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CINEMA DE PERRA GORDA

WHERE LOVE HAS GONE (1964, Edward Dmytryk) A donde fue el amor

WHERE LOVE HAS GONE (1964, Edward Dmytryk) A donde fue el amor

Astuto productor, implicado en proyectos de diverso calibre durante varias décadas, no cabe duda que una de las especialidades de Joseph H. Levine se centró durante la década de los sesenta en la producción de títulos caracterizados por el extremo de su violencia –externa o interna-, bien estuviera la misma expuesta en géneros como el de aventuras, el western –géneros ambos en los que sentó las bases de títulos perdurables, como en el melodrama, en el que se internó por lo general en la Paramount de la primera mitad de los sesenta, desde donde cuyo seno surgieron al menos tres exponentes en los que combinaba un dispar grado de atractivo. Por este orden, estos fueron THE CARPETBAGGERS (Los insaciables), WHERE LOVE HAS GONE (A donde fue el amor) -ambos realizados en 1964 por Edward Dmytryk- y HARLOW (Harlow, la rubia platino, 1965, en esta ocasión llevasda de la mano de Gordon Douglas, y a mi juicio la mejor de los tres). En ambos casos se contó con la presencia como guionistas con el experto John Michael Hayes, del mismo modo en los tres se recurrieron a referencias cinematográficas, mientras que en los dos filmados por Dmytryk se tomaron como bases dos novelas del prolífico y poco reputado Harold Robbins, expertas a la hora de aportar a las películas ese componente de sensacionalismo que Levine pretendía introducir.

Ya he señalado que HARLOW –biografía de la célebre y prematuramente desaparecida actriz- me parece la mejor de la trilogía, mientras que THE CARPETBAGGERS, se manifiesta como una apreciable propuesta en la que se encuentra tamizada una presunta biografía de Howard Hughes. En el caso de WHERE LOVE HAS GONE, el sustrato dramático nos remonta al conocido incidente vivido por la hija de la actriz Lana Turner, cuando asesinó al amante de esta; el gangster Johnny Stompanato. Con esa misma premisa, Dmytrik inicia un suntuoso melodrama, que desde sus primeros fotogramas nos advierte el cromatismo y la concepción del género en aquellos años definitorio de la Paramount, a través de una canción que nos introduce a vistosas tomas aéreas de San Francisco. Será el preludio en la manifestación de la descripción sincopada del crimen que la pequeña Danielle (Joel Heatherton), cometerá contra el amante de su madre –Valerie Hayden (Susan Hayward)-. La percutante secuencia dejará paso a la búsqueda del padre de la muchacha –Luke Miller (Mike Connors)- que se encuentra en una importante reunión, intentando convencer al alcalde de una ciudad un importante proyecto urbanístico. La inesperada y urgente llamada hará desistir a este de la exposición del mismo, viajando con rapidez hasta encontrarse con el letrado que lleva la vista de su hija, y solicitando su colaboración a la hora de exponerse como un padre fiel y ejemplar… cuando en realidad la propia familia de su ex esposa le impidió durante años mantener el más mínimo contacto con ella. A partir de dicho planteamiento, y cuando se va a iniciar la vista –rodeada de considerable expectación mediática-, la oportuna postración de un galardón militar que Luke ganara tras su participación en II Guerra Mundial, y de la que su hija no quiere desprenderse –un magnífico detalle de guión-, nos retrotraerá a un largo flash-back que describirá el proceso de relación que culminaría con la boda de Luke –recién condecorado- y Danielle –una escultora de prestigio creciente-. A partir de ese momento, Dmytryk se centra en una narración de la que destaca más como se narra que lo que se cuenta, siguiendo el sendero de tantos y tantos melodramas, dominadas por la presencia de un matriarcado castrante. De hecho, por momentos, parece que WHERE LOVE HAS GONE aparece como una versión seria y trascendente, de aquellas propuestas que dinamitaron en el mismo estudio cineastas como Frank Tashlin y Jerry Lewis –WHO’S MINDING THE STORE? (Lío en los grandes almacenes, 1963. Frank Tashlin) sería un ejemplo paradigmático al respecto-.

No deberíamos olvidar por otra parte que nos encontramos ante un relato en el que se intenta intentan ofrecer al espectador unas buenas dosis de emociones fuertes, tal y como ese mismo año lo plantearía con un pequeño grado de superior acierto THE CARPETBAGGERS. Sin embargo, y pese a resultar un drama en última instancia de cortos vuelos, destaca la impecable puesta en escena brindada por Edward Dmytryk, aprovechando ejemplarmente la pantalla ancha, poniendo en práctica un perfecto dominio de los actores dentro del plano, y articulando sus tareas como director dentro de unos destacados márgenes narrativos –solo detecté en un momento dado un inesperado y prescindible zoom-. El hecho de asistir a una historia hoy por hoy bastante desfasada, incluso en su referencia a la hora de recuperar aquella célebre historia protagonizada por Lana Turner, no debe evitarnos por un lado destacar la eficacia e incluso el empaque de su dirección de actores, al tiempo que articular una historia que se iniciará y culminará casi en forma de trágico bucle en el que la presencia del amor ha sido el catalizador de la misma. Pero junto a ello, hay un elemento de especial interés en la película, como es constatar el hecho que define la inspiración como escultora de Valerie, que crecerá siempre en el momento en el que su inestabilidad emocional le lleve a tener diversas relaciones con hombres e incluso finalmente rompa con su marido, quedando este dado a la bebida, y harto de la sumisión hacia la matriarca de la familia.

Seamos sinceros. No se puede decir que WHERE LOVE HAS GONE sea uno de los títulos más inspirados de Edward Dmytryk, en un periodo en el –pese a que muchos aún lo menosprecien-, no dejó de aportar títulos tan atractivos como ALVAREZ KELLY (Álvarez Kelly, 1966) o LO SBARCO DI ANZIO (La batalla de Anzio, 1968, codirigida por Duilio Coletti, aunque en la versión americana se omita dicho crédito)-. Pese a ese grado de discreción –que proviene ante todo de las escasas posibilidades del material de partida, lo cierto es que advertimos en su metraje la mano elegante de un cineasta aún capacitado para rodar con cierta elegancia, superando con muchas ventajas propuestas como el David Lowell Rich de MADAME X (La mujer X, 1966), por citar un solo ejemplo al respecto de similitudes más que notables.

Calificación: 2

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