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CINEMA DE PERRA GORDA

THE MAN IN THE NET (1959, Michael Curtiz) [Un hombre en la red]

THE MAN IN THE NET (1959, Michael Curtiz) [Un hombre en la red]

Los últimos años de la andadura vital y cinematográfica de Michael Curtiz –que prácticamente murió filmando-, están dominados por similares circunstancias que tantos otros cineastas característicos del periodo clásico. Figuras que se encontraron más o menos desubicadas en nuevos contextos industriales, y que en el caso de Curtiz se vio agravado, por el hecho de asumir una serie de problemas personales que le demandaban una casi imperiosa necesidad de ingresos. Es por ello que tuvo que plegarse a una casi constante sucesión de rodajes, que quizá en una situación más desahogada se hubiera replanteado en más de un caso. Así pues, tras el éxito de la atractiva KING CREOLE (El barrio contra mí, 1958) y el interesante western de intriga THE HANGMAN (El justiciero, 1959), Curtiz se vio abocado a filmar THE MAN IN THE NET (1959), al amparo de la Mirish Corporation y también la Jaguar Productions –la compañía de Alan Ladd-, plasmando con ello un argumento de intriga, a partir de un guión del entonces muy prestigioso Reginald Rose, a partir de una historia de Hugh Wheeler. La misma nos describe el inesperado calvario sufrido por Josh Hamilton (Alan Ladd), un pintor en horas bajas para su reconocimiento, que ha decidido retirarse a la pequeña ciudad de Stoneville, en compañía de su esposa, Linda (Carolyn Jones). En realidad, la personalidad de rasgos esquizoides de esta, ha sido la principal razón por la que el matrimonio abandonó en el pasado Nueva York, dejando Josh un empleo bien remunerado como director artístico, que curiosamente le será ofrecido de nuevo, con un tentador soporte económico.

La personalidad del tranquilo y al mismo tiempo taciturno artista, apenas encontrará asidero en la alta sociedad de la población, y serán tan solo algunos de sus niños los que gocen de su amistad. Tras la asistencia a una fiesta de cumpleaños, en la que Hamilton compruebe con estupor la actitud de su esposa, que aparece con un ojo amoratado,  y acusándole a él ante los incitados como autor de dicha agresión, viajará a Nueva York, donde finalmente rechazará la tentadora oferta laboral ofrecida. A su regreso, comprobará con horror que en su vivienda no se encuentra su esposa, que ha dejado una nota mecanografiada y sin firmar, y ha destrozado todos sus lienzos –una de las mejores secuencias de la película-. A partir de se momento, todo se volverá en contra del esposo, asumiendo una creciente enemistad de la población, a quien acusarán del asesinato de su esposa, aún cuando no se haya encontrado el cadáver. Sin embargo, las pesquisas de John le llevarán hasta el lugar en que presumiblemente están enterrados sus restos. Vano intento, cuando se encuentra a punto de dar con él, tendrá que huir apresuradamente, ya que su vida se encuentra en peligro, dispuesta a ser sometido a linchamiento por la población. Solo esos pequeños a quienes siempre ha tratado amigablemente, serán no solo los que crean en su inocencia, sino que harán patente su ayuda activa, para lograr descubrir al verdadero asesino.

No soy el único en señalar que THE MAN ON THE NET es uno de los títulos menos distinguidos de la última etapa de Michael Curtiz, en la que por otro lado parece asentarse –salvo excepciones- una cierta blandura. Una factura acomodaticia, que en esta ocasión, aparece lastrada ante todo por una serie de notables insuficiencias. La menor de las mismas no es, precisamente, la presencia de un abotargado Alan Ladd, incapaz de otorgar a su rol protagonista, el necesario pathos de un ser superado por las circunstancias. Su incapacidad lastra, y no poco, ese necesario desgarro emocional emanado por una auténtica víctima de una situación terrible e inesperada. Pero es que las diversas subtramas que confluyen en la película apenas aparecen explotadas, más allá del ámbito de lo convencional. Ni ese universo infantil que aparece casi como excusa, ni ese lado justiciero presente en el enfrentamiento de la población en contra del pintor –que ocasión de desperdiciar la radiografía del fascismo cotidiano norteamericano-. Ni siquiera el desarrollo del plan del acusado, a la hora de conseguir e incluso reproducir unas grabaciones, que permitirán descubrir al auténtico criminal, y al mismo tiempo demostrar su inocencia –descrita con una farragosidad y falta de credibilidad que asombra por su torpeza-.

¿Qué nos queda, pues, a la hora de evitar señalar que nos encontramos con un fracaso absoluto? De entrada, la textura visual del blanco y negro fotográfico de John F. Seitz, que proporciona a sus imágenes una determinada prestancia, o a eficacia de la banda sonora de Hans J. Salter. Antes señalaba el impacto que proporciona la sinuosa secuencia en la que Hamilton descubre a su retorno, su casa en la que todos sus lienzos aparecen presumiblemente destrozados por su desparecida esposa. Al margen de ello, preciso es reconocer que en THE MAN IN THE NET, sí se percibe un cierto conflicto, en las secuencias desarrolladas entre John y su esposa en el interior de su vivienda, donde la habilidad con la cámara de Curtiz y la personalidad de Carolyn Jones, logran imprimir a sus imágenes de una cierta aura perturbadora, muy poor encima de las insuficiencias del siempre mitigado Ladd. Será algo que tendrá su prolongación en la fiesta de cumpleaños celebrada en la mansión de los amigos, donde con no poca habilidad se transmiten esas tensiones soterradas entre los mismos, desde la secreta admiración de Vicky (Diane Brewster) por Hamilton, hasta el rechazo que el presuntamente poderoso padre esta –encarnado por John Alexander-, apenas ocultará con sus afiladas invectivas.

Calificación: 1’5

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