Blogia
CINEMA DE PERRA GORDA

THE UNHOLY THREE (1925, Tod Browning) El trío fantástico

THE UNHOLY THREE (1925, Tod Browning) El trío fantástico

Rodada al amparo de una recién creada Metro Goldwyn Mayer, en la que Irving Thalberg logró recuperar la figura de un Tod Browning que no encontraba ni en su mejor momento profesional -su relación con la Universal se había roto- ni personal -su adicción con el alcoholismo era notoria-, lo cierto es que THE UNHOLY THREE (El trío fantástico, 1925), nos devuelve parte de las características que dotaron de personalidad y garra a su obra. Es más, no encontramos grandes diferencias con buena parte de los títulos previos que forjaron su fama en la mencionada Universal, y ejerciendo de alguna manera esta película como puente hacia logros posteriores -aunque en su momento no se consideraran como tales-. Me refiero, por supuesto, a la posterior aparición de la excepcional FREAKS (La parada de los monstruos, 1932), su obra cumbre, que sigo considerando la mejor y más arriesgada película jamás rodada en dicha década. En esta ocasión, Browning incide –quizá con más querencia por el melodrama-, por ese aspecto bizarro de su cine, y también por la inclinación en la descripción de seres marginales, por lo general descritos a través del mundo del circo y las atracciones feriales.

Con una estructura circular en la que su secuencia final nos devolverá a la de apertura -descrita en una barraca de feria-, en ella el espectador pronto conocerá a los personajes que protagonizarán la ficción. Estos serán Echo (una excelente composición de Lon Chaney, revestida de ambivalencia y humanidad), un ventrílocuo enamorado desde el primer momento de Rosie (Mae Busch), otra de las personas que se encuentran en dichas instalaciones festivas. Allí también están el irascible Tweedledee (Matt Moore) -que años después formaría parte del cast de la citada FREAKS-, un enano con cuerpo de niño, o el rudo y forzudo gigantón Hercules (Victor McLaglen). A instancias del carismático Echo, y sin que Rosie perciba malignidad en sus intenciones, se unirá junto a los dos compañeros de funciones, abriendo una pajarería en la que este se vestirá de anciana, ejerciendo las funciones de dueña del recinto, y sin que la joven sepa en modo alguno en la insólita dualidad del personaje, que aprovechando sus dotes con la imitación de voces, puedan vender pájaros que simulan emitir sonidos. Gracias a dichas triquiñuelas conseguirán pingües beneficios, en un comercio en el que contarán como dependiente, además de con Rosie, con el joven Hector (Matt Moore). Será este último con el que irá acercándose de manera progresiva la muchacha, con la consiguiente desesperación del ventrílocuo. Todo ello discurrirá de manera paralela con los crecientes golpes del trío de delincuentes, que en un momento determinado se escaparán de la mano a Echo, puesto que tanto Hercules como, sobre todo, Tweedledee, irán a la captura de unas joyas de las que dispone un cliente al que ha visitado junto a este. En dicho asalto se producirá el asesinato de este distinguido componente de la sociedad, crimen que la policía investigará, y que les acercará hasta la pajarería. Será el momento de inculpar del asesinato al ingenuo Hector, intentando lograr con ello librarlo del alcance de Rosie. Todo ello no serán más elementos que provocarán el estallido emocional del relato. De un lado Hector será sometido a un juicio implacable en el que no puede encontrar pruebas que avalen su inocencia, mientras que los sicarios de Echo se marcharán hasta una cabaña, llevando allí un gorila que se encontraba en el establecimiento.

No cabe duda que cuando Browning asume la realización de THE UNHOLY THREE –que por cierto vivió un remake sonoro de la mano de Jack Conway, con Chaney repitiendo el mismo rol, en el que constituyó su último papel fílmico, antes de su prematura muerte-, había depurado en gran medida ese elemento bizarro de su cine. es algo que se plasmará en esta ocasión, en ese en principio siniestro rol, matizado poco a poco por esos elementos sentimentales que irán marcando la evolución de ese Echo, que comenzará y finalizará la película con una lúcida proclama, en la que se encierra en el fondo su concepción existencial. Aunado por su convincente encarnación de esa falsa anciana que llegará a engañar a la propia Rosie, lo cierto es que la película logrará modular esa descripción de personajes casi al límite, en la que el siniestro Tweedledee se erigirá como su vértice más visible. Ya en la propia secuencia de apertura, comprobaremos en su enfrentamiento con los visitantes del barracón, como exteriorizará su lado violento cuando unos pequeños se burlan de él. El alcance siniestro de Tweedledee tendrá no pocas manifestaciones; la malsana ironía que desempeña cuando simulando ser un bebé juega con las joyas que los agentes buscan, o su don de gentes a la hora de programar actos delictivos. Actos en los que se encierra el lado oscuro del ser humano, y que tendrán una expresión casi escalofriante en la secuencia en la que el gorila que mantienen encerrado los delincuentes, se rebele de la celda en que se encuentras confinado, asestando su golpe mortal contra el enano y el propio Hercules.

Sin embargo, la atención de Browning se centra en el proceso que se sigue contra Hector, al que acudirá Echo una vez se ha escapado de la “madriguera” en la que se encontraba junto a los dos delincuentes –y, por ello, se libre del final de ambos-. En un formidable bloque narrativo, caracterizado por la fuerza de un montaje en el que primará la fuerza de los primeros planos, el acusado no encontrará –ni su abogado defensor- indicios que prueben una culpabilidad a la que se ve abocado. El ventrílocuo –al que antes Rosie ha prometido amor, si logra que lo declaren en libertad-, intentará introducir sus habilidades forzando a que el acusado hable solo moviendo la boca –mucho antes, Browning introducirá una ingeniosa manera de destacar en la pantalla los supuestos comentarios de los pájaros del comercio, a modo de viñetas rotuladas en el fotograma-. Sin embargo, viendo que sus argucias no facilitarán dicha circunstancia, finalmente e in extremis, cuando se disponía a deliberar el jurado, estallará su confesión de que él no fue el autor del crimen.

La elipsis cerrará el relato. A Browning no le interesa el seguimiento criminal de su resolución. Sus intereses van por otro lado. Será el momento en el que de forma indirecta, Echo buscará su redención… por amor. En una conclusión quizá menos dura y cruel que en otros de sus títulos precedentes, pero sin duda más delicada y bella, simulará no corresponder al sentimiento que en teoría ella le manifiesta por su acción, prefiriendo que dedique el futuro sentimental de su vida a quien realmente tiene en su corazón. Ello permitirá ese final, existencial y al mismo tiempo lúcido, en el que nuestro ventrílocuo es mostrado en la misma atracción de feria que al principio, reiterando esa proclama de su definición personal, a la hora de vender al público una publicación que señala cuenta cosas de su vida. THE UNHOLY THREE quizá no acentúe esa querencia de Browning por lo bizarro, pero es indudable que afila sus armas como melodrama sólidamente construido, y es precisamente en el equilibrio logrado entre ambas vertientes, y en la fiereza con la que se insertan episodios dotados de especial tensión dramática, en contraposición con otros en los que domina la esencia de los sentimientos, donde se encuentra a mi modo de ver lo mejor de esta atractiva obra de un gran realizador, que se encontraba presto a filmar sus más grandes obras, y también a mostrar en su filmografía posterior esos desequilibrios que siempre caracterizaron la misma.

Calificación: 3

0 comentarios