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CINEMA DE PERRA GORDA

SMALL TOWN STORY (1953, Montgomery Tully)

SMALL TOWN STORY (1953, Montgomery Tully)

Como Lance Comfort, Vernon Sewell, o Lawrence Huntington, Montgomery Tully (1904 – 1988) es otro de los realizadores, sobre los que se vehiculó parte de la columna vertebral de un determinado cine popular de bajo presupuesto en Gran Bretaña que, en los últimos tiempos, se está desempolvando del olvido, y comprobándose con estupefacción que, en líneas generales, no solo se conserva en buen estado, sino que en algunos casos -pienso sobre todo en la figura de Comfort, a quien considero a tenor de lo contemplado, un magnífico realizador-, revela un elevado nivel de interés, lo que obliga a comentaristas e historiadores, a intentar revisitar sus respectivas filmografías. Artífice de unos 40 largometrajes -además de cortos y aportes televisivos-, SMALL TOWN STORY (1953), es la tercera película de Tully que he podido contemplar hasta ahora -recuerdo con especial agrado, la magnífica y sombría THE COUNTERFEIT PLAN (El Culpable acusa, 1957)-, y tengo que señalar que nos encontramos ante una producción de muy limitado presupuesto y ajustada duración -apenas roza los 70 minutos- que, de entrada, rompe con la imagen que podía tener de su cine, ligándolo con las costuras del policiaco inglés -luego veremos, que algo de ello conserva en su argumento-.

La película, se inicia con el retorno desde Canadá, del joven ex militar Bob Regan (Kent Walton, años después, reconocido comentarista deportivo en su país), a Oldchester, una pequeña localidad rural, ubicada cerca de Londres. Este ha regresado, con la sola intención de reunirse con su prometida -Pat Lane (Susan Shaw)-, con la que ha mantenido durante este tiempo una relación epistolar, pero de la que no ha tenido noticias últimamente. Será recibido por el veterano Michael Collins (George Merritt), gerente del equipo local -el Odchester United-, siguiendo su hija -Jackie Collins (Margaret Harrison)- secretamente enamorada de él, pese a que Bob la corresponda únicamente con una sincera amistad. Este, en realidad, solo desea encontrar las pistas, que le sirvan para reencontrar a su prometida, mientras que el viejo Collins, verá en él la oportunidad de incorporar un delantero a su equipo, para lograr levantar la racha adversa que soporta. Pero a todo se sumará un nuevo elemento; una inesperada herencia de 25.000 libras que recibiría el club, caso de ascender a las ligas profesionales, bajo la condición del finado, de que su mandatario no revele dicha circunstancia. Caso de no poder cumplir el requisito, la cantidad sería entregada al poco recomendable Nick Hammond (Alan Wheatley), sobrino del fallecido. Este último, no cejará en poner zancadillas para impedir dicho ascenso, sabiendo la búsqueda de Pat por parte de Regan, que ha conseguido inesperadamente, revitalizar la marcha del club. Por ello, se pondrá en contacto con ella, con la que mantiene una estrecha relación, y se encuentra en Londres.

Ello complicará los objetivos de Collins, máxime cuando el protagonista aceptará una propuesta del Arsenal, siempre atendiendo los consejos de Pat quien, espoleada por Hammond, intenta simular un acercamiento con Regan. Dicha circunstancia, propiciará que la racha del pequeño equipo vaya cuesta abajo, mientras que al mismo tiempo entrará en escena el joven Tony Warren (Donald Houston), rehabilitado tras una condena vivida, que sigue manteniendo cariño hacia Pat, aunque observe con desapego el plan en el que esta se ha introducido. Todo ello, le permitirá observar la innoble actitud de Nick, a la que contrarrestará de manera decidida, incluso en medio de un partido crucial, en el que Regan será secuestrado.

A título de anécdota, SMALL TOWN STORY, figuró durante muchísimos años, en la lista de títulos perdidos, en la catalogación del British Film Institute, siendo especialmente buscada, por ser una de las escasas producciones que albergaban temática futbolística en su argumento, y la presencia en su reparto, de figuras del Arsenal como el jugador Denis Compton, o el comentarista Raymond Glandenning. La realidad, nos propone una película pequeña y desigual, pero que derrocha encanto en su decidida sencillez y, a mi modo de ver, asumió de manera deliberada, los postulados que hicieron célebres las comedias de la Ealing, unos cuantos años atrás. Es decir, nos encontramos con un contexto revestido de amabilidad, en el que incluso los personajes más cuestionables, quedan definidos de manera sencilla -incluso lo ladino de Hammond, y todo el episodio del secuestro de Regan, o la actitud interesada de Pat, que finalmente quedará redimida con Tony-.

El film de Tully transpira en sencillez, en personajes y roles tan episódicos, como creíbles en su cotidianeidad, en el que el aroma rural de la pequeña población, casi se llega a paladear, y en el que los simplismos de su argumento, uno los llega a olvidar, en beneficio de esa aura de pequeña fábula, que transmitirá su escueto metraje. Y, justo es reconocerlo, la presencia de la afición futbolística, proporciona no pocos buenos momentos al relato, de manera muy especial en ese partido final, en el que toda la población se reunirá para apoyar a su equipo local, enfrentado en una lucha crucial y definitiva, con un equipo de mucha mayor graduación. Una disputa, que Michael Collins sufrirá de manera especial, ya que interiormente sabe lo que se juega en él -el futuro de una enorme inversión económica que fortalecería el mismo-, teniendo el hándicap de no poder revelar dichas circunstancias, ni siquiera a su hija Jackie, que se encuentra a su lado. Ello propiciará un vibrante desarrollo del encuentro, con una ágil planificación de los devaneos del encuentro, acompañados con la locución del conocido Glandenning, mientras que, al final de la primera parte, Hammond y su esbirro, secuestran a Regan a punta de pistola, dentro de unos minutos finales, de clara ascendencia griffithiana.

Tan discreta como ingenua. Con tantas carencias como encanto, SMALL TOWN STORY es el clásico relato, todo lo insustancial que se quiera, que se disfruta con ligereza, dejando a su paso, un regusto tan plácido, como de rápido olvido, a lo que contribuirá no poco, la pertinencia de la voz en off del propio Regan, en los instantes iniciales y finales del relato.

Calificación: 2

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