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CINEMA DE PERRA GORDA

NOWHERE TO GO (1958, Seth Holt)

NOWHERE TO GO (1958, Seth Holt)

En más de una ocasión he leído referirse a la figura del británico –nacido en la antigua Palestina, hoy Israel- Seth Holt  (1923 – 1971), como una de las esperanzas truncadas del cine británico. Como en el caso de cineastas como Alexander Mackendrick, Karel Reisz, Joseph Losey o Lindsay Anderson, Holt ha sido uno de tantos realizadores refugiados en Inglaterra en un momento dado, país que les acogió y desde donde desarrollaron total o parcialmente su andadura como directores. En el ejemplo que nos ocupa, lo cierto es que el prestigio y el cierto culto que genera su nombre, se centra en la atractiva aunque un tanto sobreestimada A TASTE OF FEAR (El sabor del miedo, 1961) y, sobre todo, la muy notable THE NANNY (A merced del odio, 1965), valiosa mixtura de relato de terror y suspense, en la que se insertaban no pocos ecos del drama psicológico consolidado por el mencionado Losey. Sin embargo, pocos evocan BLOOD FROM THE MUMMY’S TOMB (Sangre en la tumba de la momia, 1971), finalizada por Michael Carreras tras el accidente que costó la vida al director, como un posible punto de inflexión cara al interés decreciente de su cine. Lo que sí está claro, es que poder contemplar NOWHERE TO GO (1958), pone de manifiesto que la intuición visual y la dotación de Seth Holt a la hora de plasmar conflictos de índole psicológica, era algo que se manifestó desde este ya, su debut para la gran pantalla, hasta el punto bajo mi punto de vista, de superar los dos títulos ya señalados que han forjado su prestigio.

Producida por Michael Balcon en una de las últimas películas surgidas de los Ealing Studios –con el amparo de la división inglesa de Metro Goldwyn Mayer-, la película al parecer fue codirigida con Basil Dearden, quien no figura en los títulos de crédito, y del que se desconoce cual fue su grado de implicación, erigiéndose casi en una crónica existencial, que bien podría definirse como un insólito precedente entre la casi inmediata PICKPOCKET (1959, Robert Bresson) y la muy posterior GET CARTER (Asesino implacable, 1971. Mike Hodges), adaptando una novela de Donald MacKenzie. Ya desde sus primeros instantes, en una secuencia que se prolongará hasta concluir los títulos de crédito, contemplaremos la ayuda que recibirá Paul Gregory (un inesperadamente valioso George Nader) para evadirse de la cárcel. A través de una planificación fría y dominada por los claroscuros de la noche, muy pronto percibiremos ese lado cool de una película que, esencialmente, relata la búsqueda cada vez más infructuosa de este ladrón canadiense, del botín que logró con la venta de un valioso lote de monedas, por el que obtuvo cincuenta y cinco mil libras, que se encuentran depositados en una caja de seguridad de un banco londinense. Una vez se ha producido la huída, desarrollada con precisión matemática, y para la que Gregory ha contado con la ayuda de su colaborador Víctor Sloane (Bernard Lee), un inesperado flash-back –del que tardaremos en darnos cuenta-, nos relatará el plan que urdió este para lograr dicho botín, y por el que fue condenado a diez años de cárcel –mucho más de lo esperado por el propio condenado, de ahí la presencia del plan de huída-. En este retroceso, comprobaremos la filosofía de existencia de Gregory. Su frialdad y al mismo tiempo un código ético que descarta por completo el crimen a la hora de ejercer sus robos. La elegancia y capacidad de raciocinio, que llega a plantear sufrir en principio cinco años de condena calculados, al pensar que transcurridos los mismos podrá disponer con comodidad de las miles de libras que mantiene a buen recaudo.

Una vez vuelto a su plan para recuperar el botín al escapar de la prisión y huir del acoso policial, el auténtico engranaje de NOWHERE TO GO se extiende en un angustioso y creciente peregrinaje del protagonista, intentando llevar a cabo su deseo, y encontrándose a cada paso con dificultades de amplio alcance, que finalmente se traducirán no solo en la imposibilidad absoluta de alcanzar su anhelo, sino que en su oposición se erigirá en el inicio de su propio descenso existencial. En realidad, podría definirse muy sucintamente que el film de Holt se erige como la crónica de una muerte anunciada, de un hombre que realmente se encuentra despejado del mundo que le rodea, cuya personalidad aparece al margen de la rutina de una Inglaterra que aparece abúlica en sus convenciones, sus ritos y su margen social, apareciendo sin embargo ese otro perfil de una sociedad oscura, mediocre y que en un momento determinado no dudará en esconder su inclinación hacia el mundo del crimen. Por medio de una magnífica planificación, que se centra en largos planos dominados por un admirable sentido del reencuadre, NOWHERE TO GO preludia ya los logros visuales y narrativos de A TASTE OF FEAR y THE NANNY. Pero lo hace con una mayor intensidad si cabe. Sin depender en demasía el respeto de las normas de un género –en aquellos casos el cine de suspense y terror-. Se percibe que el director se encuentra con las manos libres a la hora de trazar este extraño relato, en el que no importa que en muchos de sus fragmentos no se inserten diálogos, o en el que el menosprecio a la acción se contraponga con una casi minimalista puesta en escena, en la que se apostará de forma decidida por una adscripción psicológica de casi obsesiva pertinencia, en ese viaje sin destino que señala su título.

Es así como este film adelantado a su tiempo, poco a poco va incrustándose en el terreno de la tragedia. Una tragedia esta asumida como una catarsis de la soledad del individuo. Un ser como nuestro protagonista, que en definitiva se ofrece como alguien al margen de esa alienada sociedad inglesa. Una sociedad a la que se enfrenta de modo tangencial e indirecto, proponiendo un código de valores que chocará no solo con lo comúnmente establecido, sino con un destino que se ha ido imponiendo a su devenir existencial. En definitiva, un pequeño clásico del cine inglés, en un momento en que el mismo se encontraba en un auténtico eje de encrucijadas, aspecto este que supone un valor añadido a una propuesta magnífica, atrevida, estilizada, atonal y abstracta. La prueba definitiva de que Seth Holt fue realmente una de esas esperanzas frustradas del cine británico, antes de que Hammer Films fuera la productora artífice de sus dos títulos más recordados.

Calificación: 3’5

2 comentarios

JOSE MANUEL -

Una buena película más del interesante y gran cine británico desconocido.
GRACIAS

antonio nahud -

parece fraquinho...

http://ofalcaomaltes.com/