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CINEMA DE PERRA GORDA

HELL BENT FOR LEATHER (1960, George Sherman) [La ley de la frontera]

HELL BENT FOR LEATHER (1960, George Sherman) [La ley de la frontera]

En la mayor parte de los títulos por él protagonizados, la impronta dejada por Audie Murphy en el western es la de un joven por lo general superado por la dureza del medio en el que desenvuelve su vida. Las características físicas de Murphy –especialmente su aspecto aniñado- y sus propias limitaciones como actor, sin duda facilitaron esa circunstancia en no pocos títulos, algunos de ellos de notable interés. Cierto es que en alguna ocasión, coincidiendo ya cuando Murphy traspasa abiertamente la treintena, encarnará algún personaje negativo o, incluso, siniestro –como demuestra su notable aportación con la magnífica NO NAME OF THE BULLET (1959, Jack Arnold)-, pero preciso es admitir que el personaje que irá reiterando en la mayor parte de los títulos que protagonizara es la de un joven íntegro, ingenuo incluso, que intentará luchar y sobreponerse ante circunstancias adversas en las que de manera inesperada se verá introducido.

Punto por punto, ello se muestra en HELL BELL FOR LEATHER (1960, George Sherman) –carente de estreno en España aunque editada digitalmente con el título de LA LEY DE LA FRONTERA-. Y lo hace además con una concisión ejemplar. De una desértica pradera del Oeste emerge la figura de un vaquero totalmente exhausto. Este encuentra a otro –Clay Sandell (Murphy)- que se dispone a comer, socorriendo al exhausto hombre del Oeste, dándole agua y estando dispuesto a ofrecerle comida. Sin embargo, el socorrido aprovechará un descuido para propinarle un golpe con el rifle que porta y robarle su caballo para salir huyendo. Sorprendido, Sandell le herirá en un hombro pero no evitará su huída, quedándose con ese rifle caracterizado por sus singulares adornos blancos, que pronto comprobará porta dos cartuchos ya disparados. Así, en apenas un par de minutos, se nos introduce en situación en esta pequeña pero atractiva producción de la Universal International, en la que una vez más, el ya veterano George Sherman nos demuestra su capacidad para conjugar una muestra más de clasicismo, escorado en la serie B, pese a ser un film rodado en un magnífico color y CinemaScope. La ausencia de grandes estrellas o una duración ajustada de menos de ochenta minutos, son las únicas limitaciones de una propuesta del género en la que, una vez más, se pone en solfa la hipocresía e intolerancia inherentes a esos pequeños colectivos familiares que irán poblando las primeras ciudades del Oeste. Será algo que percibirá en primer lugar el espectador cuando llegue a una pequeña población, donde muy pronto la presencia de ese rifle le convertirá –sin posibilidad de defensa alguna- en Travers (Jane Merlin), el joven a quien intentó socorrer, y que en realidad era el asesino de un matrimonio muy querido en la población –en esos momentos se está celebrando el funeral, por lo que la llegada de Clay a la misma aparecerá con contornos casi fantasmales-. Como si fuera una pesadilla, por momentos emergerá como un culpable sin posibilidad de defensa, llegándose a plantar la posibilidad de su linchamiento, sin que valgan para ellos los argumentos que le acreditan como transportista de ganado. La llegada del sheriff Decket (Stephen McNally) impondrá en apariencia el sentido común de trasladar al supuesto y falso bandido hasta un tribunal para que lo juzgue, atándole las manos. Sin embargo, este sabe muy bien que no tiene ante sí a Travers, aunque oscuros motivos que más adelante se revelarán le decidirán a ese traslado, del cual Clay escapará, encontrándose en su escaramuza con la joven Jane (Felicia Farr, la esposa de Jack Lemmon), una muchacha que porta en su pasado la desgracia sufrida en su familia, y que inicialmente será rehén del protagonista, aunque muy pronto crea en su inocencia y le ayude en el acoso que los hombres de Decket someten a Santell.

Esa búsqueda por la confirmación de la inocencia, HELL BENT FOR LEATHER se beneficia en primer lugar de una estructura dramática bastante lograda, combinando con acierto momentos en los que predomine lo agreste de los exteriores del Oeste –sobre todo el protagonismo otorgado a esos áridos riscos que tanta importancia tendrán en el relato-, y otros intimistas en los que la relación entre Clay y Jame aflora de una forma natural –y curiosamente desprovista de cualquier matiz romántico-. Entre esos dos elementos vectores de especial importancia, se insertará el episódico encuentro con el grupo de bandidos que comanda el lúbrico y borrachín Ambrose (Robert Middleton), quien sin embargo dejará entrever un rasgo de nobleza en una personalidad de la que poco bueno se puede esperar, al negarse a actuar como delator cuando los hombres de Travers lleguen a agredirle para que les facilite datos sobre puedan estar la pareja protagonista –manifestará que no tolera a un chivato-. Será en el tramo final del film, cuando quedará al descubierto el motivo real por el que Decket estaba empeñado en convertir a Sandell en culpable quien desarmado, volverá a esconderse en los riscos, y allí enfrentarse por un lado con el bandido que ha iniciado todas sus desdichas, y por otro ese sheriff que no ha dudado en utilizarlo.

Sin duda, George Sherman logró con esta producción de 1960, mantener un aire clasicista a este western ya tardío, caracterizado por el aire espectral de sus primeros minutos, por combinar con bastante acierto los elementos de acción e incluso suspense –ese intento de Clay de contraatacar a Travers cuando se encuentra en una cantina y tiene ante si una escopeta-, con otros en los que resalta mediante el uso del formato panorámico, tanto la belleza de las zonas boscosas por las que transcurre parte del relato, en contraste con aquellos otros en donde la aridez del terreno se erigirá en un personaje más del mismo. Al igual que se iniciará durante los propios títulos de crédito, HELL BENT FOR LEATHER culmina de un modo lacónico, con el arrepentimiento de los componentes de esa colectividad que hasta ese momento tenía a nuestro protagonista como culpable –tras la muerte del verdadero asesino y de Decket-, mientras la cámara describe una panorámica hacia la derecha culminando el fondo del Oeste, con esas montañas que Jane señalará en un momento del metraje, cuando era pequeña le servían de guía cuando se perdía en el camino.

Calificación: 2’5

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