy para vivir un mundo paralelo en el que no se encuentra ausente el peligro –su facilidad en corretear por el tejado de su edifico-, la capacidad para manifestar la dignidad que demuestra Renato –el episodio en el que prefiere renunciar a un trabajo como steadeacam al no ser atendidas sus sugerencias por el director-, o facetas tan entrañables como cotidianas –la solidaridad de los hijos con su padre, al aceptar e incluso proponerles que les reduzca la paga semanal dadas su estrecheces económicas, que sin embargo, sobrellevan como si fuera parte de sí mismos-. O, en definitiva, la condescendencia del padre y el hijo, atendiendo las reclamaciones de este al no verse con posibilidades en la práctica de la natación, ya que prefiere el fútbol, facilitándose la comprensión final de ambos. Son facetas en realidad dominadas por lo cotidiano, con las cuales Start demuestra una extraña y valiosa capacidad de trascender cualquier filigrana con la cámara, para introducirse de forma directa en el alma de su reducida gama de personajes. Indudablemente, solo cabe lamentar que hayan transcurrido cinco años y que este excelente actor no haya perseverado de nuevo en el campo de la realización, pese los galardones obtenidos en su momento. Sin embargo, estoy convencido que ello se centra en el deseo de encontrar una historia que refleje de nuevo sus inquietudes. Inquietudes que se plasman con tanta ligereza como contundencia en este notable debut detrás de las cámaras, en el que además demuestra una inhabitual humildad como intérprete, al situar su personaje en un lugar secundario del relato.
Calificación: 3
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