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CINEMA DE PERRA GORDA

ONE DESIRE (1955, Jerry Hopper) Su único deseo

ONE DESIRE (1955, Jerry Hopper) Su único deseo

Quizá una de las mayores pruebas que el cine de Hollywood podría ofrecer entre un director con personalidad y otro sin ella, lo puede evidenciar el comparar la película que comentamos, ONE DESIRE (Su único deseo, 1955. Jerry Hopper) con los célebres melodramas dirigidos por Douglas Sirk para el mismo estudio –la Universal-., y al amparo del mismo productor Ross Hunter. Hay alguna referencia que señala al propio Sirk, participando en algún momento del rodaje de esta producción, y ambas vertientes el hecho de ser films “de mujeres”, idéntica estrella protagonista –Rock Hudson-, y un look bastante reconocible. Sin embargo, y aún compartiendo esta película con la menos lograda firmada por Sirk, observamos la diferencia del estilista con un mundo propio,  que incluso lograba incorporar audaces críticas sociales en unos argumentos folletinescos, de un título tan ligero como inocuo, que en muy pocos momentos logra prender la llama de su deseada intensidad. Jerry Hopper, prototipo del artesano apagado y ocasionalmente inspirado, sobre todo en propuestas dentro del género policíaco, no logra subvertir y sublimar un material de base necesitado de dicha proyección. En esta vertiente, y despojando de su objetivo cualquier mirada transgresora o crítica, lo cierto es que este discreto melodrama apenas levanta el vuelo con el manejo de la grúa, unido a algunos fundidos que alcanzan cierto rasgo dramático.

ONE DESIRE se desarrolla en Circa, Oklahoma, en una fecha indeterminada de finales del siglo XIX. En un salón de juegos comparten su amistad Tacey Cromwell (Anne Baxter), una de las mujeres más solicitadas de su personal, con Clint Saunders (Rock Hudson), un atractivo joven que trabaja denodadamente en la sala de apuestas, deseoso de alcanzar un estatus más estable en su vida, confiando en el aporte de su magnetismo y carismática personalidad. Tacey no oculta la relación que le une a Clint, mientras que él solo la considera una buena amiga, ya que se considera un alma libre. Pero se introducirá un elemento decisivo con la llegada de Nuggets (Barry Curtis), el hermano pequeño de Saunders. Esta circunstancia provocará que Clint, su hermano y Tacey, se desplacen hasta un nuevo destino en Colorado, donde Saunders intente consolidar su estabilidad económica. Tacey alquilará una vivienda confortable, en la que residirá con el pequeño Nuggets, y este permanecerá en la misma hasta llegar la noche, ya que en todo momento desean mantenerse como ciudadanos respetables. Ese ambiente de puritanismo, no impedirá a Saunders conocer a la hermosa hija de un senador –Judith Watrous (Julie Adams)-, quien de inmediato irá favoreciendo que este vaya situándose y ascendiendo social y laboralmente, aunque ella lo que pretende es acceder, y lograr unirse en matrimonio con él. Para ello, no dudará en contratar unos detectives, para escarbar en el pasado de Tacey y, con ello, lograr del juez de la población, que se le retiren los dos niños que cuida –el hermano de Clint, y la huérfana Seely (Nathalie Wood)-. Dolorida por la situación planteada, Judith se brindará para cuidar de los dos pequeños, mientras que Tacey abandonará la ciudad, retornando a su anterior destino laboral, haciendo caso omiso de la búsqueda propiciada por Saunders, y logrando una gran fortuna en su retorno laboral en el salón de juego. Por su parte, Clint se casará con Judith, aunque la luna de miel de ambos se interrumpirá por la enfermedad del padre de esta, quien en su lecho de muerte proporcionará al recién casado, diversos elementos poco favorecedores del comportamiento de su hija. A partir de ahí se irá produciendo un contacto secreto entre la pequeña Seely y Tacey, hasta que transcurridos dos años y ya convertida la primera en una adolescente, abandone la mansión en la que vive con Clint y su esposa, y retorne con quien considera su madre. Esta le acompañará de regreso a la ciudad, pero una inoportuna conversación con Judith, motivará que Tacey se quede allí, invirtiendo todos su ahorros en la puesta en marcha de un llamativo casino, instalado justo enfrente de la fachada de la mansión de los Saunders.

Bajo mi punto de vista ONE DESIRE describe una primera mitad bastante ligera, que destaca en su ritmo y ligereza cinematográfica, y en la que aporta mucho de este espíritu, la encantadora arrogancia que proporciona Rock Hudson al desarrollo de su personaje. Pocas veces he visto a Hudson más desenvuelto en esa faceta de atractivo bon vivant, que solo merece comentarios poco halagüeños del dueño del casino –lo llama el guaperas-, consciente del atractivo que Saunders ejerce sobre Tacey, lo cual deja a este sin posibilidad de ser conquistado. Sin embargo, el timming ligero y vitalista de esta primera mitad, queda sustituido más adelante, por una vertiente folletinesca que se inicia con la secuencia en la que Tacey se encuentra ante el juez. Contra lo que debería ser lógico, esa querencia melodramática devendrá previsible y carente de la necesaria fuerza dramática. Quizá tan solo algún afortunado fundido, como el que une la nota de prensa de la boda de Clint, el fuego de la chimenea y la maleta de los novios que regresan anticipadamente, debido a la grave enfermedad del padre de la esposa.

A partir de ese momento se describirán pasajes folletinescos sin garra, hasta llegar a una conclusión apresurada previsible y carente de pathos. El fuego consumirá la mansión Saunders y, de forma incomprensible, el salón que estaba culminando Tacey. Poco antes, en estas instalaciones aún vacías, Clint y su eterna enamorada han brindado por el nuevo año, reverdeciendo la pasión que aún los une, en medio de una planificación y una escenografía llena de fuerza. Poco más se puede resaltar de esta discreta película.

Calificación: 1’5

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