SIERRA (1950, Alfred E. Green)
SIERRA (1950, Alfred E. Green) es uno de los primeros de entre los numerosos exponentes que la Universal produjo al servicio del entonces jovencísimo Audie Murphy, al objeto de convertirlo en estrella del cine del Oeste. Todos conocemos que Murphy fue condecorado como el soldado aliado más valeroso de la II Guerra Mundial, y desde bien joven se convirtió en figura del “western”, protagonizando no pocos títulos de escasa duración, destinados a complementos de programas dobles. Cierto es que, por lo general, la mayor parte de los que protagonizó se caracterizaron por su eficacia, destacando entre ellos sus colaboraciones con directores como John Huston, Budd Boetticher o, sobre todo, el Don Siegel de DUEL AT SILVER CREEK (1952). En su conjunto, forjaron una página, menor si se quiere, pero nunca desdeñable, oculta entre las obras importantes del género.
En medio de dicho conjunto, lo cierto es que la presencia como realizador del grisáceo y olvidable Alfred E. Green, podía inducir a la concurrencia de un título carente de interés. Y no es el caso. Es cierto que los atractivos de SIERRA, pueden deberse más a la concurrencia como operador de fotografía del gran Russell Metty, o al planteamiento de ese guión de una historia de aprendizaje y redención, protagonizada por el joven Ring Hassard (Murphy), que curiosamente nos recuerda bastante a la planteada en SWAMP WATER (Aguas pantanosas, 1941. Jean Renoir) y su remake en Technicolor, dirigida por Jean Negulesco, LURE OF THE WILDERNESS (Un grito en el pantano, 1952), curiosamente puesta en marcha apenas dos años después en el seno de la Fox ¿Quizá imitando las características del título que comentamos?
Quien sabe. Lo cierto es que, casi desde sus primeros fotogramas, resalta en SIERRA el empeño buscado a la hora de mostrar una inquietud más o menos esteticista, destinada a resaltar esos parajes naturales, en los que se entremezclan exteriores dominados por lo agreste y el predominio de rocas, con otros definitivos en su frondosidad. Será el marco elegido para definir el contraste que se ofrece entre la pureza en la que reside, al margen de cualquier relación humana, Hassard. En las primeras secuencias, filmadas en la inmensidad de un extraño valle delimitado por rocas, contemplaremos al joven intentando dirigir una manada. Será ese precisamente su modo de sobrevivir, el adiestramiento de caballos salvajes. Algo que finalmente no podrá llevar a cabo, debido a la inesperada ingerencia de Riley Martin (Wanda Hendrix), una joven que se encontraba buscando al viejo Lonesome. Pese a su inoportunidad y al recelo que le produce, Ring llevará a la muchacha a su escondite –ubicado junto a un impresionante acantilado- con los ojos vendados. Allí ella conocerá a su padre –Jeff Hassard (Dean Jagger)-, un buen hombre huido de la justicia por haber sido acusado injustamente de un crimen que este no cometió, pero del que los indicios se erigieron e su contra. Muy pronto la acción se inclinará hacia la plasmación de ese necesaria madurez –que en realidad se anuda como el conflicto central del relato- de Ring, pudiéndose percibir en la mirada cómplice de su padre ese necesario inicio de la madurez de su hijo. Sin embargo, un hecho inesperado –el accidente sufrido al intentar domar a un caballo salvaje en su corral-, llevaran a Jeff a estar confinado en la cama, en peligro de muerte, y ante la necesidad de ser visitado por un médico. Será el punto de partida para que su hijo se decida a bajar al pueblo más cercano, intentando con ello conseguir la ayuda de un doctor que pueda diagnosticar y curar las graves heridas de su progenitor. Será el momento de enfrentarse con su pasado y, al mismo tiempo, tener que sufrir la incomprensión de sus moradores, así como las consecuencias de las torpezas provocadas por Riley. Torpezas estas siempre provocadas de manera involuntaria y, en todo momento, guiadas por la creciente admiración que sentirá por el muchacho.
Lo cierto es que SIERRA se engloba dentro de ese tipo de producciones centradas en la descripción del coming of age protagonizado por Audie Murphy, en las que se combinaba su respeto a los formulismos del género, su condición de serie B, y su clara adscripción a los públicos más jóvenes de la época. Exponentes sin grandes pretensiones, en las que se buscaba potenciar el lado aniñado del intérprete –en esta ocasión es aún muy evidente su escasez de registros-, pero que hay reconocer como en esta caso, están resueltos con eficacia. En la película justo es reconocer que su base argumental no puede decirse que peque de originalidad. No obstante, en ella destaca esa apuesta por la desdramatización, e incluso la inclusión de aspectos humorísticos, centrados de manera esencial con la presencia del extraño personaje de Lonesome, del cual Burl Ives ofrece una divertida performance, siempre acompañado de su guitarra. Es precisamente en torno suyo, donde se articulará una de las secuencias más singulares y atractivas de la película. Me refiero a la que se desarrolla en el interior de la oficina del sheriff, en la que Ring se encuentra encerrado por orden del juez y tras un juicio en el que este prácticamente lo ha condenado de facto por un robo de ganado no cometido. Como quiera que Lonesome quiere liberarlo de la cárcel, este logrará dormir al garante de la Ley –en una secuencia tan divertida como casi inverosímil-, cansándole con la interpretación de sus canciones.
Junto a esa apuesta por la desdramatización, lo cierto es que, en definitiva, si algo caracteriza desde el primer momento a SIERRA, y en última instancia le proporciona su auténtica personalidad, es la implicación del ya señalado Russell Metty, proporcionando una poderosa impronta visual en el cromatismo de sus secuencias, en el ya señalado contraste observado, o la magnífica utilización de escenarios exteriores rocosos, que adquieren una fuerza pictórica, a unas imágenes en la que lo formulario de su contenido, no impide que nos encontremos ante secuencias no por previsibles menos atractivas, como la de la estampida casi final de caballos salvajes, que será dominada gracias a la astucias del joven protagonista.
Calificación: 2’5
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