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CINEMA DE PERRA GORDA

THE FAMILY WAY (1966, John & Roy Boulting) Luna de miel en familia

THE FAMILY WAY (1966, John & Roy Boulting) Luna de miel en familia

Todavía no se ha producido el momento –intuyo que ni siquiera dentro del ámbito de la propia Inglaterra-, en que se someta a un estudio severo, el aporte de uno de los grandes tándems que vivió el cine de las islas, entre mediada la década de los cuarenta, hasta finales de los sesenta, en unos últimos pasos poco frecuentes y desprovistos de interés. Sin embargo, creo que la posibilidad de acceder a buena parte de sus títulos más atractivos, han de posibilitar una mirada ya suficientemente fundada, a la hora de analizar a estos frecuentadores de cine de género, por lo general inclinados a dar vida propuestas caracterizadas por su singularidad, que quizá albergaran su punto más alto de interés, en la admirable THE MAGIC BOX (1951, John Boulting), inesperado y emocionado homenaje a la figura de uno de los creadores del cinematográfico en Gran Bretaña.

Pues bien, entre una filmografía –conjunta o por separado, a la hora de firmar sus películas-, en la que predominan sátiras de notable alcance, los últimos años de su producción quizá se diluyó, dentro de esa cierta incapacidad para integrarse en nuevas vertientes cinematográficas, hasta el punto de caer a un punto tan bajo, como la mediocre comedia SOLFT BEDS, HARD BATTLES (Camas blandas, batallas duras, 1974. Roy Boulting). Entremedias de ambas coordenadas, THE FAMILY WAY (Luna de miel en familia, 1966. John & Roy Boulting), podríamos señalar que se encuentra en un cierto término medio. No alcanza el nivel de sus mejores realizaciones, pero no deja de resultar una película dotada de cierto interés, que acierta relativamente al imbricar los modos habituales del tandem de cineastas –en los que no quedará ausente su singular mirada irónica-, dentro de un radio de acción, que asume por un lado esa mirada en torno al mundo obrero británico, y por otro, la evolución que se brinda en aquel tiempo en su sociedad. Pero al mismo tiempo, en sus imágenes se brinda el intento de los Boulting por insertarse en un ámbito cinematográfico, dominado desde hacía varios años, por los cineastas y figuras emanadas por el Free Cinema y allegados. Sin embargo, nos introducimos en un contexto más o menos discutible, en la medida que considero que los Angry Young Men, en realidad fueron los canalizadores de una corriente crítica y realista, vigente en el cine británico desde décadas atrás.

En realidad, THE FAMILY WAY aborda, dentro de una mirada inicialmente distanciada, y progresivamente sensible, el universo de una pareja de jóvenes, formada por Arthur Fitton (Hywell Bennett) y Jenny Pipper (Hayley Mills). Ambos son hijos de su tiempo, procedentes de sendas familias obreras, a los que encontramos a punto de contraer matrimonio. La película ahonda en ese elemento descriptivo, dentro de la Inglaterra del Swinging London, y lo hace con una notable certeza, que se muestra en la fisicidad de sus enclaves urbanos, o en la descripción de su tipología humana. El espectador siente muy cercanas las viejas paredes de la vivienda de los Fitton –Ezra (John Mills) y Lucy (Marjorie Rhodes)-, padres del muchacho, cuando estos finalmente no puedan conformar su luna de miel –son estafados por el responsable de la agencia en donde han efectuado sus pagos-. Por tanto, y ante la imposibilidad de lograr una vivienda adecuada, tendrán que residir en la modesta vivienda de la familia de Arthur. Ello no será más que el epicentro de una incómoda situación, en la que el joven matrimonio no podrá desarrollar la libertad de su enlace, sometidos a presiones de unos y de otros. A dificultades sociales –tanto esa imposibilidad de acceder a una vivienda, o las propias dificultades laborales de ambos-, se unirán dos inusuales elementos de presión. El primero, la contumacia ofrecida por Ezra, el padre de Arthur, a la hora de entrometerse en el funcionamiento del matrimonio. El otro, más importante, y auténtico nudo gordiano del drama que expresa la película, la ocasional impotencia sufrida por el joven esposo. La tensa situación vivida por la joven pareja, de manera incomprensible –e insospechada-, irá extendiéndose en el conjunto de la vecindad. La circunstancia irá tornándose asfixiante para el recién entrelazado matrimonio, y entre los padres del muchacho reaparecerá una extraña relación triangular que mantuvieron los Fitton, representado por un íntimo amigo de Ezra, que compartió los primeros pasos de su andadura matrimonial con Lucy.

Basada en una obra teatral de Bill Naughton –ALFIE (Idem, 1966. Lewis Gilbert)-, THE FAMILY WAY asume, desde sus primeros compases, esa circunstancia de producto puente, brindado por unos cineastas definidos en unos parámetros dominados por el conservadurismo y la comercialidad británica, inmersos en el seno de una propuesta que podría coincidir con los parámetros de los kitchen sink drama. Así pues, ambas circunstancias confluirán en un conjunto que amanece con ciertas dosis de superficialidad y tono de comedia. También con una pintura descriptiva que, a la postre, se revelará como el mayor rasgo de interés de su conjunto. Por fortuna, los Boulting tendrán la suficiente agudeza, para no recaer en formalismos visuales muy de moda aquel tiempo y, en su defecto, acentuarán esa mirada en esa inclinación descriptiva de tipos y costumbres, que logrará transmitir una cierta sensación de veracidad. Para ello, sus artífices utilizarán una entregada iluminación en color del veterano Harry Waxman, que casi llegar a manchar la pantalla, de la humedad de los rincones e interiores recreados. Resultará igualmente valioso el aporte de su banda sonora por parte de Paul McCartney que, de maneras inesperada, y abandonando cualquier veleidad musical, se revela un eficaz conocedor de la entraña musical cinematográfica.

En cualquier caso, en el film de los Boulting destaca el acierto a la hora de perfilar esos roles secundarios e incluso episódicos, y en sus principales personajes destaca una magnífica dirección de actores, que no solo permitirá la eficiencia de la pareja protagonista –en especial, ese extraño joven actor que fue Hywell Bennett-, sino que se extenderá a los padres del muchacho, brindando a John Mills –que cada vez tengo más claro fue el actor más representativo del cine inglés de todos los tiempos-, un trabajo magnífico y, sobre todo a la apenas conocida intérprete teatral Marjorie Rhodes, que interpreta el rol de la madre de Arthur con tal intensidad, que llega a adueñarse del conjunto de la película. Un argumento que poco a poco se irá adentrando en las entrañas del drama, sin olvidar en ningún momento leves aportes de comedia –la manera con la que se extiende la impotencia del muchacho-, en medio de un entorno vecinal dominado por la frustración –la inquina que desprenden los amigos y compañeros de trabajo de Arthur, centrados en esa sala de proyección-, o el puritanismo –las vecinas chismosas-. En definitiva, no se trata de nada que no hayamos visto en decenas de títulos británicos de mayor calado. En cualquier caso, ello no nos impide valorar en la medida que merece, el esmero con que los Boulting trazan el desarrollo de un drama en apariencia inofensivo, que tendrá un especial desarrollo en las secuencias interiores descritas en la modesta vivienda de los Fitton, y que de manera paulatina se irán insertando en las costuras del drama, hasta confluir en una conclusión inesperada –la intuición de que Arthur en realidad fuera hijo del gran amigo de su Ezra-, descrita dramáticamente por medio de un plano general coral, sobre el que se insertará un fundido en negro; las cartas se han puesto sobre la mesa. No faltará en la película un inesperado homenaje al Free, presente en las fugaces imágenes que se nos brinda en una de las proyecciones de la sala de cine; la coetánea y magnífica MORGAN IN A SUITABLE CASE FOR TREATMENT (Morgan, un caso clínico, 1965. Karel Reisz).

Calificación: 2’5

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